El sábado pasado fue un día para recordar. Tuvimos la suerte de disfrutar en El Invernadero de Las Ventas de un concierto de Petit Pop. Pero no un concierto cualquiera, sino un concierto de cumpleaños porque el grupo asturiano cumple ya una década de trabajo. ¡Diez años, que se dice pronto!
Les seguimos desde hace muchos años. No desde hace diez, la verdad, pero sí al menos 5 añitos cuando comenzaron a llenar la plaza de Malasaña con su música y a hacernos bailar como locos con temas tan divertidos como Mi mamitis y yo o con su divertida selva llena de animales felices amenazados por la construcción de un Ikea.
Han sido muchos (m-u-c-h-o-s) los viajes que nos han amenizado y que han evitado explosiones desenfrenadas de llanto cuando los niños confirmaban que, pese a nuestras afirmaciones esperanzadas, el mar no se escondía, una vez más, detrás de la siguiente montaña. ¡Como para no tenerles cariño!
Pero es que además su música es muy top. Divertida, con un lenguaje cercano, pero no básico, llena de momentos del día a día con los que padres e hijos nos sentimos tremendamente identificados… las melodías son pegadizas, complejas, sin esa base simplona rellena por una melodía principal plana y aburrida que a veces sirve como recurso para la música infantil. Petit Pop se nota que se toma a los niños en serio. Y a los padres. Y a veces nos ridiculiza a todos (desde el cariño) porque no hay nada más ridículo (y desesperante) que perseguir a tu hijo por el pasillo kilómetros y kilómetros para intentar peinarlo cuando él lo único que quiere es «Skapar».
Así que el sábado fuimos al concierto en El Invernadero y allí, al calorcito de una carpa transparente en el centro del ruedo de Las Ventas, cociéndonos «como puerros de invernadero» cuando apretaba el sol, como decían desde el escenario (y tan a gustito que estábamos sin que los niños pasaran ni un poquito de frío) cantamos temas como No nos da pereza la naturaleza, Mami Sherpa, Quiero un poni o El invierno está al revés.
El lugar es una maravilla. Personalmente no lo conocía, fue mi primera experiencia en este Invernadero que te sitúa en El Centro del ruedo de la fantástica plaza de Las Ventas que, te gusten o no los toros, seguro que te impresiona. Durante un ratito me quedé viendo cómo reaccionaba la gente al entrar y la expresión, en todos los casos, era de alucine máximo. No era la única, el muchacho de seguridad que nos daba la bienvenida también disfrutaba visiblemente al ver las expresiones de los recién llegados y no podía esconder una sonrisa cuando soltábamos el pertinente e inevitable «uaaaalaaaaa».
Al tiempo que estábamos disfrutando de la música, otros visitantes (los de la visita a la plaza) seguían nuestros movimientos, sin duda con cierta envidia, desde los distintos tendidos. Una experiencia preciosa el vivirla con música sobre la arena, que pone en valor un espacio histórico como es la Plaza de Toros de Las Ventas con el fin de recuperar los conciertos durante el invierno. ¡Y vaya si lo consiguen! La música se hace protagonista y se está de lo más cómodo en El Invernadero.
Nunca, repito, nunca, había bailado con tantas ganas con mis niños. Ni ellos conmigo. Ni las mejores fiestas de canciones que hacemos en casa de vez en cuando les ponen tan felices. Ver a Mara, Lara, Cosa y Pedro, sus ídolos musicales, en directo les encantó y eso que no era su primer concierto de Petit Pop, aunque, cosas de la edad, no recordaban la última vez.
Siendo totalmente sincera, me faltaron algunos temas fundamentales para nosotros, pero claro, esa es la banda sonora de nuestra casa, no tiene porqué serlo también del grupo y, a juzgar por las reacciones de otros asistentes, cada familia tiene sus propios grandes hits porque en todos había emoción contenida y ganas de bailar.
Obviamente yo también bailé tan feliz todos nuestros temas estrella, incluso porteando al bebé medio dormido, mientras los mayores correteaban a mi alrededor con una cara de felicidad que no olvidaré nunca. Creo que si me muriera ahora mismo esa imagen sería la que mi cerebro elegiría para despedirse de este mundo. Más feliz que una perdiz estuve la hora larga que duró la actuación de los cuatro componentes del grupo. Gracias, Petit Pop, por un momento así, pro este conciertazo. Fue pura M-A-G-I-A.