Dicen los psicólogos que tener un hermano tiene múltiples beneficios para el entorno familiar. Los niños aprenden valores como el respecto, la cooperación y la colaboración. ¿Pensará lo mismo mi hija mayor que aún pregunta si se puede devolver a la hermana?
Elena cumple 7 años en agosto. Cuando tenía 3, su padre y yo le anunciamos que iba a tener una hermanita. Su reacción fue: «Vale» y no volvió a comentar nada sobre el tema hasta el momento en el que mi tripa perdió su forma y se convirtió en una pelota. Nunca quiso tener un hermano, de hecho y a diferencia de otras niñas que lo pedían con insistencia, si la preguntabas, ella contestaba que no, ¡estaba muy bien como estaba!
La llegada de Ana fue de las «peores» experiencias para ella. Su mundo cambió y su madre, la persona de referencia para ella, la «abandonó» por el cuidado de un bebé por el que no mostraba el más mínimo afecto. Tímida y extrovertida, no se pronunciaba al respecto de la nueva situación, pero su mirada lo expresaba todo, hasta que un día saltó: «¿No se la puede devolver?».
De esto ya hace justo tres años y, por suerte, su discurso se ha transformado. Aunque de vez en cuando añade un «ya» a la famosa frase («Ya no se la puede devolver, ¿verdad?») o crea teorías alrededor de Ana como «Cuando la hermana llora, me duele la cabeza».
Una noche, mientras ambas jugaban en mi cama a saltar, le pregunté si estaba contenta con su hermana y, esperando un simple sí, no o a veces, me dio una lista de razones por las que tener una hermana le entusiasmaba:
1 Porque así no me aburro
2 Porque tengo a alguien con quien jugar
3 Porque tengo más juguetes
4 Porque podemos inventarnos bailes
5 Porque puede dormir con ella
A su lista, yo quise añadir algunas más: porque así mamá no solo la regañaría a ella, porque ser hermana mayor mola un montón, porque ella tendría la habitación más grande, porque no heredaría la ropa de nadie y no lo tocaría repetir modelo de vestido durante cinco años… Todo para darle un toque de humor a esta situación que, todavía aún, la saca de sus casillas, y es que Elena no entiende cómo habiendo traído Papá Noel el mismo Bebé llorón a la dos, Ana prefiero el suyo.
Cosas como estas son las que como madre me hacen pensar si algún día mis hijas serán buenas hermanas y se apoyarán y ayudarán o pasarán una de la otra, aunque justo hoy, mientras preparaba este post mis miedos han desaparecido y mis dudas se han despejado por un tiempo. He roto en lágrimas al encontrarme en su mochila del colegio un dibujo de dos niñas cogidas de la mano y un mensaje: «Te quiero Ana. Eres la mejor hermana del mundo. Yo siempre voy a ir a verte (haciendo referencia al momento del patio donde los pequeños juegan en un lado y mayores en otro pero Elena hace todo lo posible por encontrarse con su hermana)». ¡Sin palabras! Amor de hermanas y amor de madre.
qué preciosidad de dibujo! yo hubiera llorado también!! #mimayor también me pregunta si se puede devolver el hermano y da un poco de angustia, la verdad! un beso enorme, genial el post!
Tienes muchísima razón en este artículo, Lidia. Es precioso lo que cuentas y no podría estar más de acuerdo <3