Hay un momento en esto de la maternidad en el que una casi no recuerda cómo era antes de ser madre, hay una etapa en la que olvidas mirarte al espejo y, cuando lo haces, te espanta ver cuánto ha cambiado tu piel, tu pelo, tu cuerpo (¡ay, el cuerpo!)… pero sobre todo, ha cambiado tu mirada. De repente tienes frente a ti en ese espejo una mirada desconocida y con la que no llegas a identificarte. ¿Qué ha pasado? Es más profunda, está sufriendo, está gozando la nueva etapa… A veces cuesta identificar cómo te sientes porque es una mezcla compleja de todos estos ingredientes, ¿verdad? De repente, siendo madre, vives más hacia dentro, pensando en los tuyos, sintiendo a los suyos aunque no estés con ellos. Si lo habéis sentido, seguro que me entendéis. Sin embargo, aunque toda esta transformación es fascinante, es en la misma medida dura y compleja y una corre el riesgo de perderse por el camino porque en toda esta transformación una piensa… ¿dónde quedó mi yo de antes?
Estas dudas suelen presentarse de una forma arrolladora en las primeras semanas después de dar a luz y, con todas las emociones (una montaña rusa que no ha conseguido igualar ni el mismísimo Parque de Atracciones de Madrid), la falta de sueño y el cansancio crónico, no es fácil pensar con claridad.
Por eso, hemos elaborado un breve manual de 5 pasos para que vuelvas a reconocerte porque es muy probable que no sepas muy bien dónde quedó tu antigua yo -¿quizá enterrada bajo esa M de madre?-, o quizá luches por recuperar tu M de mujer con la que sí te sientes segura, aunque la sociedad te diga que tienes que ser una madre abnegada que solo mira, piensa, come, siente y vive por sus vástagos y, oye, quizá no sea el caso y quieras hacer algo por ti, sin más. En cualquiera de los dos casos, recuperarte a ti misma requiere un esfuerzo y te damos las claves que nosotras, las madres de Mamá tiene un Plan, hemos encontrado en nuestros añitos de maternidad. Ojalá te ayuden y nos puedas ayudar a nosotras también con algún truco que te sirva a ti.
1. Cuídate físicamente y recupera tu cuerpo (al menos un poco)
Sin presiones, que el cuerpo no tiene porqué volver a ser idéntico, pero también sin culpa. Hemos encontrado muchas madres -y nosotras mismas- mortificadas por aquello de no lograr bajar de peso o porque su piel no ha respondido, especialmente en la zona abdominal, como esperaban y, ¿sabéis cómo han logrado recuperarse? Pues hay dos formas: o bien aceptando su nuevo cuerpo y viviéndolo con alegría o bien recurriendo a una operación de abdomen. Y sí, hay que ser decidida para esto segundo pero también es cierto que hay embarazos que dejan un estropicio importante y no pasa nada por buscar ayuda profesional y recurrir a la cirugía o a terapias concretas. Hablamos de operación de abdomen pero puede ser una liposucción, un arreglillo de pecho, un rejuvenecimiento vaginal… ¿qué problema hay en volver a sentirnos físicamente de 10 -a veces incluso mejor que antes de ser madres- si contamos con los aliados adecuados? Hay muchas clínicas especializadas en las que os pueden orientar, como en la Clínica Dexeus con varios centros en Madrid. Cuando llegue el momento, seguro que os inclináis hacia la opción que más os interese. No hay prisa.
2. Cuida tu mente: valórate y date crédito
La actitud es fundamental y en el postparto, a veces no es fácil mantener una actitud positiva. Por eso, cuando te sientas tristona, cansada o incluso abatida, piensa en lo que estás haciendo y, aunque te asalten las dudas, no te dejes llevar. Escucha (o lee) con atención: lo estás haciendo bien. Hay momentos muy duros en los que es difícil no dudar de una misma y preguntarse si estamos haciendo lo correcto, pero es normal. Nos pasa a todas.
No voy a caer en decirte que todo lo que haces es perfecto y que no debes escuchar a abuelas, hermanas, cuñadas o amigas porque, personalmente, he recibido consejos increíblemente útiles de todas ellas y quizá tu también los tengas a mano así que… simplemente piensa que lo estás haciendo bien porque lo estás haciendo todo lo mejor que puedes y eso, querida, ya es bastante. No te metas más presión, que bastante tienes con lo que tienes.
3. Descansa para pensar con claridad y, si no puedes descansar, no te tomes muy en serio lo que estás pensando
Este consejo es sobre todo para los rimeros meses de embarazo. Si estás durmiendo mal, si te sientes constantemente cansada… (ahora te daré el consejo que más has odiado estas últimas semanas, pero hay que decirlo): «duerme cuando el bebé duerma». Y sí, me dirás que justo ese rato aprovechas para limpiar la casa, hacer la comida o adentrarte en el apasionante mundo de poner lavadoras. Si no te convence descansar cuando se supone que debes (entre otras cosas porque tu bebé es probable que duerma media hora y no te de tiempo ni a ducharte y llegar a la cama) entonces el cansancio -el agotamiento- está asegurado. En ese caso, si no descansas, puede que te sientas triste, derrotada, enfadada… ¡Pues es lo normal! El agotamiento nos hace pensar muchas cosas feas y nos acerca a un estado que no queremos ni mirar de lejos: el de la depresión.
Una vez mi pediatra me dijo que la mayoría de las depresiones postparto se desencadenaban por agotamiento. No digo que estés en una pero, si estás agotada, tus pensamientos no van a ser los más alegres del mundo y tu mente no está en disposición de tomar decisiones importantes.
Si te estás planteando dejar el trabajo, dejar a tu pareja o irte a vivir con tu suegra -si es ella quien más viene ayudarte-… espera unos meses. Espera a descansar y luego ya tomarás decisiones importantes porque ahora, aunque no lo creas: no estás pensando con claridad. ¡Estás demasiado cansada!
4. Pide ayuda y sé sincera
Y si ni tu suegra viene a ayudar o cuando ayuda lo hace de una forma que no te convence… díselo. Di todo claramente, con sinceridad y cariño, pero de manera directa. No des rodeos que no estamos para perder el tiempo y cuenta a las personas que quieres qué necesitas de ellos, qué te ayudaría o qué te molesta porque a veces no es que hagan las cosas con mala intención, es que no saben hacerlas mejor. Y si hay que repetirlo, se repite, pero sin acritud. Recuerda que un bebé nos da a todos un papel nuevo: a ti el madre, a tu madre el de abuela, a tus hermanos el de tíos, a tus amigas el de tías por elección… todo es nuevo y no siempre es fácil saber cómo hacer bien las cosas. Pero con respeto y cariño, seguro que os entendéis.
Y si esto no ocurre y necesitas espacio, tómatelo, que el mundo no va a parar por eso.
5. Dedícate tiempo a ti y a tu pareja
Y si para los demás es un rompecabezas averiguar su nuevo papel con la llegada de un bebé, para ti y tu pareja ni os cuento. Quizá los primeros meses tengáis que daros una tregua porque el día no da más de sí. Comentadlo y llegad un pacto, daros un tiempo de permitiros «abandonaros» un poco el uno al otro para cuidar al recién llegado (y a quizá a algún peque más), pero intentad no olvidar algún detalle de vez en cuando y, cuando la vida lo permita, con cualquier mínima ocasión, daros tiempo juntos y reconectad, al menos un poquito.
Uno de los detalles más bonitos que podéis tener es que cada uno conceda al otro un rato cada equis días para hacer lo que le dé la gana: leer, ir al gimnasio, a pasear, a clase de parapente… lo que sea. Si es recíproco, sin reproches, los dos lo sacaréis muchísimo partido.
Tened presente que los hijos no unen, los hijos separan (casi siempre) pero es solo físicamente porque emocionalmente no podéis estar más juntos a través de ellos. Que no se os olvide nunca.
Y esto, como os digo, son solo consejos personales, sin fundamento psicológico, pero que a nosotras nos han servido mucho, a cada una a su manera y, con suerte, quizá también a ti a la tuya. ¡Feliz arranque de maternidad (o nueva maternidad)! Que la fuerza te acompañe 😉