Esta Semana Santa ha sido como las de años atrás cuando era pequeña, a excepción de que ahora estoy casada y tengo dos niñas, pero salvo eso, todo ha resultado igual y he pasado los siete días de vacaciones en el pueblo de mis padres, un lugar en el que, como decía mi abuelo Emiliano, “el aire corre puro porque no lo ha tocado nadie”; un rincón de la geografía española, y más concreta de la abulense, por el que recomiendo dejarse caer alguna vez, y no para visitar sus monumentos, disfrutar de su gastronomía o adentrarse en sus tradiciones, que también, sino por la paz y la tranquilidad que allí se concentra. Continue reading