Sábado 2 de julio. Madrid. Son las 10.00 horas de la mañana y el calor aprieta en la capital. Lo tengo claro, hoy toca día familiar en la piscina y, como buscamos algo diferente, cogemos el coche y ponemos rumbo a Warner Beach. ¿El resultado? Una jornada muy refrescante.
Tengo que reconocer que no esperaba nada, ni bueno ni malo, y quizás por eso me gustó mucho el día que pasamos en Warner Beach. Había visto la publicidad en las marquesinas de los autobuses y las fotos en su página web y tenía especial ganas de hablar en primera persona de lo que es Warner Beach. Nosotros tenemos el Bono Parque Anual, así que la entrada nos salía relativamente económica, siete euros, un precio bastante asequible y justo para lo que nos encontramos dentro: muchas cosas buenas, muy buenas, aunque también algunas que creo que se pueden mejorar, pero empecemos enumerando las positivas, que siempre dan más alegría.
1. Warner Beach es tres en uno: una playa con arena incluida y piscina de olas (cada diez minutos las activan); un mini-circuito llamado Río Loco, que recorrerás subido con tu hij@ a un maxi-flotador doble o individual, a gusto de cada uno; y un mini parque acuático con un montón de toboganes. Empezarán, como mi hija mayor de cinco años, tirándose por el rosa (el más pequeño), pero al final del día (o de la mañana) le cogerán el gustillo y no querrán dejar de hacerlo por el azul o el verde (los más altos y largos).
2. El concepto es 100% familiar y eso se agradece, porque todo está pensado para disfrute de los niños, los más grandes y los no tan grandes. Por ejemplo, hay una especie de atracción acuática para los bebés que no superan el año. Es como una especie de columpio de cesta semi-cubierto donde, hay que reconocer, que mi hija estaba de lo más fresquita mientras una servidora se sentaba a su lado y sobrellevaba el calor. Y es que aunque el cartel ponga «Prohibido para menores de ocho meses» no suele haber problema si tu bebé tiene, como en mi caso, 15 meses.
3. Todo está especialmente cuidado y hay socorristas cada poco, tanto en la zona de la piscina de olas, como en el río loco o en el área de los toboganes. 100% seguridad. Y, además, en la parte de los toboganes de la que hablo no cubre y eso para los padres es un relax, aunque ya se sabe que en piscinas o playas nunca hay que perder el ojo a los enanos.
4. La temperatura del agua varía entre una zona y otra. La de la playa, al estar más estancada, se nota que le da tiempo a calentarse; en cambio la del mini-parque acuático está fresquita y con el día de calor que tuvimos era el mejor antídoto para combatir las altas temperaturas.
5. Y aunque verano es la época de más afluencia a este tipo de parques, en lo que respecta a Warner Beach tengo que decir que no tuvimos la sensación de que estuviera masificado. Podías bañarte sin abogios y, aunque a veces había que esperar un tiempo para tirarse por un tobogán, no excedía de un par de minutos, quizás cinco como máximo.
De las cosas que ciertamente se pueden mejorar, yo diría que una vez que entras en Warner no está indicada correctamente la zona de la Beach y te puedes perder. La segunda cosa, por pedir que no quede claro, es que es un lujo que haya tumbonas y sombrillas para disfrute libre de los bañistas, pero a mí me faltó quizás un poco más de verde. Como su nombre indica es una Beach, pero quizás se echa de menos césped para que se refresque un poco el ambiente. Y, por último, un consejo por si decidís ir en fin de semana, hasta las 12.00 horas no abre y, en nuestro caso, pillamos atasco para entrar al parking. Pero como dice el refrán, sarna con gusto no pica.
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