En vacaciones se tiene más tiempo para todo: para dedicarse a una misma, para dedicárselo a nuestros hijos, para hacer más cosas juntos y también para aburrirse o relajarse, según se vea. En ese estado en el que no sabes qué hacer, la imaginación se dispara y la creatividad alcanza su punto más álgido. Y así es como este verano, entre la madre de una amiguita, la tía de otra y una servidora hemos ido presentándole a Elena y a sus amig@s distintos juegos para que incorporasen a su lista de ya aprendidos.
Unos juegos tan sencillos que les llamaban especialmente la atención, les tenían entretenidos un buen rato y les suponía una experiencia nueva y emocionante. Un día surgió «La prueba de resistencia», que no era otra cosa que ver quién aguantaba más subiendo y bajando un bordillo. Fue muy divertido porque, aunque era un juego más individual y que podía crear cierta competitividad, cuando alguno ya no podía más, lo dejaba pero inmediatamente animaba a alguno de sus compañeros.
Otro día que nos fuimos de paseo de un pueblo a otro utilizando la carretera como único camino posible para acceder allí, se nos ocurrieron dos juegos: «¡Vamos a volar!» y «¿Qué veo?». El primero tenía como objetivo que los chavales fueran siempre en el lado izquierdo de la carrera; para ello les dijimos que si pisaban la línea blanca del arcén y extendían los brazos como si fueran un pájaro podrían volar. ¡Algunos hicieron el kilómetro de distancia que nos habíamos propuesto siendo fuertes y rápidos águilas, mientras que otros decían que eran gaviotas, a pesar de no haber rastro de agua marina por ahí cerca, je, je, je! Para los que preferían algo más movido estaba «¿Qué veo?», un juego de multiactividad que tenía como fin evitar escuchar eso de «me canso» o «cuándo llegamos». La dinámica es muy sencilla: el adulto dice «Veo flores en una parte del recorrido, ¿quién me traer cinco?», y ellos van, recogen la cantidad pedida y vuelven. «Veo un montón de piedras. ¿Quién me trae tres?», y de nuevo los peques salen pitando para hacerse con ellas. Os puedo asegurar que así se pueden hacer uno, dos o tres kilómetros sin darse ni cuenta.
¿Qué tendrán los tatuajes que a los niños les encanta? Si no tienes una tienda cerca donde comprar tu propia plantilla, te proponemos que simplemente cojas un boli y les pintes distintos motivos por su cuerpo: una flor, un corazón, un búho y… el tatuaje estrella para nosotros este verano: dibujarse las iniciales de cada uno con el número correspondiente a su edad, emulando a CR7. Entre las chicas esta idea no caló tanto, pero en el sector masculino arrasó.
¿Cómo tenerles entretenidos un rato largo, largo, largo? Con una carrera de chapas. Empezamos intentando limar la parte de la arriba de la misma y, para ello, tuvieron que estar un buen rato pasándola por una piedra para intentar que desapareciera el dibujo inicial. Después, cada uno tenía que uniformar su chapa por dentro y customizarla a su gusto con ayuda de pinturas y papel. Unos pusieron su inicial, otros se inspiraron en emoticonos y algunos dibujaron algo más abstracto e indefinido. Y con todo ya preparado -el circuito lo señalizamos en el suelo – comenzó una interminable carrera que se alargó más de una hora.
Lanzamiento de huevos, carrera de sacos y de bicis, el pañuelo, campeonatos de cartas… ¡vamos, que este verano -al menos en mi pueblo- el que se ha aburrido ha sido porque ha querido!
Efectivamente Lidia, el que se aburre es porque quiere o también porque los padres no son saben, no quieren o no tienen ganas de enseñar este tipo de juegos para niños tan sencillos y a la vez tan divertidos. Lo fácil… soltarles el móvil, una pena.
Me vienen muy bien tus ideas para incorporarlas a mi blog personal, en el que estoy intentando hacer una gran colección de estos y otros tipos de juegos. Quiero tener una gran colección para tirar del blog cuando necesite sacar ideas, por ejemplo, esos días de lluvia y muy mal tiempo.
Un cordial saludo.