Roma: un viaje al pasado, en familia.

No hace falta coger el DeLorean de Regreso al Futuro para viajar en el tiempo. Solo con viajar a la capital de Italia vamos a disfrutar, junto a nuestros hijos, de unos días repletos de belleza e Historia (con mayúscula). Si estás pensando en ir a Roma, desde Mamá tiene un plan te animamos a que disfrutes sin agobios pensando en todo lo que hay que ver. Roma merece una segunda, tercera o cuarta visita, sin duda. Tenemos toda la vida por delante. Viajar con peques tiene otros ritmos, pero en tres o cuatro días seguro que vas a poder disfrutar de todo el encanto de esta maravillosa ciudad. Eso sí, lo primero que tienes que hacer cuando termines de leer nuestro reportaje es echar un ojo a https://www.turismoroma.it/ y también aquí.

Nosotros fuimos en avión hasta el aeropuerto de Fiumicino y allí cogimos un taxi hasta el centro de la ciudad que nos costó 50 euros. La carrera de taxi cuesta exactamente lo mismo desde este aeropuerto hasta cualquier punto de la ciudad. Y lo mismo a la vuelta.

Nos alojamos cerca de la Porta Pinciana, al lado del maravilloso y enorme parque de la Villa Borghese y a unos quince minutos andando de lugares míticos como la Plaza de España o la Fontana di Trevi. Roma es una ciudad para pasear. Es cierto que es muy grande y que también hay que moverse en metro y sobre todo en autobús, pero lo ideal es recorrer sus calles, plazas y monumentos dando un paseo. Por cierto, muy recomendable la opción de la Roma Pass de 48 o 72 horas. Incluye más de 45 museos, monumentos, áreas arqueológicas y Experience, incluyendo la Galería Borghese y el Coliseo con disponibilidad de acceso garantizada. También la visita al Área arqueológica del Circo Máximo, la experiencia inmersiva y multisensorial de Realidad Aumentada de Circo Maximo Experience. Y, sobre todo, que te puedes mover por la ciudad disfrutando del transporte público sin problema alguno.

Antes de viajar a Roma os recomendamos compartir momentos de calidad con vuestros hijos hablando de la ciudad, viendo alguno de los múltiples documentales que hay sobre su historia, leyendo cómics de Astérix o viendo alguna película clásica con ellos (dependiendo de la edad que tengan, claro. No es lo mismo ver Gladiator que Ben Hur o Quo Vadis). También hay guías para peques como “Mi primera Lonely Planet” o “Roma. Rutas divertidas”.

Ya estamos en Roma, ¿y ahora qué?

Ahora toca disfrutar. Toca jugar a buscar las iniciales SPQR en cada rincón de la ciudad. Toca asombrarse con cada iglesia (y no dejar de pasar un ratito a cada una de ella por dos motivos importantes: 1- siempre encontraréis una joya pictórica o escultórica 2- en verano se está muy fresquito). Toca tomarse un helado gigante durante el paseo. Toca sentarse en algún banco a disfrutar de alguna fuente o de alguna plaza. ¡Por cierto! Cuidadito con sentarse en las escaleras de la Plaza de España. ¡Está prohibido! Y sinceramente, creemos que con toda la razón del mundo. La Plaza de España es uno de los lugares más bonitos de Roma. Esas gigantescas escaleras, repletas de flores coloridas, con la fuente barroca de la Barcaza en medio de la plaza y con la iglesia de Trinità dei Monti arriba del todo. Increíble. Si sacáis un ratito para ir pronto y otro día al anochecer o directamente de noche, mejor que mejor.

Pero claro, si hablamos de plazas tampoco podemos olvidarnos de La Plaza Navona ni de la Plaza del Pópolo. A ver, este reportaje no pretende ser una guía de viaje. Tampoco podríamos, la verdad. Aquí os dejamos algunas pistas para disfrutar en familia de esta ciudad que nos ha enamorado completamente. En la Plaza del Pópolo está el Museo de Leonardo DaVinci. Es muy divertido para ir con peques. Hay reconstrucciones de bocetos del maestro del renacimiento y algunos se pueden tocar y manipular. Y de museo y museo y tiro porque me toca. Los Museos Capitolinos son los grandes olvidados cuando se va a Roma pocos días. Lo entendemos, pero… ¡son tan increíbles! ¡Son tan espectaculares! Ojalá podáis sacar una mañana o tarde para disfrutar de la estatua de Marco Aurelio, El Gálata moribundo, la gigantesca cabeza del coloso y por supuesto la famosa loba capitalina con Rómulo y Remo. Por cierto, merece la pena contarles la leyenda de Rómulo y Remo a nuestros peques antes del viaje. Si no podéis entrar en los museos por falta de tiempo (o de presupuesto), merece la pena subir las escalinatas y ver la recreación de la loba capitalina en el exterior. Es gratis, claro.

Justo al lado está el Monumento a Víctor Manuel II, conocido jocosamente por los romanos como “La máquina de escribir”. Algunos dicen que es muy feo. A nosotros nos pareció todo lo contrario. Es cierto que es grandilocuente y que tiene poco más de cien años, pero su mármol blanco es absolutamente precioso.

Desde allí se pude ir dando un paseo hasta el Panteón de Roma en apenas un cuarto de hora. El Panteón impresiona. Sus columnas exteriores gigantescas vinieron desde una cantera egipcia en una sola pieza. ¡Y miden 14 metros! El Panteón de Agripa cuesta cinco euros y os animamos a sacar las entradas por internet para evitar las colas. La bóveda interior hecha de hormigón con un gran agujero en su cúpula es absolutamente espectacular. Y además está enterrado dentro el maestro pintor renacentista Rafael (buen momento para contar a tus hijos por qué las cuatro Tortugas Ninja se llaman como se llaman). Caminando a menos de diez minutos de allí llegarás a la Fontana di Trevi.

Monumentos imprescindibles.

Me acabo de arrepentir de poner este pequeño título. Es que todo es imprescindible, pero ya sabes que no da tiempo a todo. Así que empezamos con la Fontana di Trevi. Uauuuuu. Uauuuuuu. Uauuuuuuuuu. Aunque la hayas visto en películas, en documentales o en fotografías vais a flipar con esta maravillosa fuente. Tiene un ancho de 20 metros y una altura de 30. Te toca darle una monedilla a tus hijos para que la lancen dentro. Dicen que tienes que estar de espaldas y echar la moneda con la mano derecha por el hombro izquierdo para volver algún día a Roma. Si no quieres que tus hijos le den a algún turista, mejor que la lancen a su estilo.

Otro de los imprescindibles es La Bocca della Verità. De verdad, de verdad, de verdad que merece la pena hacerse una foto con la mano dentro de la boca de la famosa talla de la cara de un hombre barbudo. Pero dile a tus hijos que cuidadito si han dicho muchas mentiras porque… ¡Ñam, ñam! Por cierto, la entrada es gratuita y está en la Iglesia Santa María in Cosmedin.

Y vamos a terminar con la visita del Foro Romano y eso que te extraña que todavía no hayamos nombrado y que todo el mundo quiere ver en la ciudad. ¡Paciencia! Por cierto, hay una entrada combinada del Foro Romano y el Coliseo (¡ya lo he dicho! Si es que no me aguantaba). El Foro era la zona central de la ciudad. Tenemos que explicar a nuestros peques que allí estaban las instituciones de gobierno, de mercado y religiosas. Allí está el Tempo de Cástor y Pólux, el Arco de Septimio Severo, el Templo de Vesta, el Arco de Tito y mucho más. Lo ideal es llevar algún guía que nos cuente todos los secretos, pero es cierto que es un lugar muy grande y quizá los niños más peques no aguanten mucho tiempo. Sobre todo teniendo en cuenta que justo al lado está…

El Coliseo

Dicen que hay que dejar lo mejor para el final, ¿verdad? El Coliseo impresiona. El Coliseo hipnotiza. El Coliseo te hace vibrar. Es gigantesco. Y sí os sí tienes que visitarlo con guía. Merece la pena que te cuenten de primera mano todo sobre los gladiadores, los animales que llevaban a los distintos espectáculos, los incendios y terremotos que sufrió esta maravillosa estructura que es una de las nuevas siete maravillas del mundo junto a Chichén Itzá, la Estatua del Cristo Redentor, la Gran Muralla China, Machu Picchu, Petra y el Taj Mahal.

Pero Roma es mucho más, familia. Y tienes que descubrirlo por ti mismo después de leer hasta aquí. Un último consejo: sigue las redes sociales de Turismo de Roma para no perderte absolutamente nada o por si tienes que contactar con ellos. Puedes encontrarlos aquí en Facebook , aquí en Instagram o aquí en Twitter .

Víctor R. Alfaro

Locutor de Sol Radio y escritor de «Alejandro y la gorra del tiempo», «La cazadora de ranas», «Piedrita Troglodita» y muchos más.

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