Después de mucho recorrer Madrid en familia, he de confesar que, hoy por hoy, cuando me preguntan por un buen restaurante para comer con niños, que sea bonito, esté en el centro de Madrid y se pueda aparcar o esté bien comunicado, lo tengo claro: El Ancla del Lago es mi recomendación. Y no es una recomendación a la ligera, ya que reúne todo lo que las mamás y papás buscamos a la hora de ir a comer con niños pequeños y no tan pequeños y también es ideal para comer con amigos o en pareja. ¿Por qué? ¡Os lo contamos!
- Como os decía está en el centro de Madrid, en la Casa de Campo, con lo que, si estás haciendo turismo por el centro o vas a pasar un día a la capital, puedes hacer un punto y seguido en este idílico lugar, sin alejarte de la almendra central.
- Sí. Estás en el centro de Madrid. Pero, si no fuera porque la postal de la Almudena, el Palacio Real y los míticos edificios de Gran Vía, delatan esta ubicación asomando tras el lago, si te llevaran con los ojos vendados, te creerías que estás en mitad de un bosque, en el campo. Comer bajo los árboles centenarios de la Casa de Campo, a las orillas de su maravilloso lago, escuchando el trinar de los pájaros, viendo los patos y las barquitas te aporta un rato de relax impagable.
- El Ancla del Lago está perfectamente comunicado en transporte público, en bus y Metro (Lago) y, si vas en coche, no hay problema para aparcar, ya que tiene un amplísimo aparcamiento gratuito al lado.
- Pero, el relax no es completo sin una buena comida… ¡y lo sabes! La calidad y la variedad de la comida del Ancla del Lago no tiene igual. La especialidad son las carnes y pescados a la brasa y los arroces con bogavante y carabinero, pero no dejéis de probar sus entrantes: las croquetas, las ensaladas, los chipirones, el pulpo… ¿El secreto? La materia prima de primera calidad y el mimo a la hora de cocinar de forma casera todito, todo. Hasta los postres son caseros y están deliciosos.
- En un entorno así, sin coches, con un lago con patos, lleno de árboles, los niños pueden jugar, correr y saltar sin peligro. Así que, papis, aprovechad la sobremesa porque os dejarán charlar tranquilamente, mientras juegan, y esto es un plus muy grande. Los que somos padres sabemos de qué hablamos…
Nuestra experiencia
Este fin de semana, hemos vuelto al restaurante El Ancla del Lago. Antes de sentarnos, siempre damos un paseo alrededor del lago con las niñas porque a ellas les fascina el lugar. Tanto es así que la peque, la primera vez que fue, pensaba que estaba en el mar y el otro día, viendo unas imágenes del Támesis en la tele dijo entusiasmada: “¡mami! ¡Eso lo conocemos! ¡Es el lago al que hemos ido a comer, que me gusta tanto!”
Después del paseo, os recomiendo que os toméis una cervecita en la amplísima terraza del Ancla. Los domingos, suelen hacer paellas de tapeo y tienen exitazo porque el Ancla es a los arroces, lo que la Puerta del Sol a Madrid. Son los maestros. Una vez allí, pedimos unos entrantes al centro. Las croquetas de jamón a mis niñas les encantan. Son cuadradas y están deliciosas, súper cremositas. Las sirven con patatas paja también caseras y es verlas aparecer y las niñas ¡se tiran en plancha! También pedimos su ensalada de pimientos rojos, que es una delicia y gambones a la plancha.
De segundo, la peque no renuncia a los arroces del lugar -y no la culpo-, así que se pidieron un arrocito con bogavante, que quitaba la respiración, ella y su padre. Yo no puedo resistirme al pulpo a la brasa de este lugar y, cuando lo probéis, vais a saber por qué. Está en su punto y lo sirven con la patata entera cocida y un poco de pimentón y pistacho.
Por su parte, Carmen, conocedora de la calidad de la carne en El Ancla, se pidió un entrecot, que era mantequilla de lo bien que se cortaba. No podéis dejar de pedir carne a la piedra, como el lomo de buey, que te sirven troceado sobre brasas para que tú te lo hagas a tu gusto. Y los pescados también son sensacionales: lenguados, lubina, merluza, chipirones…
Y en los postres siempre tenemos la disyuntiva de cuál elegir, ya que todos son caseros y están deliciosos. Así que pedimos una degustación de tartas, la de queso, el pudding, la de chocolate… Todo ello con fresas con nata. Así es la degustación de postres del Ancla, tan rica, como toda su carta.
Como os decía, después de los postres, las niñas se suelen ir a echar de comer pan a los patos y a explorar la zona, en la que suelen estar otros niños jugando, ciclistas, corredores y madrileños y turistas cargándose de vitamina D, a orillas del lago.
Si el tiempo no acompaña, aunque la amplísima terraza es la estrella del lugar, el Ancla también cuenta con un precioso y cómodo salón, todo acristalado, donde podréis comer y disfrutar de las vistas.
De cualquier manera, cualquier época del año tiene su encanto en este lugar: en otoño, alucinaréis con las tonalidades ocres de la vegetación del lugar; el solecito del invierno en este entorno, es una maravilla; y la primavera es, junto al otoño, la época de cuento de este enclave. ¡Ah! En verano, no dejéis de ir a cenar y a tomar algo en un lugar tan refrescante y con una iluminación que es pura fantasía.
Dónde: Paseo de Mª Teresa, 2. Casa de Campo.
Metro: Lago.
Teléfono de reservas: 913 54 36 07.