Los que nos seguís de manera habitual sabéis que no hay nada que nos guste más que un plan divertido y educativo, al mismo tiempo. Ayer hicimos uno de esos planes que tanto nos gustan a nosotras y a nuestros peques. Pasamos una tarde genial en Atlantis Aquarium, aprendiendo muchísimas curiosidades sobre las más de 10.000 especies que habitan en este espacio, viviendo pacíficamente en sus 20 ecosistemas diferentes.
Aprendimos mucho sobre estos ecosistemas y sobre lo importante que es cuidarlos, respetarlos y preservarlos, por el bien de nuestro planeta y de nosotros mismos.
Cuando nuestros peques acceden a Atlantis Aquarium, empieza la aventura submarina. En la taquilla, les entregan un pasaporte con un total de 25 pruebas o juegos que han de ir realizando a lo largo del recorrido. De esta manera, una vez superados los desafíos, podrán sellar su pasaporte a la salida y pasar a formar parte del club de Embajadores de Atlantis. Una manera original y divertida para que los más pequeños presten atención y aprendan jugando a estos juegos. Para que os hagáis una idea, los adultos accedemos al recinto por unas escaleras, pero los peques acceden tirándose por un tobogán. La primera de las pruebas.
A partir de aquí tendrán que superar algunos retos como cruzar puentes, hablar balleno, resolver preguntas de Trivial sobre lo aprendido, pesarse y comparar su peso con diferentes especies del mar -Pilaruca, sola, pesaba como el pingüino Juanito-, sumergirse a través de una cúpula en el interior del mar -a Carmen le sorprendió una morena que salió entre las rocas, por sorpresa- e incluso competir en velocidad con los peces más rápidos del mundo o escalar entre corales.
Os imagináis cómo se lo pasaron Carmen y Pilar, ¿no? Disfrutaron mucho con los juegos y se quedaron ojipláticas con muchas de las curiosidades que leían en los paneles, perfectamente pensados para enganchar a los más pequeños ya que, en lugar de contar características de cada animal, tipo Wikipedia, explican las curiosidades más alucinantes que podáis imaginar.
Y es que 10.000 especies diferentes, son muchas especies. Lo cierto es que es una maravilla poder observar el comportamiento de los peces en su propio hábitat y esto, para la gente que, como mucho, hacemos snorkel y no nos atrevemos a ponernos el neopreno y la bombona, es una gozada.
De hecho, la tranquilidad y el relax del que disfrutamos ayer observando las diferentes especies de Atlantis Aquarium, me recordó a cuando buceamos en el mar en verano. Estos momentos, junto a la lectura nocturna, creo que son los más relajantes del mundo. El impresionante silencio bajo el mar, mientras observas la fauna y la flora, no es comparable a ningún otro silencio.
Y en Atlantis Aquarium casi llegan a conseguir este nivel de relajación al observar la vida marítima que recrean sus instalaciones. De hecho, hay un espacio de hamacas en el suelo, tipo puf, destinadas a que el visitante se tumbe y observe el majestuoso y gigantesco acuario de enfrente, lleno de mantas, peces, tiburones y ¡hasta una tortuga careta!
Es impresionante cómo está reproducido cada ecosistema. Con qué mimo y cuidado. Tanto, que las especies se mueven e interactúan como si estuvieran en su propio hábitat. Algo que a nosotras nos fascinó. Ver cómo se perseguían y se escondían dos rayas gigantes. O cómo jugaban al pilla-pilla dos peces cirujanos. A mis hijas, y reconozco que también a una servidora, les encantaron los pingüinos Juanito, uno de los más grandes que existen. Cómo se mueven dentro del agua.
Pilar alucinaba observándoles hacer competiciones de buceo y me decía excitada: “¡mira mami a qué velocidad nadan! ¡Es alucinante! ¿Ves cómo se impulsan tan rápido con sus aletas?” Ver nadar a los pingüinos bajo el agua a esas velocidades impactó muchísimo a Pilar, pero cuando los vio cómo salían del agua de un brinco e iban a comer sardinas en la mano de los cuidadores, y luego se tiraban otra vez de cabeza al agua, le fascinó aún más. Y verlos caminar. ¿No me digáis que ver caminar y correr a un pingüino no os produce ternura? Mis hijas pudieron comprobar el frío ecosistema de los polos, con solo poner la mano en el cristal.
Hay una forma de saber cuándo a los niños les ha fascinado un plan y han aprendido cosas nuevas. Es observarles, al día siguiente, interactuar con amigos o familiares. Pues bien, mis hijas, esta misma mañana, conversaban con sus primos contándoles las cosas que más les habían llamado la atención ayer en Atlantis Aquarium. “¿Sabes que existen los tomates de mar?”, le decía Pilar a mi sobrino Javier. “¡Anda ya!”, contestaba él, incrédulo. ¡Lo han terminado buscando en Google!
Carmen también le contaba a su prima que el tiburón, cuando se aparea, hiere a la hembra porque le agarra con sus grandes colmillos la aleta. Y le enseñaba las fotos tan impresionantes que tomó ayer de las diferentes especies.
Creo que otra de las zonas que más les alucinó fue la de los peces venenosos, como el pez león, el globo o el dragón, del que también les llamó la atención que se llama así porque, si te pincha con una de sus aletas, que suele desplegar, notas como si se te clavase un clavo ardiendo en la piel. Esperemos no comprobarlo en nuestras carnes…
Pero las estrellas de la visita fueron, sin duda, los tiburones del acuario gigante. Mi pequeña no les quitaba ojo. Observaba su mirada, su boca, sus aletas, lo grandes que son… Y cómo nadan todos juntos. Aunque también les llamó muchísimo la atención el comportamiento y la fisionomía de las rayas. Sobre todo, la parte de abajo, que es la más desconocida, cuando giraban y se les veía la “tripa”, cerca del cristal, las niñas observaban su boca y sus branquias.
Como contrapunto, mucho más pequeñitos de tamaño, los caballitos de mar, las estrellas y el cangrejo ermitaño también nos llamaron mucho la atención. Hubo un momento en el que Carmen estaba observando una preciosa estrella roja y yo le dije: “que sepas que también te están observando a ti”.
Mi niña alucinó cuando vio que, pegado a las piedras del fondo, totalmente mimetizado con las mismas, un par de ojos de un pez, la observaban sin perderla de vista.
Si os habéis quedado con ganas de ver el mar esta Semana Santa, lo tenéis mucho más cerquita de lo que pensáis. Atlantis Aquarium está en el Centro Comercial Madrid Xanadú, ubicado en el municipio de Arroyomolinos. Toda la información y venta de entradas en www.atlantis-aquarium-madrid.es.
Qué chulo!!!! Y bien cerquita de casa!
Hay que ir sin falta, pinta muy bien
Que bonito e interesante lo visitaré nada más tenga ocasión.