“Tierra arena, juega, juega, tierra arena de color marrón, tierra arena, suena, suena, tierra arena en la boca no”. A una semana del espectáculo de Aúpa Leré esta dulce canción aún me acompaña.
Después de tenerlo mucho tiempo en nuestra agenda de imperdibles, el domingo último fuimos a la función de la compañía Percumento en el Teatro del Barrio. Con una sencilla puesta en escena, los instrumentos expuestos, Vera Garrido y Antonio Cimadevila (el director de la compañía) nos sumergen en el mundo de la percusión al ritmo de tambores, congas, cascabeles y platos, entre otros instrumentos acústicos de varias partes del mundo.
El hilo conductor del espectáculo es el recorrido por los elementos de la naturaleza: agua, aire, tierra y fuego, y en cada parte se usan instrumentos de la familia de la percusión para asemejar los sonidos de estos elementos. Algunos insólitos como una simple lámina de plástico, que evoca el sonido del aire al soplar fuerte, que es la delicia de los niños. Cuando le he preguntado a Súper Ju (mi pequeña mayor) qué parte le ha gustado más de la obra me ha dicho los sonidos de la tormenta. Yo la vi absorta. Alguno que otro niño se asustó pero ella no.
Transversalmente a toda la obra canciones con letras sencillas y rítmicas, como la que abre esta crónica, que emocionan y encandilan. El resultado: una obra bonita y potente. Los niños la disfrutan; los más pequeños balbucean o dan palmas (mi pequeñina, una de ellas), los más grandes (como mi pequeña mayor) se mueven al ritmo y tararean o repiten ma-má, pa- pá siguiendo el estribillo que Cimadevila ha creado. Pero no sólo ellos. Los mayores nos movemos al ritmo (aunque la timidez nos paraliza un poco). ¡Música viva! Un deleite para los niños y para los mayores al conectarnos con los recuerdos de infancia. Se trata de una experiencia musical para todas las generaciones reunidas en la sala, en la que prevalece un ambiente de intimidad y cercanía. No se usan micrófonos y sólo un modesto juego de luces.
En la segunda parte se reparten maracas adaptadas para los niños y los mayores para acompañar en la percusión. Empezamos tímidamente para ir subiendo en intensidad. Llegados al mambo de Pérez Prado la sala vibra, tras 50 minutos, un tiempo preciso para que los pequeños estén atentos y siguiendo la obra.
La apostilla. Al terminar los niños pudieron tocar algunos de los instrumentos musicales que tanto habían disfrutado, aunque eso sí eché en falta conocer algo más de ellos (muchos de los cuales parecían de fabricación artesanal), de la mano de los intérpretes.
Apelando a los sonidos más instintivos como la voz, el cuerpo, y los sonidos de la naturaleza Aúpa Leré nos lleva a compartir colectivamente una experiencia única de belleza, de música, ¡de vida! Muy recomendable para los pequeños, y los grandes de la casa.
Redacción de Sheilla Díaz Frisancho
Como muy bien dice Sheila en su comentario final, es una experiencia musical recomendable para los niños y también, por qué no, para los mayores. Lo único que eché en falta al finalizar la actuación fue, efectivamente, algún tipo de explicación acerca de los instrumentos utilizados, si bien por otro lado hay que dejar a los propios niños que experimenten por si solos. Un cierto equilibrio en esta cuestión sería recomendable, a mi entender.
Acertada reseña que nos transporta a lo largo de la obra introduciéndonos en ella. ¡Enhorabuena Sheila!
Hola Javier: muchas gracias por comentar. Sí, cómo dices, tal vez lo mejor sería encontrar el punto medio para saber más el origen y detalles de los instrumentos usados y que los niños puedan experimentar con ellos, con cierta libertad.
Gran exposición Sheila, dan ganas de asistir. Habrá que llevar a los peques, gracias!
Gracias a tí. Espero que lo disfrutes.