El domingo estuvimos viendo el último montaje de 156 producciones, que no nos queríamos perder por nada del mundo. En su día, ya estuvimos viendo El ratón Pérez y el enigma del tiempo y el sabor de boca que nos dejó fue buenísimo, por eso, cuando nos enteramos que estrenaban, en el Cofidís Alcázar de Madrid, Alicia y el País de las Maravillas en formato musical, no nos lo pensamos.
Ya antes de empezar, la voz de off de uno de los actores va metiendo a peques y mayores en el montaje. Se trata de dos de los caballeros de la Reina de Corazones, que anuncian, uno de ellos con acento francés, que la función va a comenzar y que no se pueden hacer fotos ni videos o, de lo contrario el resultado será claro: ‘¡Que le corten la cabeza!’, esto último, por supuesto, lo dice la archiconocida Reina de Corazones, con la que lo pasamos genial durante toda la obra.
Cuando se abre el telón, aparece el sombrerero que pone en antecedentes a todo el público de su grandísimo problema y es que ha perdido su famoso y mágico reloj de bolsillo y, como éste caiga en manos de la malvada Reina de Corazones, se terminarán los finales felices de ese cuento y de todos. Y de repente, cuando ya estás metida, de lleno, en la historia, el sombrerero baja las escaleras del escenario y se dirige a una chica que está justo en la butaca de al lado nuestro, con el teléfono en la mano. Y ella, avergonzada, pide disculpas por no guardar su teléfono. Pero, el sombrerero está empeñado en que ella es ¡Alicia! ¡La protagonista de la historia! Aunque ella lo niega y dice que ha ido al teatro a ver a su amiga, que actúa en la obra. Desde este mismo momento comienza el «descoloque» porque, la chica va vestida de calle y con un aspecto muy normal y, además, se niega a reconocer que se llame Alicia. Primero afirma llamarse Ana, luego Sara, luego Aurora… De hecho, mis hijas se quedaron alucinadas porque pensaban que habían sacado al escenario a alguien del público, pero al ver a la chica interactuar con el sombrerero como si tal cosa, Carmen, me preguntó “¿mami, la chica de aquí al lado, es actora?” y riéndome le contesté “parece que sí”.
Poco después apareció caracterizada como Alicia, aunque ella misma no sabía muy bien quién era en realidad… Bueno, ya conocéis la obra de Lewis Carroll, ¿no? Es una locura en sí misma, pero ¡tan genial! Y esta fue mi sensación con respecto a la obra musical de 156 producciones, una adaptación muy en la línea del clásico de la literatura. Creo que está muy bien llevada a escena la esencia que Carroll quería transmitir al lector. Tiene ese punto de locura en todos y cada uno de los personajes. De repente, cada protagonista realiza afirmaciones que no tienen nada que ver con la obra, pero que, en realidad, sí tienen mucho que ver. La interpretación entre sueño, realidad y fantasía está conseguida y si eso es complicado de llevar al cine, mucho más al teatro, pero el montaje de ‘Alicia y el País de las Maravillas’, lo consigue de forma magistral.
Pero vamos al meollo de la obra. La historia comienza con el viaje de Alicia al País de las Maravillas. Me encantó que la obra estuviera dividida en los capítulos del cuento, cuyos títulos van apareciendo proyectados en la trasera del escenario en cada transición. Y los cambios de capítulo llevaban acompañados geniales cambios de escenarios. La escenografía de esta compañía está cuidadísima. La famosa escena del té con el conejo en su madriguera; la de la conversación de Alicia con la Oruga, entre las setas gigantes; el palacio de la Reina de Corazones y su trono… Toda la escenografía y los cambios de escenario están mimados al milímetro. Y en la historia de Alicia aparecen un sinfín de personajes, muchos de ellos fantásticos, que también están en el musical: el Conejo Loco, el Conejo Blanco del reloj, la Oruga Gigante… Y, por supuesto, la Guardia Real, la Reina de Corazones, el Sombrerero y su «doble»…
Mención aparte merece el maquillaje y el vestuario de la obra, tan cuidados como la escenografía. Alicia, la Reina de Corazones y los componentes de la Guardia Real, todos ellos con un vestuario cuidado a la perfección, perfectamente integrados en la obra. Pero, mi favorito y el de mis niñas fue, sin duda, ¡el sombrerero! Qué maravilla de maquillaje y de vestimenta. Todo ello, añadido a la siempre genial interpretación de Ariel Lois, hace que el personaje brille con luz propia. Aunque la Reina de Corazones (Cristina García) realiza también un brillante papel. Todo el público se partía de risa, cuando apareció en escena, subida en su trono, y se presentó cantando flamenco, como la Reina de la Copla, en lugar de la de Corazones jajajjjaa. Aunque luego su voz rasgada y el resto de sus interpretaciones estaban más cerca del blues y el jazz. Y es que todos los temas y las voces de Alicia y el País de las Maravillas son cantados en directo. Y los personajes, además de ser geniales en cada uno de sus papeles, tienen unas voces privilegiadas.
Si a la cuidadísima puesta en escena, el maquillaje y el vestuario inmejorables, la escenografía tan mimada y las interpretaciones y voces de los actores tan buenas, añadimos constantes guiños y puntos de humor, a lo largo de toda la obra, tenemos como resultado, un musical que, de ninguna manera podéis perderos… Estará en el Cofidis Alcázar hasta el 8 de diciembre. Más información y venta de entradas en www.gruposmedia.com.
Lo que me gusta es pasar tiempo con los hijos en el teatro.
Este espectaculo vale la pena y os recomiendo visitarlo.
Las entradas podéis encontrar en http://ticketeria.es