Había visto sus vídeos una y otra vez en el DVD de mi casa, había escuchado a mi hija Elena tararear sus canciones de camino a casa tras salir de la guardería hace ya casi tres años y hasta en las fiestas de mi pueblo he bailado al ritmo de Soy una taza, pero nunca había estado en un espectáculo de Cantajuegos o, quizás debería de decir, en uno de sus megaconciertos.