No hay nada más fascinante que ver la cara de un niño pequeño presenciando un espectáculo de magia. Ellos sí que viven la magia y creen a pies juntillas todo lo que están viendo. El sábado estuvimos en la obra de teatro y magia en inglés ‘The spirit of magic’, en el Teatro Reina Victoria. Confieso que tenía un poco de miedo por si mi hija Carmen, de 6 años, perdía el hilo de la obra y se acababa dispersando, ya que era todo en inglés y aunque ya conoce mucho vocabulario, su cole no es bilingüe y aún está en 3º de Infantil.
Sin embargo, cuando comenzó la obra y la ví totalmente inmersa en los diálogos y sin perder detalle, mi preocupación se esfumó. Desde luego, la compañía Avercleo consigue atrapar la atención de los niños con su humor y con el misterio que envuelve la obra, que comienza cuando un niño se cuela en el polvoriento desván de su casa y empieza a curiosear entre las cajas y a descubrir misteriosos y mágicos objetos. Incluso conoce al Espíritu de la Magia, que le instruye para conseguir el ‘más difícil todavía.
A pesar de que el nombre del Espíritu de la Magia pueda imponer un poco de respeto, nada más lejos de la realidad. Se trata de un espíritu algo desgarbado, ‘atado’ a unas gafas de sol azules y un poco payasete, que nos arrancó más de una carcajada.
La colaboración de los niños es fundamental durante toda la obra. Los actores piden ayuda a los espectadores e incluso corren por el pasillo en dos o tres ocasiones ante el asombro de los más pequeños. Nos acompañó al teatro Lucía, una amiga de Carmen que tiene 10 años, y me confesó a la salida que había entendido perfectamente toda la obra y que le había encantado.
Una vez fuera del teatro, Carmen me decía que cuando el mago había hecho el juego de cartas, creía que tenía unas pocas escondidas y por eso nunca se le agotaban… Me dejó un poco fría y le pregunté “entonces con las anillas, cómo ha conseguido unirlas, si Lucía las ha tocado y ha visto que no tenían agujero” y, después de pensar un poco, me contestó: “pues mami, las unía con el soplo mágico que hacía”. Entonces respiré aliviada y pensé: “genial, aún cree”.