Siempre me ha encantado el mes de mayo. Es preludio del verano y aún no hace ese calor asfixiante de los meses estivales. Me parece la época ideal para hacer planes en familia en exteriores, que son los mejores. Precisamente pensando en ello y con el tiempo estupendo que nos está acompañando, nos fuimos este puente a visitar en familia el Zoo Aquarium de Madrid. Hacía tiempo que no íbamos por allí y, si estáis pensando en ir con vuestros peques, os recomendamos ir este mes de mayo. Es el mejor para disfrutar de este enclave maravilloso. ¿Por qué? Muy sencillo, porque la primavera es época de cría y, como pudimos comprobar el otro día, muchas de las especies que habitan en el zoo, han tenido descendencia o, como diría mi peque Pilar, “han tenido bebés”.
Nada más entrar, vimos a uno de nuestros animales preferidos, los pingüinos. Sí, sí, los pingüinos. Pero no los que conocemos más comúnmente, que viven en los polos, sino los de ‘Jackass’, que viven en el Sur de África. Son muy chiquitines y Carmen y Pilar se pasaron un buen rato observando su comportamiento y cómo interactuaban entre ellos. Lo mejor, la velocidad que cogían al nadar, ¡increíble! Parecía que iban a propulsión. Carmen les puso un nombre clave para recordarlos ‘los pingüinos cohete’. Pero lo mejor fue cuando nos dimos cuenta que un grupito de ellos, estaba trayendo palitos a uno -una-, que estaba tumbada sobre un nido incubando. Era el preludio de lo que iba a ser la tónica en el Zoo, un ‘baby boom’ en toda regla.
Al lado de los pingüinos, vimos a los leones marinos, a los que los cuidadores estaban alimentando fuera de la piscina por lo que los tuvimos tan cerca que, si hubiéramos querido, los hubiéramos tocado. Pilar se partía de risa, viendo cómo se ponían de pie y se recostaban en la valla de madera.
A partir de aquí, comenzamos el recorrido. Los elefantes también tenían a su cría, con la que mis niñas alucinaron, ya que los peques extrapolan muchos de los animales a las películas animadas, así que imaginaos ahora con el boom de ‘Dumbo’; algo que también les pasó con los suricatas -Timón y Pumba-; con el pez payaso y el cirujano -Nemo y Dory- y con muchos otros animales, ya que ahora les ha dado otra vez por ‘Zootrópolis’, así que ¡haceros una idea! Fue muy gracioso lo que sucedió en el Acuario ya que, la noche anterior, quisieron ver con nosotros la película ‘Megalodón’ y Pilar, cuando vio al más grande de los tiburones, que es la especie más similar al de la peli, dijo “mami, no me quiero acercar al cristal por si lo muerde y lo traspasa…”. Por supuesto, enseguida la convencimos que eso no podía suceder. Continuando con el acuario, ésta fue una de las zonas que más gustó a mi pequeña. Y no la culpo porque es una auténtica maravilla ver a esos gigantes -y no tan gigantes- del mar nadando tan cerca de ti y poderlos observar como si estuvieras inmerso en un documental de la BBC, así como conocer las especies más raras de los océanos más lejanos.
A las niñas también les encantaron los orangutanes y, como decían ellas, el bebé orangután fue su favorito, todo el tiempo jugando con las lianas. Es increíble cómo juegan e interactúan entre la familia. De hecho, hubo un momento en el que Carmen me dijo “hacen las mismas cosas que las personas. Se parecen un montón a nosotros”. Otro instante genial fue en el que Pilar se pegó al cristal y se puso a mirar al papá orangután y éste también se pegó al mismo y empezó a seguirla con la mirada y a llamar su atención sin quitarle el ojo de encima. ¡Fue una pasada!
También pudimos ver al Koala, al que nunca habíamos visto, pues siempre que habíamos ido en anteriores ocasiones, estaba escondido. En esta ocasión, le vimos la carita, eso sí, dormido en el árbol, aunque esto es lo más común teniendo en cuenta que estos animalitos tan curiosos y tiernos duermen casi todo el día. Los osos panda fueron otro de los animales estrella de nuestra visita. Ellos también han tenido descendencia, la osezna Chulina, aunque no la vimos, pero es una gozada verlos de cerca, cómo comen bambú y cómo viven. Siguen siendo una de las especies estrella del Zoo. Los monos, las cebras, las jirafas, las cabras montesas, los rinocerontes e hipopótamos… Un sinfín de especies de todos los continentes que, desde luego encantaron a las niñas y con las que aprendieron muchísimo sobre animales y sus ecosistemas.
Por supuesto, no nos quisimos perder la actuación de los delfines en el delfinario, que es otro de los ganchos del zoo y que ahora con el buen tiempo, apetece muchísimo -además, también tenían su bebé -. Las niñas alucinaron con los saltos de los delfines, de hecho, con cada uno se escuchaba un “¡Ohhhhh!” generalizado, y aprendieron mucho en la clase didáctica de la exhibición. Tampoco quisimos perdernos las exhibiciones de aves exóticas y rapaces, éstas últimas impresionantes, te pasan tan sumamente cerca de la cabeza en sus vuelos hacia los cetreros, que se te pone la piel de gallina.
Y para los que no conozcáis el Zoo Aquarium de Madrid, solo deciros que, además de las especies que podéis ver y lo cuidado que están sus instalaciones, con bares y restaurantes, así como merenderos, lo más impresionante es el lugar donde se encuentra, en plena Casa de Campo de Madrid. Y éste sin duda, es otro aliciente más para ir a pasar un día allí por su entorno privilegiado en el que, además de las especies del mismo Zoo, podréis disfrutar de la fauna y la flora autóctona. Es increíble la cantidad de cigüeñas que tenían sus nidos en los pinos centenarios del lugar. Solo con una mirada al alto, podías contemplar una fila de estas aves con sus polluelos abriendo sus picos ávidamente, así como patos con sus patitos nadando en los riachuelos. Un espectáculo magnífico.
Además, todos los sábados del mes de mayo, podéis disfrutar de los conciertos de los Conecta Kids, con ‘El cumpleaños de Pocoyó’. ¿Necesitáis más razones para visitar este mes el Zoo Aquarium de Madrid?