Lo cierto es que tenía una espinita clavada porque, cuando yo era pequeña, no había piscinas de bolas y apenas había castillos hinchables y, si los había, desde luego no eran como los de ahora. Así que siempre he visto a mis peques jugar en esos paraísos de la diversión para niños, mirándoles desde lejos con cierta “pelusilla”. Continue reading