Es curioso cómo funciona la memoria a largo plazo. Los recuerdos de mi niñez que más nítidos permanecen en mi cabeza son los de los momentos más felices. Y entre ellos están mis visitas al Parque de Atracciones con la familia y los amigos. Tengo perfectamente grabadas en mi memoria ciertas atracciones, como el barco de los obstáculos, la montaña rusa Siete Picos, el trenecito fantasma o la atracción de los espejos que te deformaban en cuerpo, incluso la ubicación de cada una, las emociones que me hacían sentir y lo que me divertían. También tengo grabados el miedo al pasar por delante de la Mansión del Terror, en la que a mi padre le encantaba entrar (actual Walking Dead Experience); el olor de los filetes empanados de mi madre que comíamos en el merendero y los conciertos de los que disfrutábamos en el auditorio por las noches. Creo que por eso, por muchos parques temáticos que haya en la actualidad, mi favorito siempre será el Parque de Atracciones de Madrid.
El lunes decidimos celebrar el Día del Padre en familia, en el Parque. Carmen ya lo conocía, pero para Pilar era la primera vez. Nada más entrar fuimos directos a la zona infantil de Nickelodeon y nunca he visto a mi hija pequeña con los ojos tan abiertos. Quería subir en todas las atracciones al mismo tiempo. No era capaz de decidir por cuál empezar. Montamos en los globos de Botas, en los coches de Dora, en los Padrinos voladores, en la lanzadera de Jimmy Neutron, en el autobús de Diego, entramos en la casa de Bob Esponja y condujimos los coches de choque de los Rugrats.
También montamos en el trenecito y los zeppelín que recorren el Parque y por supuesto, en el carrusel de los caballitos del tío vivo. Con Carmen montamos en dos montañas rusas: Vértigo y el Tren de la Mina –ay… mi pequeña se hace mayor, ya subiendo en montañas rusas. Pero creo que la atracción que más ilusión me hizo compartir con mi familia fue la de las barcas de la selva. Y es que es de esos clásicos que llevan ahí desde que tengo uso de razón. Disfrutaba viendo a los cocodrilos y los elefantes cuando era pequeña con mis padres y ahora lo disfruto con mis hijas. Está genial que el Parque haya introducido todas esas nuevas atracciones y que se vaya modernizando y actualizando porque, por supuesto, los tiempos cambian y las demandas del público también, pero me encanta que esta atracción siga existiendo y que conserve su esencia.
Aprovechando que también vino con nosotros mi sobrina Elena, de 15 años, mi marido no dejó pasar la oportunidad de montarse en las atracciones más extremas: la lanzadera, la tarántula, la máquina o el abismo, con la excusa de no dejar sola a la niña ¡jajaja! Por supuesto, disfrutaron los dos como niños descargando adrenalina a tope. Como mi sobrina decidió venir en el último momento, para evitar colas y tiempos de espera en las taquillas, sacamos la entrada online y así aprovechamos en 40% de descuento de Mamá tiene un Plan, que tenéis disponible, hasta el 26 de marzo. Además con la App de Parques Reunidos no tuvimos que imprimirla, solo pasar el código QR con el móvil por los tornos y voilá! Una comodidad, la verdad.
Mientras tío y sobrina disfrutaban de las experiencias más extremas, nosotras tres aprovechamos para ver el espectáculo de los personajes favoritos de mis niñas: la Patrulla Canina. Lo pasaron en grande bailando con Ryder, Chase y Marshall y tomando unas chuches.
A última hora de la tarde, cuando ya decidimos que era hora de decir hasta la próxima al Parque, mis hijas iban agotadas, pero pletóricas, asegurando que lo habían pasado en grande y haciendo el ranking de sus atracciones favoritas. A la salida, Pilar preguntaba si podíamos volver mañana. Desde luego, durante todo el día, pude ver en sus caras la diversión y satisfacción que yo tengo en mis fotos tomadas en este lugar cuando era pequeña. Espero crear en la memoria de mis hijas los mismos recuerdos felices de mi infancia en Parque de Atracciones y que ellas, a su vez, repitan esto mismo con sus hijos.
Genial el artículo de María.