Hacía tiempo que queríamos ver esta obra con un título tan evocador: Ayer merendamos en la luna, de la compañía PiedraPapelTeatro. No sé si os pasa a vosotros, pero todo lo que tenga que ver con bebés y lunas, tiene éxito. Si hay una luna o un sol de por medio, la fascinación está asegurada.
Si nunca habéis estado en un infantil en el Teatro Cofidis, os contamos: No os asustéis por el tamaño del teatro. No penséis aquello de «mi niño no va a ver nada en una sala tan grande». Las obras infantiles, especialmente las de bebés, no tienen lugar en la sala principal, sino un piso por encima, en una sala más pequeña con amplio espacio delante del escenario para que los niños se sienten con sus padres cerquita de la escena.
A esta sala se accede por escaleras. No hay ascensor. Parece un dato irrelevante pero no lo es si tenemos en cuenta que las escaleras son las de entrada al teatro más las de subida al piso correspondiente. En el pase en el que estuve coincidí con un par de madres solas con sus bebés y una familia con gemelos, entre otros. Los carritos se pueden dejar abajo, hay espacio de sobra, pero no para todos es cómodo (a veces llevamos tantísimas cosas en las bolsas que abandonarlas te hace sentir como si hubieras dejado una mano por el camino).
Dejando a un lado el lugar, que salvo las escaleras y una leve corriente que se abría paso entre las cortinas de entrada (no llegaba a la zona del escenario a cuyos pies se sientan padres con niños), es un espacio más que agradable, con el encanto de los teatros de siempre.
Sobre la obra… Hablábamos de la luna y del éxito asegurado con tan romántico elemento… No esperéis la luna en esta obra porque no está. Al menos no como parte principal. La merienda en la luna, como bien dice su título, fue ayer. Hoy los amigos protagonistas de la obra: actor y actriz que dan vida a un niño y una niña que juegan sin descaso, se van a merendar al campo. Que tampoco está mal. Tiene sus encantos.
La obra cuenta con música en directo (piano) que, desde mi punto de vista es en gran punto fuerte del montaje, junto con un colorido vestuario, otro de los factores clave.
Los dos niños se concentrarán en poner todo en orden en esa merienda suya tan importante. Porque están jugando, pero merendar es una cosa muy seria. Mantel, tacitas, clásica cesta de picnic, manzanas… todo va saliendo de esa cesta y haciendo de ese encuentro una verdadera merienda.
La niña parece un poquito mandona, el niño algo pasota. Los dos, grandes amigos que juegan, ríen, se toman el pelo, bailan e incluso se enfadan y reconcilian después, no dejan de poner sobre el escenario elementos llamativos que harán que los bebés no pierdan detalle. Además de la música, cambios en la luz, canciones, colores, vueltas, paraguas que giran y mantas que vuelan, los dos amigos conocerán a un gusano al que cuidarán como a un bebé hasta su metamorfosis en mariposa.
Una obra llena de dulzura a la que no le faltan los elementos más clásicos y llamativos para los más pequeños. Ideal como primer acercamiento al teatro, sin duda.