Había visto sus vídeos una y otra vez en el DVD de mi casa, había escuchado a mi hija Elena tararear sus canciones de camino a casa tras salir de la guardería hace ya casi tres años y hasta en las fiestas de mi pueblo he bailado al ritmo de Soy una taza, pero nunca había estado en un espectáculo de Cantajuegos o, quizás debería de decir, en uno de sus megaconciertos.
Desde que empezaron, hace más de 10 años, algunas cosas han variado en la trayectoria de este grupo. Gran parte del elenco original se ha cambiado, aunque su estética de peto vaquero, zapatillas y camiseta roja permanece, y nuevos personajes, como Pepe, Coco, Scotty, Bubby y la rana Juana, acompañan a esta pandilla de amigos en sus aventuras en la aldea abandonada donde viven ahora. Por su parte, el repetorio ha ido in crescendo a una velocidad increíble, y a sus clásicos y adaptaciones de toda la vida, han sumado sus creaciones propias, como ocurre con Viva mi planeta. En este trabajo -compuesto por tres entregas- se incluyen canciones como Mi Bicicleta, con la que quieren concienciar a los niños de la importancia de cuidar el medio ambiente, la sostenibilidad y, en este caso en concreto, la seguridad cuando se montan en una.
Por eso y, a pesar de mis conocimientos sobre el mundo Cantajuegos -recuerdo que la primera vez que los escuché fue hace 10 años, un día que fui a cuidar a mi sobrino que estaba malo y lo único que me pedía era darle al play del DVD de Cantajuegos- no sabía muy bien qué me iba a encontrar, pero lo que presencié fue un concierto en toda regla, nuestro primer concierto para la familia Alonso-Nieto al completo. Y es que no faltaba de nada. El público entero levantado de sus asientos cuando sonaba Para dormir a un elefante o el payaso Tallarín, peques dejando sus asientos para colocarse en el hueco que quedaba entre la primera fila y el escenario para bailar el Chuchuwá, mientras sus padres se quedaban agazapados en los laterales y, tal vez lo que más me impresionó, escuchar a los propios intérpretes de Cantajuegos gritar eso de… “Vamos Madrid”.
La puesta en escena está muy cuidada. Los músicos, situados a los lados, interactúan con los actores e, incluso, con los espectadores que están sentados en sus asientos y, todo sea dicho, da gusto poder disfrutar del sonido en vivo y en directo de esta mini-orquesta. Al fondo del escenario se sitúa una pantalla, donde se proyectan distintos vídeos que aportan al espectáculo un ritmo muy dinámico, y la colocación en perspectiva de distintos elementos permite a los actores salir y entrar a escena con gran agilidad y naturalidad.
Ahora entiendo bien por qué colgaron el cartel de «No hay localidades» y tuvieron que ampliar una función más -hasta seis- en Madrid. ¡Cantajuego es una fiesta!
Cantajuegos sigue de gira de por España hasta el 8 de enero. Si quieres saber cuándo pasará por tu ciudad entra en www.cantajuego.com.
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