El abuelo siempre decía que un día aprendería a volar y, así fue, una tarde de otoño el abuelo del protagonista de esta historia emprendió el vuelo y desapareció. Ese mismo día, el niño decidió que él también aprendería a volar.
Para ello, decide empezar a hacer todas las cosas que hacía su abuelo: coleccionar objetos y sumergirse en el mundo de la lectura. Los libros le aportan una gran sabiduría y la respuesta a múltiples preguntas pero, en ninguno de ellos, el niño encuentra la enseñanza para aprender a volar. Es entonces cuando se da cuenta de que debe hacer exacamente lo que le dijo su abuelo: tener una gran fuerza de voluntad.
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