Desde hace demasiado tiempo a estas alturas del año analizo el pasado y rehago mis propósitos de año nuevo. Este 2017 no iba a ser menos… pero esta vez he querido darlos un aire nuevo, un aire de realismo. No quiero imponerme más retos complicados. Ni gimnasios ni inglés. Este año voy a mejorar mi calidad de vida prestando atención y mejorando pequeños detalles.
Dicen que la felicidad se compone de pequeños momentos felices. No hay un todo, sería imposible. Por eso este año mis propósitos son como la felicidad: microacciones que espero me lleven de cabeza a una vida mejor. ¡Ya me diréis si compartimos algunos de mis 10 propósitos!
- Mirar a mis hijos a los ojos cuando hablamos. Y disfrutar de su mirada y todos sus matices. Nada transmite tanto como la mirada de un niño.
- Llegar puntual al cole el lunes por la mañana. Si empezamos bien la semana, estoy segura de que continuaremos.
- Participar en una clase del cole, al menos 1 vez cada trimestre. No me refiero a la reunión con la profe sino a ir a contar algo a los niños. El cole nos invita y el trimestre pasado no hubo forma de escaparme. Esta vez, ya he pedido día a la tutora. Más que para los niños, participar en la vida del colegio me aporta mucho a mí como madre: me ayuda a entender la realidad en la que mi hija pasa tantas horas, me ayuda a conocer a su profesora, sus rutinas, sus pautas… ¡es un gran aprendizaje!
- Descubrir cómo hacer galletas con pepitas de chocolate…¡ y arroz con leche en la panificadora del LIDL!
- Aprender a hacer una pirámide egipcia o un avión con origami. Soy fatal con la papiroflexia, pero siempre he querido saber hacer cosas sencillas. Si lo logro, me daré por satisfecha. Y puedo practicar con los peques.
- Visitar la biblioteca al menos una vez cada 3 semanas y que sean los niños quienes devuelvan sus libros. Hasta ahora demasiadas veces se escapa papá a devolverlos para evitar la penalización.
- Enseñar a jugar a la oca y al parchís a la mayor sin dejarle hacer trampas.
- Reservar un momento del día para hablar en inglés con los niños como hacíamos hace tiempo. Hemos ido perdiendo la costumbre y se nota…
- No comprometerme a hacer cosas que no puedo hacer (ni de trabajo, ni con los niños, ni con la familia). Sinceridad 100% y dar un nuevo valor al «no» son clave este año.
- «Perder» un ratito de vez en cuando en observar a mis hijos, especialmente mientras juegan. Pocas cosas me gustan tanto como esta… Mirarlos sin sentirme culpable por no estar planchando o barriendo la casa.
Podría seguir con más «pequeñas cosas», en el blog de Hofmann os planteaba un propósito para cada mes, que también pienso cumplir, pero quiero mantener los pies en la tierra y hacer bien los 10 que me he propuesto. ¿Qué os parece, demasiado ambiciosos?