Comienzo este post con intención de escribir tranquilita, sin nervios, pero me conozco y cuando las cosas empiezan a encenderme, acabo como se suele acabar: encendida.
No he querido hacer un diario de confinamiento como otros medios y como tantos y tantos bloggers e influencers porque, como dirían por ahí, «pa’qué». No voy a contar nada que no estéis viviendo ya. Mi experiencia en casa con tres niños y un marido que no para un segundo de teletrabajar es como la de muchos de vosotros: de todos los colores. Hay ratos maravillosos y los hay de lo más negros, pero vamos, que mientras se conserve la salud no se me ocurre quejarme por NADA.
Habréis notado, pues, que mi actividad en la página y en el blog desde el que ahora os escribo se ha reducido al mínimo. Si os planteáis el porqué, volved al párrafo anterior donde digo lo de los tres niños. TRES. Muy bonitos, porque son una gozada, pero son tres. Mucho trabajo, como habréis adivinado.
No olvido una de las grandes lecciones que me dieron cuando estudiaba periodismo en la Complutense (creo que fue José Carlos García Fajardo, uno de esos profesores que una no olvida nunca) que comenzó el primer día de clase de primero a primera hora de la mañana diciéndonos una frase memorable: «a nadie le importa lo que penséis, ni siquiera a vosotros mismos». Y qué gran frase, oye… me ha salvado unas cuantas veces de hacer el ridíciulo. Creo que a Trump deberían habérsela dicho alguna vez para ahorrarse el bochorno que ha seguido a algunas de sus grandes afirmaciones… aunque no estoy tan segura de que se haya sentido abochornado (¿?).
En fin, recordando a mi profesor, cuando he pensado remotamente en ponerme a escribir y contaros cómo nos iba en casa con este confinamiento he parado en seco: ¿para qué? ¿para contaros que hoy hemos hecho muchas cosas y haceros sentir como unas malas madres y malos padres (separado, no todo junto) sin motivo? ¿o para contaros que hoy ha sido un día horroroso en el que he perdido los nervios y no he conseguido acabar ni la mitad de los deberes del cole y sentirme yo como la peor madre del mundo? Vamos, que no, que no me apetecía. Fuera como fuese, alguien saldría herido así que no veía el motivo.
Sí me he lanzado a pasaros alguna idea salteada en redes sociales para matar el tiempo, cosas fáciles de hacer y que entretienen mucho a la chavalería que espero que os hayan entretenido también a vosotros al menos unos segundos. No he tenido en este tiempo más pretensión que sobrevivir con una sonrisa y concentrarme en mis niños porque, como imaginaréis, trabajando en dar difusión a la cultura el parón ha sido importante. No sé cómo saldremos de esta, no negaré que me preocupa (y mucho), pero de momento logro poner la mente en lo mucho que queda por hacer a pesar de que las cifras mejoren. Soy de las que prefiere quedarse un ratito más en lo malo para evitar el golpe si las cosas no salen tan bien como se esperaba. Aunque eso sí, sin perder de vista el rayo de esperanza al que otros se lanzan en cuerpo y alma.
Pero bueno, a lo que iba: lo que sí que he llevado mal de todo esto, y lo comparto porque si no lo hago exploto, es la infinita cantidad de retos y presiones por todos lados que ha habido en las redes para hacer de este tiempo de confinamiento un tiempo útil y provechoso.
Por ahí leí que durante la cuarentena había que leer no sé cuántos libros, poner en marcha un negocio (¡¿perdón?!), engancharse a al menos un nuevo hobby y no sé qué más. Si no lo hacías, decía la frase cita que no sé de dónde salió, el problema no era la falta de tiempo sino que no te sabes organizar. ¡Toma ya!
No imagináis lo que me molestó la cosa… porque en mi caso ni hobby, ni lectura (al menos no de ocio), ni mucho menos negocio que ya estaba en marcha antes pero va a acabar más muerto que vivo y con unos agujeros de espanto. Y encima la culpa es de mi mala gestión del tiempo, según el sabio no identificado que dictaba sentencia. ¡A ver cómo se organizaba el susodicho con un bebé, un niño en infantil y una niña con deberes hasta las cejas en primaria!
Y aún así algún rato hay para subir alguna cosa que considero interesante a la web… vamos, que yo creo que soy una maestra de la gestión del tiempo (y si no me lo dice ningún desconocido por IG, me lo digo yo) y no me mola nada que vengan a decirme lo contrario. Ahora bien, si tu estás tele trabajando y con los niños en casa, entonces tú sí eres expert@ en esto de sacarle 30 horas al día y tendrás que explicarme tu secreto porque no tengo ni la menor idea de cómo lo estás haciendo.
Vamos, ¡que ole tu! Porque durante esta época los padres y las madres estamos haciendo lo impensable: trabajar con los niños encima y eso, señores, eso es un poder sobrenatural… Por eso, cuando leo aquello de que el colegio se retomará para los menores de 6 años de forma opcional siempre que los padres no tengan la opción de teletrabajar entonces pienso: ¿así que si tele trabajas se presupone que puedes cuidar de los niños al mismo tiempo como si nada?
¡Ah, no! No podemos teletrabajar y estar con los niños a la vez, eso sería cosa de dioses, lo que creo que quieren decirnos, entre líneas, es que los mayores de 6 años ya se entretienen más solos… Traducción: si tienes niños mayores, entonces dales la tablet y que se entretengan mientras trabajas porque no sé los vuestros, pero los míos es la única forma que tienen de entretenerse varias horas sin decir ni mu. Ojalá se contemplen también ayudas para dentro de unos años, cuando todos esos niños necesiten controles médicos de ojos y psicólogos a montones.
Está claro que no hay forma de hacer las cosas a gusto de todos y que toca arrimar el hombro, pero qué presión tan tremenda tenemos las familias para hacer todo, pero todo bien… ¡y qué poco nos quejamos! Será porque no nos queda tiempo para eso, ¿verdad? Vendrán tiempos mejores. De momento, con que el dichoso virus empiece a desaparecer vamos a darnos por satisfechos… el resto ya veremos cómo sale.
Oye, pues misión conseguida: termino el post en modo zen. ¡Ya he logrado algo nuevo esta cuarentena!
Lo cierto es que hemos pasado unos meses muy difíciles tratando de adaptarnos a una situación para la que no estábamos preparados. Hemos conseguido acabar el último curso con bastante éxito, pero las vacaciones se han acabado y ahora toca volver a las aulas y al trabajo. Este año, el Coronavirus ha añadido una dosis extra de incertidumbre al inicio del curso. En estas circunstancias, es normal sentir malestar físico y psicológico, tanto por las situaciones potencialmente traumáticas vividas por todos y todas, como por la incertidumbre de lo que va a ocurrir a partir de ahora. Además, no debemos olvidar que los niños, niñas y adolescentes son especialmente vulnerables, por carecer, en muchos casos, de las estrategiass necesarias para superar estos acontecimientos. Por eso creo que es necesario que todo el alumnado, sus familias y el equipo docente obtengan la ayuda necesaria para afrontar la vuelta al colegio con confianza y optimismo.