Este domingo fuimos todos a ver la obra ‘Rapunzel’, en clave de ópera rock, en el teatro Galileo de Madrid. Nada más entrar Carmen ya se paró a ‘analizar’ el cartel de lo que íbamos a ver. “Mamá, ¿qué pone?”, me preguntó ella después de analizar todos los personajes e identificarlos. “Rapunzel, ópera rock para niños bajitos y altos”, leí yo.
Es la forma que la compañía Ferro Teatro tiene para acotar las edades a las que va dirigida la obra (desde 0 a 99 años). Y realmente es una obra dirigida a todas las edades por la música, el humor más absurdo para los peques y con guiños a los adultos, el colorido del vestuario y el hilo conductor de la historia.
Otro punto a favor de la obra es el escenario de la representación. Nunca antes habíamos estado en el teatro Galileo. Es un centro cultural, en el centro de Madrid, muy cómodo para ir con niños, donde hay cafetería, jardín donde pueden jugar, mesas con sillones para sentarse y pintar o jugar antes de entrar a la sala de la representación… En definitiva, cuenta con espacios abiertos, algo que las mamás siempre agradecemos. Nosotros llegamos media hora antes de la función y mientras nos tomábamos un café, las niñas estuvieron pintando y jugando. Luego al entrar al teatro -bastante grande, por cierto, y con las butacas situadas en forma de graderío, con lo que es bastante cómodo porque los niños tienen una visibilidad perfecta- hay una zona bastante amplia para dejar sillas y carros.
Otra de las cosas que nos encantó fue la participación e implicación constante que los actores hacen del público, con preguntas y llamadas de atención a los pequeños, algo que hace que ellos se ‘metan’ en la obra y estén más receptivos. Incluso dos niños del público salen a formar parte de la representación y los miembros de la compañía los disfrazan, caracterizándolos como personajes secundarios, como un cartero y una serpiente. Esto de la implicación del público infantil es genial, pero a veces, es un arma de doble filo porque ya se sabe lo que sucede cuando los niños cogen confianza… Y eso siempre sucede con Ferro Teatro. Los niños acaban hablando con los actores y ayudándoles participando en el transcurso de la representación. Hasta Pilar gritaba ‘¡la buza!’ cada vez que la bruja aparecía, y ayudaba al Príncipe Verde con la célebre frase ‘Rapunzel échame las trenzas’, que cada dos por tres se le olvidaba.
Lo más ingenioso de la obra es la introducción de la ópera, ya que versionan piezas clásicas de Mozart, Vivaldi, Bethoveen o Strauss y las transforman en rock. Con ello, los niños se lo pasan genial bailando y cantando. Vamos, que esta versión de Rapunzel puede ser muchas cosas, pero no es una obra pasiva para ver sentados en la butaca. Lo pasamos genial los cuatro. ¡Creo que repetiremos con Ferro Teatro en cuanto podamos!