Hay películas tan míticas que, cuando se llevan al teatro, si se introducen variaciones, se estropea la esencia de la historia. Por eso me ha gustado tanto Dirty Dancing El Musical. Porque tienes la sensación de estar viendo la genial y aclamada cinta, en un escenario, en vivo y en directo. Algo que tiene muchísimo valor por la dificultad del espacio único que supone el escenario de un teatro, limitación que el musical Dirty Dancing salva con creces y ¡con sobresaliente!
Antes de entrar en el Espacio Delicias, lo que más complejo me parecía era cómo llevarían a cabo la escenografía tan cambiante de la película. Me declaro fan absoluta e incluso, algo friki, de este clásico de los 80 y mi niña mayor también lo es. Nos preguntábamos ¿cómo salvarían la escena del agua ensayando el salto? ¿cómo harían la escena del coche, cuando vuelven de la actuación en el hotel vecino? Pero la resolución de la escenografía es de diez. Se trata de un decorado móvil y articulado que te introduce en la trama al cien por cien. Tan pronto estás en los exteriores del hotel Kellerman, como en su restaurante, en las habitaciones de los huéspedes, en las de los empleados… Una pasada, el dinamismo con el que consiguen recrear la película, sin que el movimiento escenográfico te desconcentre de la historia. Desde el minuto cero estás en el interior del hotel Kellerman, ya que, al entrar, encuentras el techo del patio de butacas decorado con las banderolas emblema del hospedaje y la banda de música del Kellerman está tocando en directo temas de los 60, ataviados con un chaqué blanco.
La parte más compleja de los exteriores del hotel, como la del ensayo del salto, la del equilibrio sobre un tronco en un bosque o la vuelta en coche, quedan totalmente resueltas con una proyección muy realista en la que los protagonistas se cuelan por detrás, mimetizándose con la imagen. Es magia. La magia del teatro.
Pero Dirty Dancing El Musical no solo tiene una escenografía de diez. También su elenco es excepcional. De hecho, cuando ves a Dani Tatay y a Sara Ávila bailando de lejos, desde el patio de butacas, parece que estás viendo a Johnny y a Baby. Y a Fanny Corral, como Penny y al primo de Johnny (Mark Flynn), al doctor Houseman (Antonio Reyes)… Sus movimientos, su vestuario, su interpretación y, sobre todo, sus bailes, están perfectamente cuidados y reproducidos. Los intérpretes son bailarines impresionantes.
Las coreografías que llevan a cabo Fanny y Dani son exactamente iguales que las de Penny y Johnny, cuando dan clases en el Kellerman. Es impresionante verlos bailar en directo. Por su parte, Sara Ávila, borda también su papel “patosillo” del personaje de Baby aprendiendo a bailar. Y Lilian Cavale, como Lisa Houseman, la hermana de Baby, es una de las actrices que más nos gustaron. Nos hizo reír muchísimo, tanto a la peque, como a nosotros, con su actuación de cierre de temporada del hotel. Clava el papel de Lisa Houseman.
Más puntos a favor de Dirty Dancing: la música en directo. La interpretación preciosa y en directo de los temas -sin traducir, otro punto a favor- más míticos de la película hace que te introduzcas aún más en la escena. Y, por supuesto, los temas originales Hungry Eyes, Hey Baby! O Do you love me? Sin olvidar el mítico temazo central del baile The time of my life, hicieron a más de uno en el público gritar y jalear las interpretaciones y los bailes.
Y después de hablar de la parte más técnica, quisiera daros mi más sincera opinión y sensación y la de mis acompañantes (mi niña mayor, de 11 años y mi marido). Cuando ves que el público jalea, interactúa y llora con una obra, está claro que está bien hecha. Y esto sucede con Dirty Dancing. Me emocioné en varias partes del musical, por lo bien llevado que está a escena y porque volví a revivir las mismas sensaciones de cuando vi la peli por primera vez, en mi niñez. Fue una pasada poder ver, en vivo y en directo, las escenas que siempre me han fascinado tanto en la película: los ensayos de Baby, Johnny y Penny; la escena del brazo y las cosquillas; las de los bailes tan sensuales de los empleados del hotel Kellerman y, por supuesto, ese baile final con ese salto que todas, de pequeñas, queríamos hacer. Presenciar esos míticos diálogos que ya han pasado a la historia del cine: “traje una sandía, ¡qué frase tan original!”, «este es mi espacio y ese es el tuyo, yo no me meto en tu espacio, ni tú en el mío» o “no permitiré que nadie te arrincone”.
Volvería a ver mil veces el musical Dirty Dancing y lo disfrutaría tanto como la primera. Es oro puro. Por supuesto, os lo recomiendo para ir en familia -con niños a partir de los 11 años, más o menos-.
Las entradas las podéis comprar en www.dirty-dancing.es. El musical estará en el Espacio Delicias hasta el 16 de octubre. Además, para los que no conocéis este Espacio, hay una amplia zona de restauración para tomar algo.
Para los de mi época Dirty Dancing es todo un referente y poder volver a vivirla a través del musical puede ser una buena experiencia, seguro que iremos al teatro a verla. Como siempre un fantástico plan que nos ofreceis