Tenía yo una pediatra que siempre decía que lo mejor para curar prácticamente todo era ir al parque, aunque hiciese frío. A veces recuerdo que su receta era: «paracetamol y parque, parque, parque». Lo aconsejaba incluso en invierno siempre que no hubiera llovido y no estuviera helando.
Y es cierto que, siguiendo su consejo, nada como que interactuen con otros niños y se distraigan para que se les olvide si están un poco pachuchos y, si no lo están, se hagan más fuertes. Por desgracia no es lo más frecuente. Hace tiempo llegaba a los medios un estudio que revelaba que los niños pasan menos tiempo al aire libre que los presos estadounidenses (media hora diaria de los niños frente a 2 horas en el caso de los presos).
Una marca de detergente hace ya 6 años lanzaba una campaña dirigida a colegios llamada «Ensuciarse es bueno» con una actividad estrella en las que los niños podían «guarrear» cuanto quisieran, pintar y jugar a lo loco al aire libre para comportarse como lo que son: niños. Porque los beneficios están más que probados.
Son muchas las formas de disfrutar del sol y el aire; el parque no es lo único que podemos disfrutar ahora que llega el buen tiempo. Salidas en bici, rutas en la naturaleza, paseos descubriendo nuevas ciudades, escapadas a pueblos cercanos… todo con sol se disfruta más, ¿no os parece?
Son muchos los beneficios del juego al aire libre para los niños, pero sin duda nos quedamos con estos:
- Si tenéis jardín o terraza, o si sois de esos afortunados que tienen una parcela grandota… ¡aprovechad porque los tendréis entretenidos y pasándolo bien horas! Porque hay un montón de juguetes de exterior que harán las delicias de los más pequeños: un parque a su gusto con los elementos que más despiertan su vena creativa o su actividad física. Casitas, toboganes, piscinas hinchables… Y muchas opciones que ni imaginabais que podíais tener en casa que ya os hemos contado alguna vez. Nosotros hace un tiempo apostamos por un juguete “seguro” (no me atreví con toboganes u otros de los que pudieran caer, necesitaba que sirviera de entretenimiento mientras yo hacía otras cosas) así que optamos por una casita de la marca Chicos, bastante económica (en torno a 100€) y a la venta en un montón de grandes superficies. Con ventanas y puertas en las que es imposible que se pillen los dedos. La niña tenía unos 2 años y la casita estaba decorada con elementos del reino del hielo, muy de moda en su momento. ¡Ha jugado muchísimo con ella (y todos los adultos hemos entrado a jugar también)! A las tiendas, a merendar dentro, a esperar las cartas del cartero (le encantaba tirar pinzas por la ranura del buzón). Después de varios inviernos con sus heladas (no la hemos protegido demasiado, la verdad), este año reponemos con la nueva de la misma marca, de Superwings, el último lanzamiento. Seguramente sea el pequeño quien la saque más partido ahora…
- Pueden relacionarse con otros niños. Si vuestros peques no van a guardería y no están en edad de cole, el parque puede ser el mejor entorno para que se relacionen con otros niños. Tened en cuenta que los juegos de interactuación no comienzan hasta los 2 años así que a los más peques los veréis mirando a los mayores, copiando conductas pero sin participar en las dinámicas de juego de grupo. Esto también es bueno, crean modelos, patrones, prueban a hacer cosas que no habían visto antes…
- Disfrutar de los columpios es genial para desarrollar sus músculos, su equilibrio, aprender a saltar, fortalecer brazos y piernas… en los columpios tradicionales, el vaivén hacia delante y hacia detrás los ayudará a desarrollar el oído y, con él, el lenguaje, el habla y sus habilidades para caminar.
- Nada como jugar con la arena para desarrollar la motricidad fina. Siempre me han llamado la atención los niños que cogen agua de la fuente, mojan la arena y empiezan a hacer torres como si estuvieran en la playa. La arena del parque es mucho más desagradable, pero no importa, ellos hacen sus trabajos y ¡ay de ti si no les dejas terminar! Les sienta tan mal como cuanto a ti no te da tiempo a acabar el trabajo antes de ir a casa. A los juegos de arena les suelen seguir los de roles que les fascinan: jugar a las tiendas, a mamás y papás…
- No hay mejor escenario para desarrollar habilidades sociales: qué hacer si un niño se cae y se hace daño cuando sus padres no están al lado, cómo pedir ayuda si se encuentra en apuros para bajar de un columpio, cómo reaccionar cuando un niño le quita un juguete sin permiso, qué pueden esperar de niños mayores y de pequeños, esperar si hay cola en el tobogán… situaciones del día a día que, unas veces dirigidas por los padres y otras solitos, les hacen entender el mundo y a los que los rodean.
- Aprovechar las horas de sol les aporta, además, vitamina D, muy necesaria para el crecimiento. Esta vitamina ayuda a los huesos a absorver calcio y, por tanto, a que se fortalezcan. Por eso, a algunos bebés les recetan unas gotitas de vitamina D diarias hasta más o menos los 6 meses si nacen en época de no salir mucho a la calle (en invierno o en pleno verano, cuando no recomiendan sacar a los recién nacidos con demasiado calor). De esta forma, garantizamos que crecen sanos esos meses en los que no van a ver demasiado el sol. También depende de la zona en la que nazcan así que si no os la han recetado, no os alarméis. Hay ciudades donde no es necesario.
- Jugar en la calle les cansa más, no nos engañemos, y eso hará, sin duda que duerman mejor así que, si tenéis un peque al que le cuesta dormir del tirón o irse a la cama… ¡aprovechad! Claro que también puede ocurrir que lleguéis del parque más cansados los padres que los hijos… veremos a ver quién acuesta a quién y cómo evoluciona la noche 😉
- Hacer ejercicio, movernos nos ayuda a sentirnos mejor. Liberamos endorfinas y estamos más relajados. Por este motivo se dice que algunos perros, por ejemplo, tienen que salir al menos dos veces al día, para estar más tranquilos. El motivo es puramente químico. A las personas nos pasa lo mismo. Todo el día en casa y en el cole (o en casa y la oficina) puede volver loco a cualquiera. Hay que cambiar de escenario y si puede ser visitando un parque diferente al día o cambiando rutas para el paseo, mejor que mejor.
- Otros estudios demuestran que jugar en la calle potencia la imaginación. Los niños inventan mil y un juegos sencillos con elementos del día a día. Si no lo creeis, probad… ¡os van a sorprender!
- El juego fuera de casa además es una oportunidad maravillosa para los padres para mantenernos la margen, siempre que la situación no entrañe peligro físico para nuestro hijo o los demás. No se trata de perderlos de vista, por desgracia en esta sociedad no podemos permitirnos eso, pero sí ayuda a crear la ilusión, a que que sean los niños, solos, los que gestionen la situación sin nuestra presencia, sintiéndose libres de tomar sus decisiones. Esto mejora su autoestima y nos da los adultos la valiosísima oportunidad de ver cómo se comportan sin nosotros.
Como veis todo son ventajas así que… si me permitís cierro este artículo con un consejo sencillo y brillante que leía en el Museo Nacional de Copenhague, a la entrada de su zona infantil. Un mensaje que me parece ideal para colocar en cualquier parque para niños o, aún más, para tener presente en la vida en general, cuando paseamos por la calle:
«Cuidad unos de otros y pasadlo bien»
Totalmente de acuerdo con estos beneficios del juego al aire libre. Nosotros por todos estos motivos compramos a nuestros hijos un tobogán infantil para el jardín y colocamos también un par de columpios. ¡Nos encanta ver como salen a jugar cada día por allí!
María