Esta semana mi hija Ana celebra su primer año. Su llegada hace doce meses nos obligó a papá, mamá y hermanita a reestructurar nuestro día a día. Según mi marido, ella aterrizaba en un hogar ya hecho y tendría que adaptarse a nosotros, pero lo cierto es que no fue así. Todos hemos tenido que hacer un esfuerzo para volver a formar una única unidad, y en todo este proceso, quien más has sufrido, sin duda, ha sido Elena.
Sábado 18.00 horas de la tarde del mes de abril. Ana lleva con nosotros cinco días y nos disponemos a dar nuestro primer paseo en familia, pero algo nos detiene. “No quiero ir, me voy a acostar y no me despertéis hasta el día siguiente”. Esta frase bomba, tan propia de un adulto, la pronunció mi hija de tan solo 3 años y 8 meses. Y mientras se metía en la cama, yo me eché a llorar. Serían las hormonas o el cansancio, pero sabía que Elena no estaba bien y yo no podía estar a su lado… ¡Ahora me tenía que dividir!
Hubo quien se aventuró a decirme que Elena estaba muy mimada. Y yo me pregunto: ¿Mimada es hacer con tu hija manualidades por las tardes? ¿Mimada es tirarte en el suelo y jugar a las cocinitas con ella? ¿Mimada es ir a buscarla al colegio siempre que puedes? ¿Mimada es contarle un cuento antes de dormir? Si es así, lo reconozco, Elena está híper-súper-mega-mimada, pero es así como yo entiendo la maternidad, estar con ella siempre que puedo.
También me recomendaron que los meses previos fuese poco a poco estableciendo una distancia, para que luego no fuese tan shock, pero me resultó imposible. ¡Cómo voy a alejarme de ella! El poco tiempo que el trabajo me dejaba, lo quería pasar junto a ella, porque creo que yo también era consciente de que nunca más volveríamos a vivir esa situación, ella y yo, solas. A veces, lo confieso, echo de menos esos momentos de confidencias madre e hija… ¡Mi princesa y yo!
Otros me aconsejaron que buscase un momento para estar con ella a solas, y así decidimos, por ejemplo, que nos bañaríamos juntas por las tardes, pero le sabía a poco y siempre quería más: quería que también le secara el pelo, que la vistiese, que le diese de cenar, y lo peor, en mitad de nuestro momento, Ana se despertaba demandando pecho.
Siento que con la llegada de Ana forcé a Elena a madurar, a asumir un rol, el de hermana mayor, que ella no quería o no estaba preparada. He intentado que ella viese que ser la primera en la familia es algo divertido y muy guay, como cuando creamos la corona de hermana mayor, pero no ha funcionado. Ella no quiere coronas, ni diademas, ni bandas, ni títulos, ella solo quiere a su mamá, a esa persona que ha estado durante sus primeros casi cuatro años despertándose por las noches cuando estaba mala, que la alcanzaba a coger los libros de las estanterías porque estaban muy altos o que se tiraba una hora sentada en la mesa para que se lo terminara de comer todo…
Hemos pasado este año como hemos podido, porque hacer frente a los celos me parece de lo más complicado del mundo, y yo he tenido que oír frases como: “No te quiero”; “Quieres más a la hermanita que a mí”; “Mami no, con papi”. ¡Demasiado fuerte para mi sensible corazón! Pero cómo enfadarse con ella, que me ha enseñado el significado real del amor incondicional, me ha apartado mucho paz y tranquilidad interna, me ha mostrado el verdadero sentido de las cosas… Ellos no lo hacen con maldad, es su forma de expresar su malestar interno ante esta nueva situación y es bueno que así lo hagan, que saquen todo esa rabia. Ahora viene una segunda más dura si cabe, porque Ana empieza a andar, a emitir sus primeros sonidos, a reírse por todo y llama mucho la atención. Aunque la parte buena es que cada vez más, también, interactúan más la una con la otra.
Elena, si alguna vez cuando aprendas a leer o seas mayor, te cruzas con este post (¡a saber cómo estará el mundo digital!) quiero que me perdones por hacértelo pasar mal.
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Elena te perdonará porque siempre serás su mama.
No sabes cómo te entiendo …..
Soy padre de dos niñas. La peque 2 vino cuando la peque 1 tenía 2 años y ocho meses. El proceso fue más facil que el que tu cuentas…pero las primeras noches ( sobre todo las noches) nos sentimos unos traidores. Nos centramos en pensar en que a la larga…una hermanita pequeña con quien jugar es un super regalo!!!