Uno de los cuentos que están en mi memoria desde siempre es Pulgarcito. Lo recuerdo desde pequeñita: mis padres me lo contaban, lo escuchaba en las cintas de casete de cuentos populares y lo pintaba en los libros para colorear. Por eso es un personaje que me resulta tan entrañable. Me pareció una gran idea ir a ver el musical basado en esta historia con Carmen y con Natalia, una amiguita suya.
Desde el inicio de la obra, ésta te engancha, con sus canciones pegadizas y su genial humor. La actuación del personaje principal, Pulgarcito, un niño de unos 12 años, es de lo mejor del montaje; desde luego, los buenos actores lo son desde bien pequeños y Álvaro de Juana es una muestra de ello.
¿Por qué ir a ver Pulgarcito con vuestros hijos? Se trata de una obra que transmite valores fundamentales como la importancia de la inteligencia frente a la fuerza física y, por supuesto del trabajo en equipo y de la superación ante las adversidades. Todo ello contado en un montaje que realmente engancha por lo bien hecho que está (tiene la dificultad añadida de aunar en algunas escenas personajes de gran tamaño con otros del de Pulgarcito y lo solventan muy bien).
Nos encantaron los personajes que acompañan a Pulgarcito en su aventura por la ciudad para llevar el almuerzo a su padre al trabajo. Una mariquita alocada, para la que siempre es primavera; un clip de Playmóbil que se escapa del tedio de una tienda de juguetes con una Barbie Malibú; y la tecla T de un teclado ya obsoleto por la primacía de lo táctil. Todos perseguidos por dos malos: malo1 y malo2. Desde luego con este cóctel de personajes mas un buey y un diamante robado, las aventuras están servidas y la diversión, asegurada.
Además, cuando escuché la canción que el protagonista cantaba para que la gente no lo pisara al caminar por la calle, me volví a trasladar a mi infancia. Seguro que muchas mamás habrán cantado el mítico: ‘Pachín, pachín, pachán, a Pulgarcito no piséis; pachín, pachín, pachán, mucho cuidado con lo que hacéis’. Bueno pues ahí estaba yo cantando a grito ‘pelao’ esa canción… Y Carmen, Natalia y su madre también, ¡y el teatro al completo! Vamos, todo un hit que se ha transmitido de generación en generación.