Valencia para mí es una ciudad especial. Hace más tiempo del que me gustaría admitir una de mis mejores amigas se mudó allí con su familia, justo al terminar el instituto, y fue uno de los grandes terremotos emocionales que hemos vivido juntas. De repente, nuestro grupo de 4 se reducía «físicamente» a 3 y… ¡empezábamos la universidad! Ahora parece natural, pero entonces no había redes sociales (¿puedes recordar esa época?), acababan de salir los móviles y solo podíamos comunicarnos vía SMS (parece prehistoria, ¿verdad?) y controlando mucho porque se nos acababa el saldo en la tarjeta sin casi verlo… La incomunicación parecía constante…
Así que pasamos un primer año de carrera intentando adaptarnos a los cambios, trabajando en lo que podíamos (cuidando al vecino, haciendo animaciones…) para conseguir un dinerillo extra que destinar a esos viajes en Talgo entre Madrid y Valencia, para ponernos al día con prisa y con muchas ganas de recuperar esa sensación de seguridad que dan las amigas de toda la vida, con las que puedes compartir todo sabiendo que nadie te juzga, que te entienden, que te quieren, que sufren contigo aunque tu misma seas la causante de ese sufrimiento…
Esa sensación de calor, esa humedad al bajar del tren, esa maravilla de ciudad al salir de la estación son detalles que recuerdo con mucho cariño y que, a lo largo de los años se han ido repitiendo en las sucesivas visitas que hemos hecho.
Fallas (una experiencia increíble para cualquier joven al que por fin le dejan salir de casa unos cuantos días solo), las fiestas de San Vicente Ferrer (con su «concierto» de campanas tan particular como impresionante), tardes charlando frente al mar sobre la arena de la Malvarrosa preguntándonos quién sería la persona con la que compartiríamos nuestra vida, sin plantearnos aún si tendríamos hijos o no, ni cuántos, ni cómo los llamaríamos. Quedaba demasiado lejos…
Pero de repente la vida se va definiendo (un poco solo) y te descubres con unas ganas inmensas de que la escapada al Mediterráneo (¿qué familia de la meseta no convierte esos días junto al mar en su gran recompensa a todo un año de trabajo?) sea, con tus hijos. Porque los tienes, aunque entonces no entraran en tu planning. Y te ves con ellos allí, en esa misma arena, haciendo castillos.
Así que este año, en mi caso, toca Valencia. Quiero repetir el viaje en Talgo con ellos, sentir esa humedad, visitar la playa y disfrutar de una ciudad que me parece ideal para vivir: no excesivamente grande, no excesivamente pequeña, con un aire maravilloso, una luz increíble y ese mar…
Así que ya estoy organizándome ya para saber qué hacer hoy en Valencia con niños y he encontrado unas cuantas ideas que comparto con vosotros por aquí por si os lanzáis a visitar esta maravillosa ciudad o por si tenéis otros planes que sugerirme porque voy a hacer un programa súper completo 😉
- El Parque Gulliver. Fui hace tiempo y me encantó, pero ahora estoy deseando ver a mis hijos deslizarse por los toboganes que se abren sobre el cuerpo de Gulliver. Me parecen unos columpios ideales para hacer volar su imaginación… Ojalá todos fueran así! ¿Lo conocéis? ¿Qué os parece?
- La Ciudad de las Artes y las Ciencias: después de visitar el MUNCYT de Alcobendas y que salieran los dos encantados (también el peque de 2 años, aunque tenga su versión de cada cosa, claro) está claro que tenemos que ir a ver el Museo de Museos de Ciencia. Y por supuesto ver el Planetario, el Oceanografic (van a alucinar)…
- Siempre me han hablado muy bien de Bioparc y aún no lo he visto… así que creo que esta vez no me lo pierdo. Ya os contaré.
- Lo mismo me pasa con el Parque Natural de la Albufera, que se puede descubrir a bordo de una embarcación típica.
- Hay rutas guiadas para toda la familia… ¡en bici! He visto una en concreto por el barrio marítimo, que me parece súper apetecible. Tengo pendiente confirmar que puedo llevar al bebé en la bici y… ¡adelante!
- También hay rutas-taller por distintos barrios de Valencia para que los más peques descubran cómo se vivía en la Edad Media y se sientan como verdaderos caballeros y princesas de la época.
- Museo Fallero: donde se guardan los ninots salvados de la quema cada año. Un museo divertido y muy apetecible para ir con peques.
- Museo de los Soldaditos de Plomo: un museo muy especial en el que podréis recorrer la historia de España y otras escenas cotidianas… ¡representadas con soldaditos de plomo!
- Los más futboleros no pueden saltarse la visita al Mestalla donde verán el campo, vestuarios, la sala de prensa…
- Y por supuesto… ¡las playas! La Malvarrosa y Las Arenas son las dos playas urbanas a las que se puede acceder en transporte público así que… ¡estamos listos para un chapuzón desde ya mismo!
Lo que sí está claro es que un viaje con niños en esta época del año estará lleno de actividades al aire libre así que sin duda nuestro medio de transporte será la bici, que se puede alquilar en distintos puntos de la ciudad (tanto municipales como a través de empresas privadas).
Para el transporte, también me recomiendan dar una vuelta en el bus turístico y hacernos con una «Valencia Tourist Card», que permite el acceso a todos los medios de transporte 24, 48 o 72 horas, además de acceso a un montón de museos y descuentos en distintos negocios.
Aunque aún falta bastante para la escapada, como veis ya me estoy organizando. ¿Conocéis la zona? ¿Me dejo algo? ¡Contadme!
Me encanta vuestro blog, soy de Valencia y si venís alguna vez más a Valencia, os dejo un enlace para que veáis que hacer más en Valencia, excursiones, talleres, parque infantiles,piscinas, fallas…..todo enfocado para familias https://agendadeisa.com/
Valencia tiene siempre miles de opciones para viajar tanto solos como con pareja, amigos e incluso niños.
Gracias por la información siempre es bueno saber sitios nuevos donde poder llevar a los más peques.