Hay obras de teatro que nos gustan a los cuatros miembros de la familia por igual, otras que nos emocionan más a los mayores que a los pequeños y, por último, están aquellas con las que ellos disfrutan como nunca en la vida. Este es el caso de La Sirenita, un divertido espectáculo musical en el que los niños participan de principio a fin.
Llegamos tarde al teatro y casi en el instante en el que las luces se estaban apagando, pero teniendo muy claro lo que íbamos a ver: La Sirenita. Mi marido suele decirme que no les diga a las niñas con mucha antelación qué vamos a hacer el fin de semana o dónde vamos a ir, por si al final los planes se tuercen y tenemos que cancelar. En este caso no me pude contener las ganas de comunicarles a Elena y a Ana que, el domingo a las 12.30 horas de la mañana, acudiríamos a la representación de La Sirenita en el Teatro Arlequín. Tan emocionada estaba la mayor que, cuatro días antes, hizo un dibujo de la princesa Muriel, mientras que Ana, cada mañana al despertarse, lo primero que acertaba a decir con su lengua de trapo era «¿Hoy mami vemos Sirenita?».
Una escenografía totalmente marina era el preludio de que estábamos a punto de sumergirnos en un espectáculo totalmente acuático, donde sirenas, peces, cangrejos y demás seres marinos iban a hacernos pasar un rato divertido.
El primero en aparecer por allí fue Timón, un simpático cangrejo con acento francés que, bajo las órdenes de la reina Mar, la dueña del océano, tenía una misión un tanto complicada: intentar que Muriel dejase de idolatrar al mundo humano. Timón lo intenta, pero cuando las flechas de Cupido se cruzan en el camino de una hombre o una mujer, en este caso de una sirena, poco se puede hacer. Y así es como un día de tormenta, Muriel conoce al príncipe Jorge y sufre un flechazo al instante. Pero, ¿es posible el amor de una sirena y un humano? La versión original de este cuento de Hans Christian Andersen escrito en 1837 tiene un desenlace muy triste y trágico para Muriel, pero como en el teatro todo es posible… ¡quizás aquí triunfe el amor!
Hubo muchas cosas que nos gustaron de esta propuesta escénica de la compañía Tiovivo Teatro, como la interacción contínua con el público, haciendo que los pequeños fuesen unos actores más de este montaje. Al principio de la función, Timón nos hizo levantarnos de nuestras butacas para cantar el cumpleaños feliz a La Sirenita; después, el príncipe Jorge nos pidió ayuda para resolver algunos imprevistos y Muriel nos preguntó dudas que la surgieron sobre el mundo de los humanos…. A su vez, nos llamó mucha la atención lo dinámico que era el montaje: canciones, bailes y amenos diálogos que hicieron que los 60 minutos que duraba el espectáculo se pasasen volando.
Sin embargo, a mi marido y a mí algunos detalles de esta historia nos dejaron pensativos, sobre todo aquellos que tienen que ver con cómo educamos a nuestras hijas en casa y los mensajes que reciben del exterior. ¿Por qué el príncipe Jorge tiene que casarse con tan solo 18 años y Muriel tiene que dejarlo todo por el amor de un hombre? ¡Nos sonaba a algo del siglo pasado! Quizás el argumento se podía haber actualizado y adaptado a nuestros tiempos.
Elena salió diciendo que Glenda, la malvada de esta obra de teatro, era muy mala, pero eso no la impidió pasarse todo el camino de vuelta a casa tarareando la canción de este personaje: ¡Oh, almas tristes, oh almas…!». Y mientras, Ana, de dos años y medio, decía que quería irse a comer con Muriel, el príncipe Jorge y Timón. ¡Quizás, en otra ocasión!