Me sigue sorprendiendo todo lo que la maternidad me enseña día a día y también que me lleve por nuevos caminos, poco explorados antes de ser madre, como es mi relación con la ópera. Mi contacto con este género musical había sido muy escaso. Hasta ahora. El último sábado asistimos a ver Peter Pan en el país de la ópera, una hermosa obra que combina armoniosamente la famosa historia de este personaje y la ópera.
A verla fuimos por dos razones: la historia de Peter Pan es muy conocida por mis niñas (por Julia con sus cinco años por supuesto y por Oli con sus dos años) y además se incluía la ópera en la obra como hilo conductor. El primer contacto de Julia con la ópera fue el año pasado, con cuatro años, con La flauta mágica y el resultado fue abrumadoramente positivo.
Hasta muchísimo tiempo después imitaba (o lo intentaba) el aria de la reina de la noche. Lo disfrutó mucho y nosotros también. Además me resultó atractiva la propuesta de acercar la ópera a los niños de una manera más sencilla, que difiere a la formalidad y la pompa que, a veces, caracteriza a este arte y lo vuelve elitista. Teníamos muchas ganas de verla.
Pues nuestras expectativas fueron más que superadas. Porque la obra nos ha encantado. Todo encaja: la puesta en escena, la caracterización de los personajes, la interacción con el público que ha sido sostenida todo el tiempo, y la historia adaptada, dedicada a la ópera teniendo de fondo a Peter Pan, y a los famosos personajes de la historia: Wendy, sus hermanos Michael y John, y el célebre capitán Garfio. Las risas, además, se han dado a lo largo de los 60 minutos de la historia.
Al comenzar la obra la aparición de los actores se da desde los diferentes lados de la pequeña y acogedora sala, del Teatro Quevedo, lo que produce cercanía entre el público y los intérpretes y esta relación irá in crescendo a lo largo de la obra. La historia hace, en esta primera parte, un recorrido musical, con una breve explicación de Peter Pan, por piezas de famosas óperas de Pergolessi, Puccini y Verdi, entre otros, hasta que la narración se ve interrumpida porque Wendy le envía un mensaje pidiendo ayuda, porque el temible Garfío ha encantado a sus hermanos.
Peter Pan interactúa con el público, hace preguntas a los niños y a los padres mientras tanto veo a mi pequeñina Oli, que no se pierde detalle y participa activamente: levanta los brazos, y se mueve al ritmo de Rigoletto, de Verdi. Una delicia verla disfrutar. Cabe resaltar la interpretación que hace Camilo Maqueda de Peter Pan que engancha al público de principio a fin, y quien también firma la historia y el montaje.
También en la primera parte se produce una incursión de los niños en el escenario para ayudar a encontrar a Garfío. Julia, mi pequeña mayor, subió como voluntaria y disfrutó muchísimo de esta aventura (una gran experiencia, de seguro). Aunque se asustó un poco con la imponente aparición de Garfío, que está muy bien caracterizado y cuya interpretación de las piezas de ópera es de destacar, para ella ha sido lo mejor de la función. Durante toda la obra se cantan varias composiciones de conocidas óperas, y algunas te emocionan. Seguidamente los niños participan otra vez, y tendrán que hacerse pasar por los piratas de Garfío y así encontrar la llave que liberará del hechizo a los hermanos de Wendy. A algunos de los peques se les ve fascinados, otros alertas y expectantes ante tal desafío.
Se suceden las risas con el capitán Garfío a cargo, pero en realidad durante toda la obra también, y es que la complicidad entre los espectadores, los mayores y los pequeños, y los actores ha sido la constante. La obra, de la compañía teatral Ópera y tú, cierra al ritmo del Brindis de la Traviatta y todos participamos en el colofón de esta encantadora puesta en escena. Al salir las niñas y yo salimos felices, inyectadas de ópera y dispuestas a más. Qué bonito, pensaba, acercarnos juntas al mundo de la ópera.
Redacción de Sheilla Díaz Frisancho
Hola; gracias Sheilla porque la obra nos ha encantado… aunque no estaba muy segura si a mi niño (3 años) le iba a gustar, mis dudas quedaron despejadas una vez ahí. Lo vi subirse al escenario y aunque era el más pequeño de los niños allí presentes y un poco tímido realmente participó en la obra y no fue un mero figurante; Luego otra vez en la butaca no quitar ojo de la obra, mover los brazos al compás de la música, etc. Y cuando terminó nos dijo medio triste y medio molesto… «no quiero que termine». Un éxito para mi niño! También fue bueno para nosotros… lo percibí como una píldora de vitaminas para el alma. Hay que verla!
Gracias a tí. Me alegra que hayáis disfrutado en familia de la obra y en especial que el peque la haya pasado genial.