El Conde Drácula está hambriento y va con un bastón buscando algo que echarse a la boca porque se ha quedado medio cegato; el Gato con Botas se cree el mayor de los Tres Cerditos y quiere empezar a construir su casa de ladrillos urgentemente; a Caperucita Roja no se le entiende nada de nada porque habla al revés; la malvada bruja de Blancanieves cree que es una princesa y está esperando a su príncipe azul; el pirata Barbanegra se ha vuelto un ñoño y su barba y su pelo se han tornado de color azul añil… No estamos de broma. Aunque todas estas historias puedan parecer algo disparatadas son verídicas y suceden en El Gran Libro Mágico, una obra que está en el Teatro Reina Victoria de Madrid y a la que asistimos el otro día.
La obra comenzaba con la aparición de dos charlatanes que vendían elixires milagrosos, que tratan todo tipo de males. A lo lejos se escucharon estruendosos estornudos, pero ¿quién sería? Fue entonces cuando se escuchó un ¡Oooohhhh! generalizado en el patio de butacas. Los niños habían visto aparecer, de repente, un libro gigantesco en el escenario, de unos cuatro metros de altura, que parpadeaba y hablaba como un ser humano y que se quejaba de estar muy constipado. Los charlatanes deciden ayudarle y para ello se introducen en sus páginas para averiguar qué es lo que está haciendo que el libro esté así de enfermo. ¡Ayyyy! ¿A quién no le gusta meterse entre las páginas de un buen libro y bucear por sus fantásticas historias? Pues en El Gran Libro Mágico, sus protagonistas lo hacen literalmente.
Una vez dentro, cuál es su sorpresa cuando se encuentran con los personajes de los cuentos tradicionales, pero ligeramente alterados. Todos ellos les cuentan que sus cambios se produjeron una noche de tormenta, con los rayos y truenos que no son, ni más ni menos, que los estornudos del Gran Libro Mágico. ¿Y qué hay que hacer para erradicar un resfriado? Elemental, hay que atacar el Virus que lo ha causado, pero es que el Virus de esta obra es muy muy especial y no se lo pondrá nada fácil a los protagonistas…
Desde luego, a la obra no le falta nada. La música está muy cuidada y los actores hacen que mayores y pequeños participen de las canciones a cada momento. Pilar, Carmen y yo todavía estamos tarareando en casa ‘no tengo miedo, el miedo no existe, para creerlo cuento un chisteeeeee’. El humor es la pieza clave en el montaje con guiños tanto para niños más pequeños como para los padres, con lo cual, es seguro que no te aburrirás ni un instante. Y otro de los puntos positivos de la obra es el montaje. Asombroso ese libro, con vida propia, que se abre y reproduce diferentes escenarios de cuentos y, por supuesto, la interacción constante de los actores con el público que hacen de los pasillos del teatro una prolongación del escenario, sorprendiendo así a los más pequeños, que disfrutan de lo lindo teniendo a los personajes cerca.
Lo dicho, El Gran Libro Mágico, una de las obras ineludibles de esta temporada estará, hasta el 25 de noviembre, en el Teatro Reina Victoria de Madrid de la mano de la compañía T-Gracia. ¡No os la podéis perder!