Me encanta que los espectáculos relacionados con las artes circenses estén, cada vez, más pulidos y más considerados. Ayer estuvimos viendo el Circo Acrobático de China, un show maravilloso, en el Teatro EDP Gran Vía, en el que los saltos, los equilibrios y el contorsionismo más precisos y extremos, se suman a una estética y a un vestuario bellísimo. Más de 30 artistas, medallistas olímpicos y provenientes del Cirque du Soleil, en escena. ¡Ahí es nada!
Jamás habíamos visto un espectáculo de acrobacia circense en un espacio que no fuera una carpa o un gran auditorio. Esta vez, el Circo Acrobático de China estará unos pocos días en el Teatro EDP Gran Vía y una servidora tenía una gran curiosidad por cómo salvarían esos números tan espectaculares a los que nos tienen acostumbrados en el espacio reducido de un teatro, aunque el EDP cuenta con uno de los más grandes escenarios, no deja de ser un espacio más pequeño que el de una carpa, tanto en anchura como en altura. Pues bien, no pudimos salir más encantadas. La precisión de los artistas del Circo Acrobático de China estuvo maravillosamente salvada en este lugar. Percibimos cómo, cada medida, cada separación en los saltos y en las acrobacias coordinadas estaban precisamente milimetradas, sin quedar apelotonadas.
Lo primero que apreciamos, nada más subir el telón, fue la estética tan artística y colorista de la escenografía. Cuadros que simbolizan el océano, decorados de vivos colores, que acompañan a un vestuario igualmente colorido y brillante, forman un espectáculo estéticamente llamativo y precioso, con una historia que atrapa desde el primer momento: un niño que tiene un sueño en el que conoce al hada Fénix y se enamora de ella. Así va siguiéndola y descubre fantásticos mundos.
En show está perfectamente estructurado en dos partes, la de antes y la de después del intermedio. La primera parte es mucho más luminosa y colorida y se desarrolla en un mundo lleno de fantasía. En la segunda, comienza la lucha entre el bien y el mal y en ella los números se desarrollan en un ambiente de mayor misterio y oscuridad.
Pero dejemos a un lado la escenografía y el vestuario, claramente impactantes, para hacer hincapié en los artistas y en los números que realizan con total precisión de movimiento. En este espectáculo podréis ver desde saltos mortales con lanzamientos de catapultas, hasta equilibrios imposibles sobre sillas, pasando por coordinadas coreografías con sombreros de paja. Originalidad, estética y precisión en unos números que dejan al respetable boquiabierto y con los que se escuchó algún que otro “¡Ohhhh!” entre el público.
Por supuesto, nos enamoramos del payaso, que también era un genial acróbata. Dulce, gracioso y agudo hizo las delicias de todos los espectadores a quienes se metió en el bolsillo.
A la salida, hablando con mis peques, ellas tenían claro que, si tuvieran que quedarse con uno de los números, serían el de las “hadas gigantes vestidas de blanco”, como ellas mismas las calificaron. Y no me extraña porque también fue uno de mis números favoritos, debido a su bellísima estética. Personajes mágicos sobre zancos, que salían con vestidos blancos luminosos, haciendo girar platos. Sin duda, el Circo Acrobático brilla por sus geniales artistas, pero también lo hace por la plasticidad de sus espectáculos.
No os perdáis esta joya que estará en el Teatro EDP Gran Vía sólo hasta el 3 de septiembre. Venta de entradas en https://gruposmedia.com/cartelera/gran-circo-acrobatico-de-china/.