Probablemente muchos habéis oído hablar del teatro negro y, si habéis viajado a Praga quizá hayáis asistido a una representación en la ciudad que vio nacer esta técnica. Yo, a pesar de conocer la capital checa, nunca había asistido a una obra de estas características hasta el otro día, que fuimos a ver ‘El truco de Olej’ al teatro Fígaro. Para los que no sepan en qué consiste el teatro negro, se trata de una representación en la que, sobre un fondo oscuro, los actores dirigen marionetas que, debido a la iluminación, adquieren un brillo fosforescente. A estos actores no se les ve, pues también van vestidos de negro, de forma que se funden con el fondo del escenario -explicado muy a grosso modo-.
A las niñas no les quise explicar lo que iban a ver para que se sorprendieran y creo que hice bien porque su cara y su expresión cuando comenzó el espectáculo, no tenía precio… De repente sobre la oscuridad empezó a tomar forma un circo y apareció el maestro de ceremonia, junto con Olej, un niño barrendero cuyo sueño es ser mago del circo y quiere ‘colarse’ en el espectáculo para mostrar su genial truco.
El maestro va presentando uno por uno a los artistas. La primera actuación, un personaje femenino que interactuaba con bolas, fue la más impactante para todos. Cuando los niños vieron que las bolas flotaban en el aire haciendo todo tipo de formas se oyó un ‘Ooooohhhhh’ generalizado en todo el teatro. Carmen decía: ‘no puede ser mamá, ¿cómo lo hace?’ y su amiga Natalia, que vino con nosotros, debatía con ella si eran personas o eran marionetas. Además, todos los números están realizados con una cuidada ambientación musical.
Como en todos los circos hay malabaristas, equilibristas, payasos… Pero con pequeñas diferencias, como que el malabarista de repente de desarma para volver a recomponerse de las formas más disparatadas; el equilibrista es del tamaño de Pulgarcito y los payasos son personajes muy pero que muy especiales… Por supuesto, Olej al final, logra colarse en el espectáculo y realiza un truco de lo más sorprendente, que no os vamos a desvelar.
Desde luego es una obra para no perderse porque hay pocos espectáculos en los que disfruten mayores y pequeños a partes iguales. Yo salí muy satisfecha, con la sensación de haber asistido a una representación original y llevada a escena con mucho mimo. Se nota cuando un trabajo está cuidado y en esta obra todo está pensado al milímetro: la música, la iluminación, la coordinación de los actores… Además, me encantó que al final, la Kompañia Romanelli al completo, saliera a explicar a los más peques, con la luz encendida, cómo hacían alguno de sus números y les presentaran a las marionetas. Incluso Carmen se acercó a preguntarles cómo hacían para no ser vistos y uno de los artistas le explicó que con la vestimenta negra y le mostró la máscara que se ponían en la cabeza. A la salida del teatro, me confesó que le había encantado porque no había visto nunca nada igual.
Si no os queréis perder ‘El truco de Olej’ estará hasta el próximo 19 de agosto, de martes a sábado, a las 19.30 horas, en el teatro Fígaro de Madrid. Además, podéis participar en nuestro sorteo de 4 entradas dobles para el 28 de julio.