¡Qué importante es la música en nuestras vidas! Y ¡qué necesarios son los conciertos! Y es que ya teníamos mono de un concierto con todas las letras; es decir, a gran escala -plaza de toros, estadios…-, con bastante gente; una buena acústica; sonido e iluminación envolvente…
Lo de los conciertos en teatros está genial, mientras no se puedan realizar conciertos como siempre han sido, pero ya va habiendo ganas de retomar los saltos y bailes, ¿a que sí? Pues bien, el sábado, estuvimos con las peques en el concierto “Ídolos”, que “Rock en familia” dio en el Palacio Vistalegre de Madrid en colaboración con “Los 40 Classic”. ¡Qué maravilla! ¡Cómo vibramos, saltamos, cantamos! Y es que, claro, era el primer concierto a gran escala de mis peques. Pero no era un concierto cualquiera, ya que, además de tributar a las grandes figuras de la música de todos los tiempos, “Rock en familia” y “Los 40 Classic” hacían mini introducciones, a modo de cuento para niños, para ilustrarnos más sobre la historia de los artistas que iban saliendo a escena. De hecho, podéis escuchar estos podcast que se emitieron en “Los 40 Classic” pinchando aquí.
Nada más llegar a la Plaza de Vistalegre, las peques alucinaron con las dimensiones del recinto. Las puertas se abrieron hora y media antes del comienzo del espectáculo, para poder distanciar la entrada de asistentes y controlar el aforo sin aglomeraciones en la entrada. Además, nos repartieron FFP2, que eran obligatorias. Nada más entrar al “ruedo” y ver el escenario, las luces, la disposición de las sillas y las gradas, las peques exclamaron “¡alaaaa, mamá! ¡Qué grande y qué chulo es!”. La organización se encargó de acomodarnos en nuestros asientos que guardaban escrupulosamente la distancia de seguridad. De hecho, eran filas de cuatro y dos asientos para familias.
Pero lo mejor fue cuando comenzó el concierto. Primero apareció el presentador que nos introdujo en lo que íbamos a ver y, acto seguido, hizo su entrada estelar en pantalla el maestro de ceremonia y narrador del evento: el Oso Rosendo, del que mi familia es muy fan. Él iba saliendo para presentar cada grupo y cada actuación e introducía un poco de la historia de cada artista. Por supuesto, en un festival del rock con las figuras importantes de todos los tiempos, no podía abrir otra persona el festival más que Elvis Presley. El Oso Rosendo nos hizo alguna que otra adivinanza para que los peques y los papis adivináramos quién abriría el concierto.
A partir de este momento, la cosa fue “in crescendo” y el Oso Rosendo fue introduciendo artistas de la talla de Bob Dylan, Janis Joplin, The Beatles, Queen, David Bowie, Bruce Springsteen, Michael Jackson, Madona, Amy Winehouse, U2 o Rolling Stones. Él mismo nos contaba, a modo de cuento, la historia de la vida de cada uno y anécdotas muy curiosas. Por ejemplo, que el coche con el que Bruce Springsteen recorrió América hablaba con él y le contaba historias para las letras de sus canciones; que Bob Dylan era, desde niño, protestón e inconformista y que ya de pequeño se ponía en pie cuando veía una injusticia; que Madona era una niña con poderes y muy diferente; que David Bowie era un extraterrestre mutante de otro planeta; o que Janis Joplin era una bruja cósmica que volaba en su escoba. Me encantaron todas y cada una de las historias, con una moraleja importantísima para los niños que tenía algo común: ser diferentes no es algo negativo, sino todo lo contrario; es lo que te hace único, lo que hizo sobresalir a todos y cada uno de estos artistas. Bueno, eso y su empeño en conseguir su sueño.
Como os decía a cada tributo de un nuevo artista “Rock en familia” tocaba e interpretaba un tema mítico de cada uno. Pudimos bailar y cantar al son de “Knocking on heavens door”, “Piece of my heart”, “Get back”, “Bohemian Rhapsody”, “Dancing in the dark”, “Billie Jean”, “Material Girl” o “Satisfaction”, entre otras. Mis niñas y nosotros bailamos y cantamos a tope con todas ellas, sin movernos de los asientos, eso sí. Hubo un momento, cuando apareció en escena Freddie Mercury y entonó el “mamma uuuuhhhh”, que mis hijas se entregaron en cuerpo y alma a la canción. Se notaba que en casa somos muy fans de Queen. Hasta que el intérprete se metió para dentro para dar paso al siguiente, y Pilar se enfadó muchísimo porque no habían tocado su tema favorito: “I want to break free”. Vamos, que lo pidió a gritos durante ¡todo el resto del concierto! ¡jajajajajj!
Al ser un evento familiar estuvieron muy presentes los juegos y adivinanzas. Nos encantó un juego que hicieron a mitad de concierto: el de los gritos. Consistía en que, si chillaban más fuerte los niños, los padres teníamos que comprarles tres chuches y, si ganábamos los padres, nos tenían que dejar una hora de siesta al día siguiente, con cerrojo incluido. Podéis imaginaros el cachondeo cuando el presentador dio paso a los padres, con la introducción: “y ahora, vais a saber lo que es motivación y necesidad”. ¡Qué grandes! Lo que nos pudimos reír con las bromas durante todo el concierto.
Siendo un concierto realizado por “Rock en familia” no tenemos ni que hacer hincapié en la calidad de los artistas que interpretaron los temas del concierto. Son fantásticos. Los timbres de voz se confundían con los de los cantantes originales. Esto sumado a una música en directo de diez y a unas caracterizaciones geniales, hacen que tanto mayores como pequeños disfrutáramos de lo lindo. La acústica y la iluminación de la Plaza de Vistalegre hicieron el resto.
Me encantan este tipo de conciertos. Enseñar a mis peques a apreciar y amar la buena música, los artistas de calidad, míticos, que han marcado a generaciones, al igual que hizo conmigo mi padre. Así que, desde aquí, queremos abogar por este tipo de conciertos en familia y desear una última cosa: una ¡larga vida al rock & roll! Y ¡larga vida a Rock en Familia!