Hace tiempo que sigo, como sabéis, La maleta de la educación, una biblioteca y videoteca infinita de recursos educativos para padres que ha puesto en marcha la plataforma educativa Gestionando Hijos. Para quien no los conozcáis, os recomiendo que los sigais porque organizan unos encuentros muy interesantes e inspiradores: son dos al año, uno en Madrid y otro en Barcelona. El próximo será el sábado 24 de noviembre en Madrid, en el Teatro Lope de Vega y desde Mamá tiene un Plan presentamos su retransmisión en Facebook live, así que allí estaremos una vez más dentro de poco… ¡Qué ganas!
A lo que voy: que el contenido de Gestionando Hijos me resulta muy interesante. Hay videos y minicursos muy ágiles, fáciles de seguir con expertos en diversos ámbitos que a los padres -o al menos a mí como madre- nos ayudan enormemente.
Últimamente estaba yo pensando mucho en cómo conseguir que mis hijos sean optimistas. Que vean el vaso medio lleno. En este proceso también me han ayudado mucho las ideas de Crece Bien, expertos en Inteligencia Emocional, que cada jueves en Radio Sol XXI, en el programa Diverpapis han dado una idea diferente para valorar cada una de nuestras emociones y aprender a gestionarlas. Podéis recuperar sus podcasts (muy recomendables, repito) en este enlace.
Creo que, sin pecar de ser ingenuos, ser optimistas puede ayudar mucho en determinados momentos de la vida. Un ejemplo: el médico te dice que hay algo que hay que revisar. Unos piensan que les quedan dos telediarios, otros esperan tranquilamente, sin adelantarse a los acontecimientos sabiendo que las posibilidades de que las noticias sean buenas son tantas como que sean malas. Sin obsesionarse. En casa funcionamos así: unos tomamos la primera postura, otros la segunda. Y los de la segunda duermen mejor. El día a día se aligera y si en el peor de los casos hay que afrontar una mala noticia, lo hacen con más energía y el cerebro limpio de contaminación.
Así que me puse a buscar ideas para educar a mis hijos en una actitud optimista ante la vida y, de paso, educarme yo también que, aunque no soy demasiado catastrofista, en determinados ámbitos de la vida siempre espero lo peor «por si acaso».
De la mano de Begoña Ibarrola, a la que seguro que conocéis, me he apuntado unas cuantas ideas para introducir el optimismo en nuestras vidas y me gustaría, con el permiso de Gestionando Hijos, compartirlas con vosotros.
Para quien no la conozca, os cuento que Begoña Ibarrola es licenciada en psicología, terapeuta infantil y musicoterapeuta, ha escrito multitud de libros sobre inteligencia emocional y su manera de comunicar es simplemente una delicia. En el video tutorías de La maleta de la educación, nos da estas claves para Educar en el Optimismo.
Por qué es tan bueno ser optimista
Son muchas las razones por las que es recomendable ser optimista, siempre sabiendo que ser optimista no es sinónimo de ser naïf o simple, tenemos que ser capaces de valorar el riesgo de las cosas y ser conscientes de que no todo sale siempre bien. Ser un optimista inteligente beneficia muchos aspectos de nuestra vida, como nos cuenta Begoña Ibarrola en su video:
- Mejora nuestra salud y, si estamos enfermos, está demostrado que favorece la recuperación.
- Genera un buen clima en casa, en el trabajo… donde hay un optimista, todo fluye mejor, ¿no os parece?
- Nos ayuda a centrarnos en buscar soluciones a los problemas.
- Potencia nuestra creatividad al hacernos buscar diferentes soluciones a situaciones complejas.
- Nos ayuda a utilizar el humor en el día a día, a reírnos de nosotros mismos desdramatizando los errores.
Cómo desarrollar un optimismo realista e inteligente en nuestros hijos y en nosotros mismos
- Un punto fundamental es el humor: Que los niños descubran que reírse de uno mismo y desdramatizar los errores son fundamentales para ser felices. Siempre sabiendo que tenemos limitaciones y que no siempre todo sale bien.
- Para ayudar a nuestros hijos, es bueno que los padres vivamos también de manera optimista, cuidando nuestro lenguaje y evitando palabras prohibidas: siempre, nadie, nunca, todo… Son generalizaciones que dan lugar a una actitud pesimista. Si los niños tienen estas palabras, es bueno rebatirles su postura preguntándoles: ¿estás seguro? (por ejemplo: ¿seguro que nunca vas a aprender a montar en bici? o ¿estás seguro de que siempre siempre te salen mal las sumas?). De esta manera aprenderán a relativizar.
- Ser conscientes de las cosas buenas de cada día: una forma es intentar que los niños nos digan qué cosas positivas les han sucedido durante el día o que las escriban en un diario. Otra forma, sugerida por Crece Bien en el programa ¡Qué emoción! de Radio Sol XXI es tener en casa un tarro e ir llenándolo de mensajes positivos, de cosas buenas que nos han pasado o nos han gustado a l largo del día. Así, cuando las saquemos del tarro, nos daremos cuenta de lo bonita que es nuestra vida.
No solo es importante que los niños sean ahora optimistas, sino que será una ventaja para su futuro. ¿Nos ponemos manos a la obra?
Hola Diana, que buenos consejos! El optimismo es una parte fundamental a desarrollar en los niños y que desde pequeños se sientan libres de expresarse es esencial para ayudarlos durante todo este proceso. Gracias por el artículo. Saludos!