Dicen que los niños vienen con un pan bajo el agua y yo digo que por qué no llegan con un libro de instrucciones en la mano, un manual que te explicase qué hacer en momentos de rabietas o cómo gestionar sus emociones. Porque lo del pañal, los baños y la introducción de sólidos se queda en una nimiedad si lo comparamos con la etapa en la que no hay manera humana de que te hagan caso. ¿Tú qué haces en esos momentos? Está claro que existen multitud de libros de expertos que te hablan de disciplina positiva, de la importancia del refuerzo y otras técnicas más para educar a nuestros hijos, pero creo que al final cada padre o madre conoce a su pequeño y, más importante si cabe, cada niño tiene sus características.
Me gustaría aprovechar el post de esta semana para hablar hoy de esos trucos que a mí mejor me funcionan, por si alguna madre desesperada aún no los ha puesto en práctica y pueden servir de ayuda. Está todo inventado, así que no voy a hacer el gran descubrimiento, pero sí al menos contar mi experiencia como madre que quiere lo mejor para sus hijas, aunque a veces -muchas, la mayoría- me desespere en el camino.
El mundo al revés
Cuando no es sí. No falla, cuando quiero que mi hija pequeña haga algo basta con decirla que no. Ejemplo: estamos ahora en plena fase de retirada de pañal. Hay días que por más que insisto e insisto que vaya al baño ella, que es Aries y por tanto un poco cabezota, se niega. ¿Qué hago en esos casos? Primera opción: tirar de la ayuda de Elena (6 años). Ella va al baño y, como Ana imita todo lo que hace la mayor, va corriendo y… ¡prueba superada! Pero sino cuento con ayuda extra, simplemente pronuncio las palabras mágicas, «Ni se te ocurra hacer pis en el original. Está prohibido», y ella solita se baja las braguitas y se sienta sin replicar.
También, y muy parecida, es la técnica de «Esto es muy peligroso». Os pongo en situación. Estamos en el parque y Ana se quiere subir al tobogán más grande, poniendo mi corazón a mil revoluciones por minuto. Tengo que disuardirla y convencerla de que vaya al columpio de cesta, acorde a su edad. Para ello la digo: «Ana, ¿has visto ese columpio qué peligroso es? Ni se te ocurra subirte a él». ¡Y funciona! Yo me relajo, ella disfruta igual o más que en el tobogán y todos tan felices.
Su opinión sí cuenta
Hace poco en clase de matronatación, teníamos que realizar un ejercicio con los peques. Yo, antes de forzar mi hija a hacer nada en contra de su voluntad, le pregunté si quería hacerlo y el profesor me dijo: «A los niños no se les pregunta, se hace y ya está». No es la primera vez que vivo una situación así, en otras ocasiones me «han llamado la atención» por preguntarle a mi hija cosas como «¿qué yogurt quieres de postre: natural o de frutas?».
Mucha gente insiste en que no pida opinión a mis hijas, pero ¿por qué? Creo que es algo con lo que ellos se sienten importantes. ¿A quién no le gusta que le consulten sobre algo? Yo lo hago con las mías desde que tienen uso de razón y es que, qué más me da a mí ponerle a mi hija Ana de tres años el pantalón vaquero o el de pana. Sé que hay veces que todo se vuelve en mi contra, porque ni ellos mismo se deciden por algo, pero para mí es la mejor manera de educarles.
La importancia de las promesas
«Nunca digas algo que no vayas a cumplir», me aconsejó mi pediatra en una de mis primeras consultas con mi hija mayor. Una frase que cumplo a rajatabla porque, como dice Elena, «lo que se dice se hace». Y así, cuando la prometo que vamos a bajar a practicar con los patines que han traído los Reyes Magos, pero llegado la hora de emprender camino me da una pereza enorme, ella me dice: «Lo habías prometido». Y no tengo otra que cumplirlo. Lo mismo al contrario, si ella promete ayudarme a poner la mesa el domingo, ¡lo tiene que hacer! Ha dado su palabra.
Lo que hay que hacer es tener cuidado con lo que se promete, tanto para bien como para mal. Y aquí me refiero a ese momento de enfado en el que las amenazas con no ir al parque, obligándote a ti a estarte en casa todo el día (porque lo que se dice se hace). Piensa antes de decir algo.
Y tú, ¿qué trucos empleas con tus peques?