Hace 4 años que mi niña comenzó la guardería. Como toda madre primeriza, fui muy contenta a la reunión con el profe y nos contaron, haciendo mucho, pero que mucho énfasis, que todos los objetos de los niños «tienen que ir marcados: pero todos». Insistían y yo pensaba: «no parece tan difícil…».
Me fui super motivada a un bazar y compré un rotulador permanente apto para ropa. A la quinta prenda en casa estaba maldiciendo la hora en que mi hija no se llamaba Li Gil o algo igual de corto. Cada letra era un sufrimiento y no dejaba de tener la sensación de estar perdiendo el tiempo. 13 letras tiene su nombre y primer apellido. ¡¡Era un esfuerzo titánico!! (vale, exagero, pero era un rollo). Sabe Dios que hay mucho que hacer en casa así que invertir el tiempo en escribir el nombre de tu hijo una y otra vez es algo bastante absurdo.
Fijaos si evolucionó la cosa que acabé poniendo únicamente sus iniciales y pensando que las profes tendrían que cogerle el truco porque mi tiempo de escribir su nombre en bodis, toallas y chupetes, entre otras muchas cosas, había acabado. Cada día que llevaba algo nuevo a la guarde comprobaban y me miraban con cara de desaprobación. Pero yo seguía firme: que se acostumbraran poco a poco porque no pensaba seguir marcando, aunque la mitad de sus pertenencias acabara al fondo de la caja de objetos perdidos.
Pero enseguida me di cuenta de que tendría que seguir marcando ropa. El abrigo de invierno, zapatos, la ropa nueva (inevitablemente todo se les queda pequeño!) y ese trabajo no acabaría nunca. Y yo me torturaba pensando en el tiempo de mi vida que invertiría en marcar su ropa y visualizaba un titular: «Las madres pasan 562 días y medio de su vida marcando la ropa de cada hijo».
De repente, mi vida cambió. Vale, no mi vida, pero sí ese comienzo de curso. Hace ya 4 años, en una gran superficie encontré un sello maravilloso, con una parrilla de letras que prometía que el resultado no se borraba con los lavados. Era de la marca MineStamp. Había que «componer» el nombre del niño y sellar. Sin más.
Escéptica, lo compré. 20 euros me costó entonces. Aún lo recuerdo. Recuerdo también que le dije a mi marido: «Si esto funcionara, todas las madres lo tendrían y me lo habría dicho alguien, ¿no te parece?». Él insistió en comprarlo. No estaba dispuesto a ceder a las presiones de que fuera él quien siguiera marcando la ropa de la peque. Se había librado del tema con gran elegancia hasta entonces…
Me puse en marcha al llegar a casa y aquello fue «sellar y cantar». Rápido y fácil. Y no, no se iba con los lavados. Aún tengo su ropa de antaño con el nombre prácticamente intacto. Y tampoco se iba de la pared donde la niña se dedicó a poner su nombre cual autómata cada vez que dejaba el sello a su alcance. Durante un tiempo, lo utilizamos como premio cuando hacía pis en el orinal. Advierto: no está indicado para pintar sobre la piel, aunque la tinta no es tóxica, pero a la peque le molaba ver su nombre en la mano y era irresistible ver esa cara de felicidad.
No me había vuelto a plantear comprar un sello nuevo porque, lo creáis o no, ¡aún tiene tinta! ¡Es una pasada! Peeeero… hay que equipar al hermanito que empieza la guarde en unos días así que me puse a buscar la misma marca a ver si tenían venta online. No me plantee ninguna otra opción. Para mí marcar está ligado a MineStamp. Make it easy, como dicen en su web. En mi caso, desde luego así fue.
Al buscar online he encontrado una evolución alucinante de la marca: sellos personalizados, con dibujos divididos por edades junto al nombre para que los más peques identifiquen sus cosas a través de la ilustración, con pegatinas para poner sobre las prendas oscuras (era el único problema que tenía: eso de sellar con tinta negra sobre fondo oscuro era complicado). Y precios muy competitivos…
Y una opción que me tiene enamorada: la posibilidad de subir online una imagen (de un tamaño concreto) para ponerla en el propio sello. Tienen unos videos muy molones en su web para visualizar el uso tanto de la composición del nombre, como de esta opción de personalización o la de sellar sobre cinta blanca para marcar prendas oscuras.
En su web hablan de miles de marcados por cada sello y doy fe de que duran mucho, pero mucho tiempo. Y si se acaba la tinta (que ya lo dudo) se pueden comprar recambios para no tener que cambiar el sello.
Tal es mi enamoramiento con esta marca que hemos organizado un sorteo de 3 sellos personalizados para 3 familias afortunadas. Si queréis participar, entrad en este link y seguid los pasos.
¡Mucha suerte!