Son las 19.00 de la tarde cuando llego a casa del trabajo. No he metido la llave en la cerradura y ya puedo escuchar a mi hija Elena detrás de la puerta gritar: “Es mamá, es mamá”. Mientras se pega a mi pierna como una lapa, intento llegar a la mesa del comedor para dejar el bolso, el abrigo y los tuppers de la comida. Y cuando ya consigo despojarme de todo… Ana, mi otra hija de un año que todavía no anda, extiende sus brazos para que la coja. Creo que no estoy contando nada que no viva cada mami en su día a día, ¿verdad? Pero aquí no acaba todo, al contrario, empieza lo ‘mejor’.
Miro el reloj y veo que todavía quedan dos horas, sí DOS HORAS, para que ellas se vayan a la cama/cuna y yo pueda encontrar cinco minutos, solo cinco minutos para tirarme en el sofá, ejem, ejem, y repito, ejem, ejem, porque no es así. Sí, son las 21.00 horas de la noche, ya han cenado, se han lavado los dientes, puesto el pijama y se envuelven entre las sábanas junto a sus peluches, pero eso no significa que caigan rendidas. Es el momento de comenzar a gritar… “Mamáaaaaaaa”… y enlazar una excusa tras otra con tal de no cerrar los ojos (hay días que creo que lo hacen a propósito). Entre las ‘peticiones’ más utilizadas por Elena, porque la otra solo emite sonidos guturales, son:
Mamá… tengo pis.
¿Pero si en nuestro tour con destino su habitación hemos hecho dos paradas obligatorias en el baño?
Mamá… tengo caca.
¿Cómo? ¡No puede ser! Nunca hace más de dos deposiciones al día.
Mamá… agua
Vale, se me ha ido un poco la sal en la tortilla, pero tampoco da tanta sed, digo yo.
Mamá… ¡un cuento!
Por adelantar, he querido saltarme la rutina del cuento y eso mi hija no me lo perdona.
Mamá… ¡no encuentro a Trompita!Trompita es el peluche con el que dureme y parece que se le ha quedado enganchado entre la cama y la barra. ¡Arrrrggg! Como siga así, duerme sin ella.
Mamá… ¡tengo mocos!
Ya está buena, pero acaba de pasar un resfriado y todavía es una excusa recurrente.
Mamá… la luz del pasillo
Y es que con tanto ir y venir del comedor a su habitación he dado al interruptor sin querer.
Mamá… ¡un beso!
Aquí me ha ganado.
Mamá… ¿cuándo viene papá?
Si ella ya sabe que nunca o casi nunca llega para darle un beso, pero ella insiste.
Mamá… ¿se ha dormido la hermanita?
Ana duerme aún en mi misma habitación y Elena quiere saberlo todo sobre los movimientos de su hermanita.
Mamá… que te quiero decir una cosa: Te quiero.
Anda que no saben. Con el beso me ha conquistado, y con el ‘te quiero’ me he derretido.
Mamá… ¡no se te olvide meter el vaso en la mochila!
Hoy nos hemos despistado y la pobre ha estado todo el día sin beber, supuestamente.
Mamá… ¿mañana qué día es?
Sí, muy lista mi hija porque ya sabe los días, los meses y demás, pero qué más da. No me quiero imaginar cuando controle el tiempo. ¡Ahhh!
Mamá… ¿qué hacemos el fin de semana?
Hija, estamos a lunes, yo qué sé qué voy a hacer mañana.
Mamá… ¿quién me viene a buscar al cole?
El abuelo, la abuela, Juani, mamá… ¡qué más da, alguien irá! No la voy a dejar abandonada.
Mamá… ¿mañana toca chándal?
Y yo misma, que ya no sé ni el día en el vivo y estoy mareada de tanto ajetreo, ya no sé si gimnasia es los martes o los miércoles.
Mamá… ¡tengo frío!
Normal, ¡está toda desarropada!
Mamá… pis
Claro, se ha bebido un vaso de agua entero que ahora vuelta a empezar.
Y así se nos hacen las 22.00 de la noche (o más) y una se va a la cama sin cenar. Entre dormir y comer yo lo tengo claro, lo primero.
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Que razón tienes tardo mas de un hora para que Pablo se vaya a la cama y lo mejor el cacho beso que me da…
Pues sí…. muchas excusas, pero especialmente para no irse a dormir a su cama.
Buffff. Nos está sirviendo de mucho un libro que se llama MI CAMITA
No se quién es el autor, pero sale buscando en Google.
Leyéndole este librito, nuestro niño de dos años por primera vez se está quedando en su cama. Increible.
Por si la referencia le sirve a alguien.
Un abrazo!