¿Habéis probado a hacer un viaje internacional con niños? Para unos es una delicia; para otros, una pesadilla, pero lo que está claro que será una experiencia inolvidable para toda la familia. Por eso, hoy queremos recomendaros un destino internacional muy, muy top para visitar con niños: Roma y, en concreto, la Basílica de San Pedro porque sí, el Vaticano también es un destino que puede gustar (y mucho) a los niños.
Prepara el viaje y hazles partícipes
Es fundamental que adaptéis la visita los niños: a sus gustos y a sus tiempos. Por eso, si es posible, es deseable reservar las entradas con antelación y buscar algún que otro truco para poder disfrutar de una visita sin colas, no sólo a San Pedro del Vaticano, sino a todo lo que queráis ver.
Además, en la medida de lo posible, os recomendamos preparar a los niños para el destino elegido: invertir algo de tiempo antes del viaje en sí mismo para engancharles al país, a las costumbres, contarles lo que se come allí, lo que podrán ver… de esta forma el niño, como nos pasa a los mayores, lo disfrutará el doble.
Juega con el factor sorpresa
San Pedro del Vaticano es un lugar que impresiona a niños y adultos. Tanto si entráis directamente por la Vía de la Conziliazione, desde la que podréis ir viendo la inmensidad de la plaza con la Basílica al fondo, como si lo hacéis descubriendo la plaza como se concibió: callejeando hasta dar con la inmensidad de la construcción.
Personalmente, os recomiendo acercaros a Ciudad del Vaticano en metro y, una vez en la superficie, callejear buscando «la sorpresa» hasta llegar a la Plaza de San Pedro. Encontrar semejante inmensidad Impresiona a todos, grandes y pequeños, pero a los niños, que todo lo viven y sienten tan intensamente, se les quedará sin duda la boca abierta. Además, esta es la forma en la que accedían a la plaza.
Este camino es el que veían los romanos antes de la época de Mussolini, que fue quien derribó un sinfín de construcciones medievales para abrir la impresionante Vía de la Conziliazione, pero no es como se concibió la plaza así que, si sois de los puristas, mejor desde el metro 😉
Buscad las diferencias
Si os fijáis en la plaza, veréis que es simétrica. Si partís el círculo en dos, encontráis dos mitades iguales con sus fuentes… ¡o casi! ¿Y si instáis a los niños a buscar las 7 diferencias? Seguro que pasáis un buen rato y ,en realidad, hay bastantes cosas distintas así que… ¡no será difícil que se sientan ganadores!
Para evitar las colas a la entrada de la Basílica, os recomendamos participar en una visita guiada. Aunque el acceso a la basílica es gratuito, las colas suelen ser bastante largas (excepto a primerísima hora, aunque no es fácil llegar muy temprano con los niños), pero no tenéis que guardar esa cola si vais en visita guiada. Si, además, tenéis opción de participar en una visita infantil, el éxito está asegurado.
Una vez en el interior, buscad detalles curiosos
Las tumbas de los papas, la Piedad de Miguel Ángel, curiosidades en las bóvedas, la figura de San Pedro que nos da la bendición… Si habéis leído un poco sobre la basílica, seguro que hay muchas cosas que os llaman la atención y podéis ir buscando. Si además sois mañosos con tema de manualidades, podéis hacer un pequeño mapa esquemático e instar a los niños a que vayan marcando el lugar en el que encuentran aquellos elementos que buscan, que indiquen lo que más les gusta para recordarlo después… crearéis vuestro propio mapa del tesoro. El templo es tan grande y tan impresionante, que es imposible que no encuentren cosas chulas para recordar.
Subir a la cúpula
Roma desde lo alto es un lujo inexplicable y desde lo alto de la basílica de San Pedro, aún más. La subida a la cúpula será toda una experiencia para los niños. Seguro que les encanta aunque, tened en cuenta que esta actividad les cansa (bueno, nos cansa a todos) y deberéis renunciar a ver otras cosas.
En la Capilla Sixtina
Si a vuestros hijos les gusta dibujar y pintar, sin duda tenéis que llevarles a ver la Capilla Sixtina. Conocer más sobre cómo Miguel Ángel se colgaba de aquellas bellísimas paredes para pintar el techo y que pasó haciéndolo la friolera de CUATRO AÑOS, seguro que les llama la atención. O el dato de que lo que tienen delante (o, mejor dicho, encima) son más de 300 figuras entre las que encontramos figuras de todo tipo. ¿Cuál les llamará más atención? Retadles a encontrarla.
En los Museos Vaticanos
Hay cientos de cosas interesantes, así que ir con los niños puede ser un poco abrumador, tanto para ellos como para vosotros, que puede que queráis ver en detalle más cosas de las que ellos están dispuestos a aguantar. En este punto, la clave (aunque en realidad lo es en todo) es ser consciente de que los tiempos son compartidos, no son sólo los vuestros. Los adultos estamos preparados para estar concentrados más tiempo, pero los niños necesitan cambiar de actividad con más frecuencia y un museo puede ser demasiado, especialmente un museo con unos fondos tan extensos como este.
A pesar de que os apetezca muchísimo admirar los detalles de las obras, lo ideal es que creéis una hoja de ruta y vayáis pidiendo en cada zona que los niños os ayuden a buscar algo: cuántos perritos descubren en los cuadros, cuántas lunas, cuántas esculturas llevan hojas de parra en lugar de calzoncillos… en fin, elementos que les llamen la atención e incluso les puedan hacer gracia.
Animarles a poner una frase en sintonía con la expresión de los personajes: «mira, aquel señor (que bien podría ser Alejandro Magno), tiene cara de dolor de tripa», son comentarios que reconectan inmediatamante con los peques, siempre que tengan cierta predisposición a la visita, por supuesto.
Con los más mayores, podéis jugar a elegir una obra cada uno en cada sala y leer con atención la descripción, compartir lo que podemos saber de la época, del estilo… ¡Con cada niño hay un mundo de alternativas! Seguro que también vosotros podéis contarnos más. ¿Os animáis en comentarios?