Madrid es sinónimo de muchas cosas y momentos de la historia, pero seguro que todo el mundo coincide en que la ciudad fue clave en una época: la de los 80, los años de la Movida. Unos años que marcaron una auténtica ruptura con todo: con la estética, con la música y, en definitiva, con la forma de vida. Esos años fueron, por encima de todo, un canto a la libertad. Pues bien, durante estos días vacacionales hemos descubierto un restaurante, en la calle Atocha, que no nos queríamos perder: “Las chicas, los chicos y los maniquís”. ¿A que es imposible pronunciar el nombre sin tararear el temazo de Radio Futura?
Pues bien, esto sucede cuando entras al restaurante y empiezas a leer su carta, ¡que no puedes dejar de recordar y cantar los temas más conocidos de la Movida Madrileña! Este planazo lo hicimos con motivo de mi cumple -40 me han caído ya-, mi marido y yo solitos.
Como habréis adivinado, el restaurante está inspirado en esta época tan transgresora y, nada más entrar en él, impacta toda su decoración: su colorido, su brillante barra con azulejo rojo, sus mesas amarillas, sus paredes verdes, su suelo en ajedrez blanco y negro, su original vajilla de El Taller de Piñero expuesta en la barra… Todo el restaurante es un contraste en sí mismo que emana “buenrrollismo”, con una decoración “kitsch”.
Lo siguiente que llama la atención nada más entrar son los carteles luminosos que anuncian los comercios más tradicionales de Madrid: “Corsetería Antonio” o “Confitería Eusebio”, son algunos de los anuncios que cuelgan de techos y paredes y homenajean a esos establecimientos de siempre de la capital. Pero, además del restaurante y la barra, estuvimos “bicheando” un poco por el local y hay otros tres salones más: el de “las chicas”, todo rosa, muy estilo Barbie; el de “los chicos”, en tono verde botella y, por supuesto, el de “los maniquís”, todo rojo con una gran mesa de mármol central, ideal para cenas de grupo. ¡Yo ya me lo he apuntado para las cenas de Navidad de este año!
Una Movida de Menú
Pero vamos al grano porque sí, en un restaurante importa el ambiente, pero la comida es fundamental. Nosotros pedimos el menú para dos: “Una movida de menú”, homenaje a los 40 años de la Movida Madrileña. ¿Por qué nos decantamos por este menú? Porque vimos claramente que sus platos reunían la esencia de la carta y, después de estudiarla detenidamente, lo cierto es que ¡nos apetecía probarlo todo!
Empezamos con un salmón marinado en mirin con mayonesa de lima y nori. Una servidora, fan del salmón, cuando probé este plato con ese sashimi tan bien marinado y esa salsa, casi se me saltan las lágrimas. El emplatado era, junto a la comida, otra obra de arte: un pez de cerámica azul con morritos rojos, de El Taller de Piñero. Continuamos con tartar de atún en canelón frío de remolacha, con holandesa de lima, wasabi y katsoubushi, una maravilla de sabor, original en su elaboración, en su sabor y presentación.
En el menú también degustamos el aguacate asado con salsa cantonesa y tartar de langostinos y tobiko, que venía presentado en otro plato-obra de arte de cerámica con forma de aguacate y pata de marisco. A conjunto, continente y contenido.
Y claro, estando en Madrid, no podía faltar el bocata de calamares, pero éste era muy especial porque alguno de los calamares lo parecían, pero en realidad eran yemas. Además, el pan era un bizcocho hecho con la tinta de calamar y estaba aderezado con alioli de ajo asado.
Para rematar los platos principales tomamos un arroz meloso, terminado al josper (a las brasas), con guiso de capipota, tuétano y txuleta. ¡Espectacular! En su punto justo, la txuleta era un gustazo que se deshacía en la boca. ¡Ah! Y aunque no estaban en el menú, antes de entrar al restaurante, nos tomamos un vinito en la terraza del hotel y nos pusieron de aperitivo sus croquetas “Madrid-Barcelona”, a base de callos y guiso de capipota, ¡una delicia!
Los postres
Hago un punto y aparte para hablar de los postres porque, de verdad, de verdad que lo merecen. Jamás he tomado unos postres tan deliciosos. Cuando nos trajeron la manzana roja, tan apetitosa y tan bien presentada, que daba pena comérsela, pensé que era una manzana caramelizada, pero el camarero nos explicó que estaba rellena de tarta de queso y manzana asada. ¡Qué cosa tan deliciosa cuando la probamos!
Y cuando aparecieron con, lo que parecía, un quesito manchego, nos pareció chulísima la presentación con la porción cortada, pero luego, al probarlo, era tarta de queso manchego y la costra, ¡chocolate blanco! ¡Aún sueño con el sabor de esa tarta ! -no exagero-.
Y como punto positivo añadido, como fuimos en viernes del mes de agosto, había un coctelero especializado en Bloody Marys, que los hacía al más puro estilo Tom Cruise, muy de los 80 también. Nosotros nos tomamos uno cada uno y maridan a la perfección con todo el menú.
Y no quiero terminar de hablar de la fantástica cena y lo a gusto que me sentí con mi pareja, sin hacer una mención muy especial al trato de los camareros. Amables, atentos en todo momento y muy profesionales, algo que hace que cualquier cena sea redonda.
La azotea del Hotel Axel Atocha
He empezado hablando de la decoración del restaurante y se me ha pasado por completo hacer referencia al edificio que lo alberga, que es una joya en sí mismo. Es un edificio antiguo de Madrid, que la cadena hotelera “Axel” ha recuperado y rehabilitado. Se trata de un hotel autocalificado como “heterofriendly” y por eso ¡nos encanta! Eso sí, tened en cuenta que también es “Only Adults”. Aún así, nosotros ya lo hemos apuntado como posible para hacer una noche de pareja en el centro de Madrid porque nos ha fascinado su decoración. Esa mezcla de modernidad y clasicismo que emana elegancia por todos los poros.
Pues bien, después de la cena, optamos por subir a la azotea del Hotel para “rematar” nuestra cena cumpleañera de pareja sin peques y no pudimos elegir un lugar mejor. Somos unos enamorados de los “roof top” madrileños en verano. Este no lo conocíamos y tenemos que recomendarlo. Lo que más llama la atención de la terraza es la piscina infinity larguísima que preside un lateral. Otro plan que hemos apuntado en nuestra agenda para disfrutar de un día de verano con vistas a la capital, ya que se puede utilizar sin ser cliente, previo pago de tarifa, claro.
La segunda cosa que fascina en la azotea son las maravillosas vistas 360 grados. Todas las cúpulas del Madrid de las Letras con el edificio del hotel ME Reina Victoria y su blanca aguja señalando al cielo de la ciudad. Nosotros cerramos una velada de diez, brindando con un mojito, con Madrid a nuestros pies y tumbados, tan a gusto, en una hamaca. La terraza es grandísima y la decoración, muy chula, también con carteles luminosos, continuando la estética del lugar.
¡Seguro que, si tenías plan “only adults” en mente, te hemos puesto los dientes largos! No te quedes con las ganas y echa un vistazo a la web de “Las chicas, los chicos y los maniquís”. Te encantará su gastronomía, presentación, estética… Solo, un efecto secundario: después te tirarás un periodo largo de tiempo tarareando los temas musicales más famosos de la Movida Madrileña y ¡soñando con su tarta de queso y su manzana asada!
Las chicas, los chicos y los maniquís está en la calle Atocha, 49. Reservas en el teléfono 611 31 98 60.