Tengo que reconocer que tenía especial ganas de ver el espectáculo de Zascanduri. Muchas madres de mi entorno ya me habían puesto en alerta de lo que podía pasar: “Cuando lo descubran… ¡prepárate!”. Se referían al momento en que mis hijas se contagiasen por la fiebre Zascanduri… Y sin vacunas y con ciertas dosis de miedo, temor, expectación e intriga nos adentramos en este mundo de simpáticos duendes. Y pasaron cosas increíbles. La primera, que sin saberse muchas de las canciones del show -otras eran versiones clásicos de Disney, porque en este caso se trataba de un Especial Navidad- mi hija estuvo la mayor parte del tiempo levantada bailando sin parar, cosa rara en ella. Lo segundo, y no sé si más alucinante, ¡parecía que estábamos en un concierto de Justin Bieber! Los espectadores, tanto niños como adultos, iban con los nombres de las tres protagonistas pintados en chalecos, que a su vez combinaban perfectamente con pelucas y faldas. Y mientras esperábamos ansiosos que Zas, Can y Duri hicieran acto de presencia, una voz muy seria nos avisaba por megafonía que, por seguridad y en esta ocasión excepcional, los niños no podrían subirse al escenario. Y si esto hacía que mis ojos estuviesen totalmente abiertos sin apenas pestañar, aún me quedaba por escuchar cómo a punto de terminar el montaje, las tres duencillas se lamentaban por no poder atender a la salida a las peques que quisiesen hacerse una foto con ellas (también por temas de seguridad del sitio, no por falta de ganas). No había duda, los síntomas eran y son evidentes: Zascanduri es una epidemia, la fiebre infantil del momento. ¿Pero dónde había estado yo metida hasta ahora? Ah, sí, en pleno proceso de crianza de mi segunda hija de 20 meses.
Padres, madres y niños hablan de Zascanduri
Particularmente a mí me ha encantado porque Zascanduri tiene redactado un catálogo con objetivos pedagógicos que me voy a imprimir y pegar con un imán en la nevera de mi casa para ponerlo en práctica. Destaca la sensibilización por el medio ambiente y la naturaleza, el amor a los libros y a la lectura, y el fomento de la música como forma natural de comunicación. Y como en esta ocasión he acudido a ver Zascanduri “empujada” por el boca boca, he querido que otros compartan también sus opiniones al respecto.
Rocío tiene dos niñas de cinco y dos años y son las seguidoras más incondicionales que he conocido hasta la fecha. Han asistido ya a cinco o seis conciertos y siempre con un look 100% Zascanduri. “Nos gustan porque tienen canciones pegadizas y con mensaje. Mis hijas disfrutan mucho en cada uno de los espectáculos, porque no paran en el asiento, ¡están todo el rato bailando!”, nos cuenta esta mamá que casi es más fan que sus peques.
El papá de Nora (5 años) conoció Zascanduri a través de una amiga de su hija que es súper fan, bueno ella o su madre, aún no lo tiene claro. “Lo cierto es que a mi hija le encantó, no solo la música, los bailes o la historia que hay detrás con el respeto al medio ambiente, sino también por el colorido, los personajes y sus vestimentas. Después de dos meses de espera con las niñas, restando días hasta que llegara, estuvimos el pasado sábado 10 de diciembre en el concierto especial de Navidad y, como siempre, salimos muy contentos, aunque si nos ponemos exigentes hay que decir que el sonido era algo estridente, quizá por la sala en la que se representa el show”.
Carla (5 años) y Malena (casi 3) se conocen al dedillo cada uno de los temas de Zascanduri. “Las peques se lo pasan pipa con estas duendecillas», nos dice Vanesa, su madre, que añade: “A mí también me gustan porque sus shows encierran mucha moralina: tocan el tema del reciclaje, de la importancia de no perder la inocencia, de aprender a leer cuentos…. La única pega, el vestuario, ¡ya podría haber sido chaleco vaquero y falda de otro color! Pero a su favor diré que las zapatillas son guays y los colores de las pelucas molan”.
Silvia, mamá de Adriana (5 años ) recomienda los espectáculos de Zascanduri tanto para niños como para padres: “A mis 40 años he disfrutado casi tanto como mi hija, que tiene 5 años. Juntas hemos bailado y cantado los clásicos de Disney y canciones de mi infancia que hacía tiempo que no escuchaba. En Zascanduri La Magia del Bosque hay música, baile y mucha navidad. Me encantó que leyeran anécdotas de la navidad en diferentes lugares del mundo mientras decoraban el árbol”.
Y tú, ¿te atreves a entrar en el mundo de Zascanduri?
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