El paso a la Educación Secundaria conlleva muchos cambios para los jóvenes, no solo ambientales: cambio de horarios, mayor número de profesores, cambio de centro educativo, etc., si no también cambios en los requerimientos académicos: mayor cantidad de materia, mayor complejidad de los contenidos de aprendizaje, menor supervisión por parte del profesorado, aumento de la autonomía en el trabajo, etc.
En estas circunstancias y para poder superar con éxito los objetivos marcados durante el curso escolar, los adolescentes deben emplear un mayor tiempo al estudio, organizarse, planificarse y poner en marcha estrategias que quizás hasta el momento desconocen. Es por ello, que en algunas ocasiones se sienten perdidos, desorientados, frustrados, etc. lo cual puede conducirles al fracaso escolar.
Para no encontrarnos con este problema y poder prevenirlo es conveniente que vayamos introduciendo en los últimos cursos de la educación primaria algunas pautas que ayudarán a nuestros hijos a aprender las estrategias y desarrollar capacidades que le serán muy útiles en cursos posteriores. A continuación os dejamos algunas de ellas:
- Facilitar un entorno y ambiente adecuados para el estudio. Tenemos que hacerles conscientes de que el lugar de estudio debe ser el mismo y tiene que reunir una serie de características: ser silencioso, con pocos distractores, con buena iluminación, etc. Es importante que le hagamos participe de ello y sea el mismo, con nuestras orientaciones, el que elija y modifique el lugar seleccionado para el estudio.
- Ayudar a fomentar las rutinas y el uso de horarios.
- Estimular el uso de agendas, listas y recursos para la planificación. La habilidad para planificarse y organizarse es necesaria para muchas actividades y es por ello que puede ponerse en práctica no solo en el ámbito académico sino en otras actividades cotidianas en las que podemos implicar a nuestros hijos: hacer la lista de la compra, planificar un fin de semana, organizar los preparativos para una fiesta de cumpleaños, elaborar una receta de cocina, etc.
- Ser un referente que supervise su trabajo desde fuera sin imponer nuestros propios métodos. Hemos de ser conscientes de que, ante una misma tarea, existen diferentes métodos pueden beneficiar a algunas personas pero a otras no. Es por ello que debemos dejar a nuestros hijos que experimenten y reflexionen sobre cada una de ellas hasta que encuentren la más apropiada y la que más se ajuste a sus necesidades.
- Reforzar el trabajo bien hecho y el trabajo autónomo.
- Potenciar la motivación intrínseca por el estudio ya que esta es el “motor” de un buen estudiante. Es fundamental que los jóvenes perciban y sientan que, tanto sus éxitos como sus fracasos, repercuten directa y únicamente sobre su persona. Debe desarrollar metas personales, teniendo claro lo que quiere y hasta dónde quiere llegar y tenemos que ayudar a comprender que siempre surgirán dificultades y problemas pero que hay que buscar soluciones y ante todo no desanimarse.