Hacía tiempo que no alucinaba tanto con un espectáculo, como con Hangar 52, del Mago Yunke, que está estos días, en Ifema. Es muy probable que conozcáis a Yunke por sus retos en el programa “El Hormiguero”. Imaginaros verle en vivo y en directo, en acción. Yo aún estoy alucinando con todo lo que vi. Yunke lleva toda su vida dedicado a la magia y al ilusionismo y, en su actuación se nota que es un perfeccionista que, en cada número que crea, se entrega al cien por cien, mimando y cuidando cada detalle al milímetro. Además, los artilugios y los efectos que él utiliza los construye él mismo en su taller, es decir, que lo tiene todo. No solo el don de hacer ‘magia e ilusionar al público’, sino el de la creatividad y la capacidad de invención. Bueno, voy al grano porque tengo mucho que contaros sobre la actuación.
Lo primero que he de resaltar es que es un espectáculo para disfrutar en familia y no es necesario que vuestros niños sean mayores para que disfruten de él, sino que, si tienen desde 4 ó 5 añitos ya lo gozarán. De hecho, Yunke dedica una parte importante de sus números a los peques de la casa, que participan en ellos, ríen y se lo pasan en grande, pero, sobre todo, alucinan. De verdad, que nunca he visto unas caritas más ojipláticas y flipadas que las suyas observando a Yunke de cerca y en acción. Y no es para menos porque los adultos también teníamos esa misma cara. El público en general tiene un papel muy importante en todo el espectáculo y disfruta del mismo tan de cerca, que hace que los números resulten mucho más impactantes.
Nada más entrar en la carpa de Ifema, hay un hall con el photocall de Yunke y algunos artilugios expuestos, que después de ver el espectáculo, entendí para qué servían. Una vez que entramos por el túnel al patio de butacas, ya nos dimos cuenta del despliegue técnico. El atrezo y la decoración emulaban, como el propio nombre del espectáculo indicaba, un hangar de aviones, con su pista iluminada, sus aparatos de ventilación y turbinas gigantes… Muy industrial todo y, a la vez, muy impactante… pero nada en comparación con lo que nos esperaba.
Yunke enmarca cada número con una temática diferente y realiza una completa introducción bien a través de la pantalla trasera, de una voz en off o mediante su propia voz. Y no se trata de temáticas cualquiera sino de grandes misterios e hitos históricos, que ya enganchan en sí mismos: la gran ténica del tiro con arco de los guerreros chinos en la época de la defensa de su Imperio; la civilización egipcia y sus grandes misterios y deidades, como el Ojo de Horus; y, por supuesto, Leonardo Da Vinci y algunos de sus inventos y sus grandes obsesiones, como la de volar; incluso, hace alusión a los aviones desaparecidos en la Segunda Guerra Mundial. Suena bien, ¿verdad? Cada número, además de la introducción tiene una puesta en escena que te atrapa, a través de la música, el sonido, la luz, la pirotecnia y hasta el fuego, sí, sí, como lo estáis leyendo. El fuego tiene un papel predominante en el 90 por ciento de los números.
Aún estoy impactadísima con uno de los números en los que Yunke, que mezcla sus grandes efectos e ilusionismo, con geniales toques de humor, saca a una pareja a la que quedan días para casarse (todas las colaboraciones son totalmente aleatorias, de hecho, Yunke lanza paracaídas de juguete y donde cae, esa persona es la elegida, entre otras técnicas de elección de colaboradores del público). Pues bien, además de reímos bastante, era un número magnífico, cuya introducción había consistido en la obsesión del hombre por volar y los grandes descubrimientos al respecto. La gran pregunta era ¿dónde llegaremos en el siglo XXI? ¿Llegaremos a teletransportarnos? Bien, pues Yunke lo consigue. Al menos a ojos de todos los mortales allí presentes. De repente, mete a la novia en una máquina, ésta la “apisona” y se esfuma y poco después, aparece en uno de los artilugios expuestos en la entrada. Todo ello lo vemos en directo en la pantalla del escenario retransmitido por una cámara. Y diréis ¡no puede ser; eso está pactado! Pues oye, no se ve que se escape por ningún lado y el artilugio del escenario es plano y hueco… Pero, por si quedaba algún escéptico entre el público, uno de sus números finales fue con un niño pequeño, que se subió con él a la cabina de un avión de la Segunda Guerra Mundial y volaron entre bombardeos. Pues bien, los estábamos viendo a ambos por la ventanilla del avión y de repente, tras una explosión, aparecen en lo alto de las escaleras de la entrada a la carpa, Yunke, silvando para llamar nuestra atención, con el pequeño en sus hombros. Que tú piensas… vale hay cosas que puedes adivinar el truco, aunque este tío sea rápido como un gamo y no lo veas, pero ¡cómo narices ha hecho esto!
Otro de los números que me puso atacada de los nervios fue su magistral liberación de una camisa de fuerza, colgado boca abajo, entre las mandíbulas de hierro de un cepo gigante sujeto por cuerdas ardiendo… Desde luego, la emoción estaba servida. Más de uno devoramos nuestras uñas en ese minuto, en el que Yunke se zafó de la camisa de fuerza al más puro estilo Houdini.
Viendo al Mago Yunke en acción no me extraña que sea el actual Campeón Mundial de Magia. Precisamente, el número que le hizo merecedor del preciado título, es parte del espectáculo de Hangar 52. El famoso Hombre de Vitruvio de Leonardo Da Vinci, sirve al prodigioso artista para ponerse de modelo, agarrado a la rueda de Vitruvio y podemos ver con nuestros propios ojos cómo la rueda se separa por un eje central y Yunke se parte, literalmente, por la mitad.
Precisión perfecta en el tiro con arco, pichos con fuego, punzantes espadas… todo ello atravesando a una flexible ayudante gimnasta, que pone la parte más bella a los números del Mago, con sus delicados y artísticos movimientos. Pero nada de esto es para contarlo… Tenéis que verlo y examinarlo con vuestros propios ojos y os aseguro que os fascinará, como nos pasó a nosotros. Y aún estáis a tiempo porque Hangar 52. El gran espectáculo de magia del Mago Yunke estará en Ifema hasta el 19 de enero. Podéis comprar las entradas en www.ifema.es.