Llevo días «entregada» a un curso online precioso: un curso de pintacaritas para niños con Froggies. Ya os contaba hace tiempo que era mi siguiente reto para dedicarme un rato a mí misma (y a mis peques) y, sin duda, lo estamos consiguiendo. Y yo que no tenía claro si podría sacar un ratito… Al final resulta que me he enganchado tanto que no paro, ¡un clásico cuando algo te gusta de verdad!
Estamos en los últimos días de curso y hemos visto cómo hacer flores multicolor, tigres, mariposas, hadas, coronas… pero sobre todo nos hemos inyectado muchas ganas de pasarlo bien con nuestros peques, súper inspirador para iniciar las vacaciones con ganas de juego.
De todas formas os diré que si algo he aprendido en este curso es a relajarme un poquito. La primera sesión de pintacaras que hicimos la pasé un poco atacada. Teníamos tantas ganas de empezar que nos pusimos en el primer sitio que pillamos, sentados en el suelo, con las pinturas por todas partes, el spray del agua por ahí tirado, el vaso, los pinceles…
Desastre total. Imaginaréis que no fue una buena idea con un peque de 2 años hipercurioso, con muchas ganas de hacer sus primeros pinitos en esto de pintar caras (y en todo lo que sea descubrir nuevos juguetes). Acabó el agua por el suelo y todo lleno de pinturas Snazaroo, sin forma ni concierto, por todas partes. ¡Menos mal que se limpian bien! De todas las superficies, debo decir: sofás y cortinas incluidas.
Tuvimos que cambiarnos de sitio y empezar de nuevo, borrando todo lo pintado porque estando pendiente del pequeñajo, era imposible no liarla (mucho), así que no dábamos pie con bola.
En un momento, me di cuenta de lo que nos falla cuando estamos juntos, lo que no nos deja disfrutar al 100% (o no me deja a mí) y no os sorprenderá si os digo que mucha de la culpa la tenía yo, una vez más, y no los niños (evidente).
Lo vi claramente con el pintacaras porque es un momento de diversión intensa, que se centra en unos minutos, en el que los niños están emocionados, tensos y los mayores estamos concentrados, sin posibilidad de tenerlo «todo» controlado como acostumbramos y, no os lo niego, en ese momento también un poco nerviosa (era mi primer pintacaras en serio).
Así que os paso mi decálogo para pasarlo bien con los pintacaras (y con vuestros hijos en general):
- No mires el reloj, ve sin prisas
- Organiza el espacio y conviértelo en zona segura, así no te tendrás que preocupar: Pon las pinturas, agua y otros elementos que quieras conservar fuera del alcance de los más pequeños
- No intentes tenerlo todo controlarlo
- Olvídate de las manchas, todo se puede lavar. Relájate y disfruta
- Deja que los niños participen: ¡que los pequeños también os pinten!
- Tírate al suelo, disfruta del aire libre (nada como pintar bajo el sol), sueña…
- No dejes que el juego se quede ahí, después del pintacaras, ¡que no acabe la diversión!
¿Cuáles son vuestras claves para pasarlo bien con los peques? ¿También es el reloj y el orden lo que más os agobia? ¡Contadnos!
Estoy totalmente de acuerdo con tu artículo, de los hijos hay que disfrutar y sacar todo el tiempo posible, pero siempre y cuando fortalezca la relación entre toda la familia y no la quebrante por demasiadas actividades innecesarias. Tengo conocidos que pasan horas con ellos delante del ordenador. Algo que veo totalmente desproporcionado.