“Cantando bajo la lluvia” es un musical imperdible. Así de tajante comienzo estas líneas, con la emoción, el buen rollo y la felicidad aún metidos en el cuerpo. Me parecía complicadísimo llevar la aclamada obra de 1952 a la escena teatral, 70 años después. Pero Ángel Llácer y Manu Guix lo han logrado ¡y con matrícula de honor! Se trata de un espectáculo que te trasladará a la época dorada de los grandes musicales en Hoollywood. Un trabajo impecable en cuando a escenografía y utilización de los espacios, elenco, música y coreografías, vestuario, guión… Todo ello aderezado con toques de amor, humor, música y plasticidad.
Cuando tienes en mente un clásico de la historia cinematográfica tan aclamado como “Cantando bajo la lluvia”, el listón está muy alto de por sí. Cuando se abre el telón es imposible que no venga a la mente la imagen de Gene Kelly, pero, al ver a Miguel Ángel Belotto actuar, bailar y cantar, estás viendo a Don Lockwood. Al verdadero, al genuino protagonista de la obra. Lo mismo sucede con su inseparable Cosmo Brown, encarnado en la obra por Ricky Mata, que merece una mención especial por sus geniales dotes artísticas y por un papel que se nota que ha trabajado a conciencia. Su interpretación de “Haz reír” (“Make’em laugh”) es para quitarse el sombrero: perfectamente interpretada y cómica, sin pasarse. Vimos mucho “sello Llácer” en los gestos de este maravilloso actor. Se nota la dirección del catalán. Diana Roig interpreta a Kathy Selden, con toda la dulzura y belleza del personaje y borda el papel.
Debo hacer un punto y aparte para hablar del personaje de Lina Lamont, interpretado por Mireia Portas. Fue una delicia descubrir a esta actriz y disfrutar de su magistral interpretación. Arrancó múltiples carcajadas al respetable con esa voz de pito, ese canto desagradable y esa pésima dicción. Sobre todo, en las clases con su logopeda. Vaya por delante mi reconocimiento al papelón de Portas. Genial, su número musical “¿Por qué a mí?” El resto del elenco y los bailarines son fabulosos también, con impresionantes coreografías, obra de Miryam Benedited, que combinan números de jazz, soul y hasta claqué, tan años 20… El precioso y elegante vestuario, de Miriam Compte, tiene también mucha “culpa” de lo alucinante de la puesta en escena del musical.
La escenografía tampoco deja nada a la improvisación y está perfectamente integrada y estudiada. Impresionantes decorados móviles que te introducen, literalmente, en el Hoollywood de los años 20, justo en la transición del cine mudo al sonoro, momento en el que se desarrolla esta bella historia de amor. Además, la escena no se ciñe a las tablas, sino que abarca la totalidad del teatro, con personajes que aparecen por los pasillos y suben a escena o que presencian un estreno cinematográfico desde los palcos.
Las piezas musicales son un punto clave en esta obra maestra del cine. Y son tratadas con todo el protagonismo que merecen. Tocadas e interpretadas en directo, mezclan el inglés y el español, sin que esto chirríe. No faltan, por supuesto, “Singing in the rain” o “Good Morning”. Los efectos de luces son clave en el desarrollo de la obra y las proyecciones en pantalla de cine mudo son un recurso que me fascinó. ¡Por cierto! Uno de los momentos más esperados por el público era el de la interpretación del tema central, ya que la lluvia ¡es real! Se escuchó un “¡Ohhhh!” generalizado del respetable.
En esencia, no os podéis perder esta maravillosa obra musical que estará en cartelera, en el Teatro Apolo de Madrid, hasta el 27 de noviembre. Venta de entradas en www.cantandobajolalluvia.es
Algunos datos
- Más de 1000 litros de agua caen en la escena de la lluvia, que se reciclan.
- 190 cambios de vestuario.
- 75 cambios de escena.
- 23 actores y bailarines.
- 9 músicos.