Ahora que llega el otoño/invierno, los días son más cortitos y muchos fines de semana hace frío y no apetecen los planes fuera de casa, nos encanta hacer dos actividades en familia: peli y palomitas o, la favorita de mis peques: los juegos de mesa. Ahora que ya van siendo más mayorcitas, eso de poder jugar con los primos, papá y mamá e incluso con los abuelos a juegos de mesa, de forma autónoma e independiente, les encanta. Y ¿os digo la verdad? A mí también porque descubro muchas destrezas en ellos que desconocía y es fascinante. Muchas veces me quedo alucinada con las salidas que tienen y con su modo de tomar decisiones y explicarse. Y es que los juegos de mesa son muy beneficiosos para los niños, más aún cuando podemos dedicar un rato, de cuando en cuando, a jugar en familia con ellos.
Hay muchos tipos de juegos de mesa, unos se centran más en el desarrollo de las destrezas y la psicomotricidad; otros en el desarrollo cognitivo; otros obligan a pensar a nuestros niños y a tomar decisiones; otros fomentan el lenguaje; la socialización y el trabajo en equipo. Y algo muy importante: les enseñan a frustrarse cuando pierden y a aprender la importancia de las normas y reglas para poder divertirse con cada juego.
Seguro que tenéis algún o algunos juegos de mesa que os gustan a toda la familia y con los que ratos de lo más divertido, a la vez que fomentáis el aprendizaje de vuestros hijos. Y seguro que también tenéis una lista con algunos que os apetece regalar en próximos cumpleaños/navidades. Nosotras vamos a contaros nuestros favoritos en casa:
- Monopoly Billetes Falsos. Ha sido la última incorporación juguetera y, por ello, es la que más enviciados nos tiene en casa. Las reglas son similares al clásico, pero con un añadido más y es que existen billetes y tarjetas de la suerte falsos, que el resto de los contrincantes deben “destapar”. ¿Cómo? -Y aquí entra el vicio de mi pequeña-. Utilizando una lupa que descifra un código QR presente en los billetes. Desde que tenemos el juego en casa, mi pequeñina, se pasa el día poniendo encima de los billetes la lupa y averiguando los que son falsos y los que son verdaderos. ¡Para que veáis lo que da de sí este juego! ¡No solo aplicando las reglas que lo rigen, sino que, a menudo, los más peques crean su propia versión del juego! El Monopoly es un juego de toma de decisiones y de estrategia, además de tener que contar billetes para pagar, con lo que los niños se obligan a pensar y a sumar, algo muy deseable eso de que se expriman los sesos a nivel de cálculo mental jugando.
- Tragabolas. Si el anterior es todo un clásico, ¡este también lo es! De hecho, yo lo tenía de pequeña y me encantaba jugar con mis primas. Es apto para niños más peques que el anterior. Se centra en la rapidez y destreza motora. Como sabéis, gana el hipopótamo que antes se coma las bolitas de la pista. ¡A mi peque Pilar le encanta! Se lo pasan genial y, aunque no exprimen el cerebro, ¡desfogan mogollón!
- Conecta 4. El clásico cuatro en raya es uno de sus favoritos. Se juega de dos en dos, pero en casa hacemos torneos eliminatorios. Además, la última vez lo compramos en formato viaje y en las escapadas del AVE van ellas en su mesita, tan entretenidas, jugado al Conecta 4. Eso sí, como la mayor le saca casi tres años a la peque, muchas veces abusa y le gana tantas veces, que la otra se enfada, pero ahí es cuando entra mamá a echar una mano a la pequeñina para que ella también pueda ganar alguna partidilla… La frustración es un beneficio, pero en exceso ¡tampoco es sana!
- Quién es Quién. Este juego es heredado de mamá y les encanta tanto como a mí me gustaba de pequeña. Como sabéis, consiste en adivinar el personaje que tu contrincante ha elegido solo con preguntas a las que se pueda responder con un sí o un no e ir tapando las posibilidades que no son las correctas. A este juego también se juega en pareja y es un filón para que piensen en preguntas para ir descubriendo la opción que ha elegido el contrario. Yo, a veces, les obligo a jugar en inglés y así potenciamos un poco los idiomas a través del juego y las oraciones interrogativas, que nunca viene mal. ¡Ah! Y tenemos en mente la compra de la ¡versión de viaje!
- Caca Chaf. Este juego ¡es una risa! Es para niños más pequeños y a Pilar le encanta. De hecho, lo pidió por su cumple hace un par de años y siempre que vienen amigos a casa o sus primos pequeños, acaban jugando con él. Ubican un tablero en el suelo y el que juega tiene que estar con los ojos vendados y el resto pone las cacas -que son de pastilina- repartidas por el tablero. El de los ojos vendados, guiado por sus compañeros, debe tratar de evitar pisarlas. ¡O no! Lo que más mola del juego es pisar la caca ¡descalzo! Esa sensación les encanta.
- Twister. Otro clásico para jugar en familia. Muy apto para el verano. A mí este juego me ha encantado siempre. Como sabéis, el “tablero” consiste en un plástico con círculos de colores, que se extiende en el suelo a modo de sábana, y también hay un reloj con una flecha, que se hace girar y es lo que te indicará dónde poner el pie derecho o izquierdo o las manos. ¡Nos lo pasamos bomba jugando con Twister! Consiguiendo posturas imposibles, que no puedes perder porque, si te caes y no mantienes la posición, pierdes. Aquí las niñas tienen una ventaja muy importante: su flexibilidad y juventud, que juegan a su favor, jajajajaja.
- Operación. Otro clásico. ¡Es que, al final, los juegos que perduran con el paso de los años, lo hacen porque triunfan! Me hace mucha gracia ver cómo las peques se concentran para sacar los ‘huesecillos’ u órganos del paciente sin tocar las paredes con las pinzas. ¡Nos partimos de risa con los sustos que se pegan cuando tocan y suena la nariz y se ilumina! Están tan concentradas, que pegan auténticos botes en la silla. Ahora Pilar nos está pidiendo por su cumple, que es en noviembre, otro juego de la familia de Operación, es decir, de destreza y pulso: el Cocodrilo Sacamuelas.
- Tabú. El Tabú es un juego al que os recomiendo que juguéis con vuestros hijos. ¿Por qué? Porque les obliga a pensar y potencia su vocabulario. Deben explicar una palabra evitando pronunciar un listado de otras que tienen debajo. ¡Y no veáis cómo se buscan las mañas para explicarse! ¡Aunque sean pequeños! A mis hijas, a veces, les tengo que llamar la atención porque no vale hacer gestos, ni emitir sonidos que puedan dar pistas y no pueden evitar hacerlo. Por eso, os decía que es un juego fantástico para jugar en familia, ya que les obliga a aprender a explicarse y les enseña la riqueza del lenguaje y sus sinónimos. Además, es ¡divertidísimo! La última vez que jugamos me quedé gratamente fascinada con mi pequeñina cuando explicó una palabra que ahora mismo no recuerdo, con muchísima soltura.
Y vosotros seguro que tenéis algunos juegos que están entre vuestros favoritos. ¡Contadnos!